Isoda Koryusai. La cortesana Hinazuru del burdel Chojiya acompañada por las kamuro Yasoji y Yasono y las shinzō Orizuru, Kiyotsuru y Sayotsuru (Nuevos diseños tan frescos como las hojas jóvenes) c. 1778/80

Grabado xilográfico ukiyo-e en formato oban La cortesana Hinazuru del burdel Chōjiya acompañada por las kamuro Yasoji y Yasono y las shinzō Orizuru, Kiyotsuru, y Sayotsuru. Perteneciente a la serie Hinagata Wakana no Hatsu moyo (Modelos para la moda: nuevos diseños para Año Nuevo tan frescos como las jóvenes hojas) título que alude a un nuevo estampado para la fiesta de Año Nuevo. (1) Esta serie apareció entre el año Anéi (1775) y Tenmei I (1781). (2) El nombre del impresor se halla en la cajetilla inferior izquierda el título de la serie, en la cajetilla vertical en el ángulo superior derecho. Los nombres de las protagonistas nos son conocidos porque aparecen en la obra. El nombre de la cortesana figura en caracteres más grandes junto al título de la serie mientras que el de sus acompañantes, corresponden a los caracteres más pequeños. Firma el grabado Koryusai ga.

Se trata de un grabado nishiki – e (estampas de brocado) esto es, una xilografía polícroma realizada mediante diversas matrices de madera, una para cada color. Pertenece al género bijin-ga (estampas de belleza femenina) que ya empezaba a editarse en mayor formato en detrimento del formato intermedio. (3)

La cortesana Hinazuru del burdel Chōjiya acompañada por las kamuro Yasoji y Yasono y las shinzō Orizuru, Kiyotsuru, y Sayotsuru. Isoda Koryusai c. 1778/80. Dimensiones: 39.4 cm x 26.7 cm. (oban). Museo de Bellas Artes de Boston. Internet dominio público

Isoda Koryusai (1735-1788?) pertenecía a la casta de los samurai bajo el servicio del señor Tsuchiya de Edo, pero abandonó la carrera de guerrero para dedicarse al grabado. Se sabe gracias a los primeros caracteres de su firma, que cuando se inició en el arte del ukiyo-e era discípulo de Harunobu pero su estilo fue evolucionando hasta alcanzar un tipo de grabado más realista. (4) Si bien Harunobu representaba a un ideal femenino casi infantil, Koryusai preferirá a un tipo de mujer adulta de volumen contundente (5) y forma sinuosa. Se especializó en la representación de nuevas creaciones de moda y fue el primero en realizar imágenes de flores y pájaros las llamadas estampas kacho-e.(6) Progresivamente fue abandonando el grabado por la pintura. Alrededor de 1881 firmaba con el término hokkyo que aludía a un título honorífico vinculado con el budismo, que concedía el emperador a determinados artistas y escritores.

Aunque el tema principal de este grabado es la indumentaria, la obra representa a un grupo de personajes del barrio de placer de Yoshiwara en Edo (Tokio). Los barrios de placer y sus ocupantes se convirtieron en un tema recurrente del ukiyo-e. Durante el shogunato Tokugawa (1603-1868) se crearon unos distritos cerrados que disponían de permiso oficial del gobierno, para ejercer la prostitución y ubicar las diferentes casas públicas. Constituían pequeñas ciudades dentro de la misma ciudad en donde el gobierno podía controlar esta clase de actividades. En el interior de estos barrios se desarrolló un submundo con una cultura propia, en donde convivían los burdeles, las casas de té, sus propietarios, las geishas, los cocineros, el personal de servicio, tiendas y entretenimiento en general. Existían solo tres barrios de placer con concesión oficial: Yoshiwara en Edo, Shimabara en Kioto y Shinmachi en Osaka.

Koryusai dedicó unas cien estampas a reflejar la moda de las cortesanas (prostitutas de alto rango) acompañadas de sus sirvientas. (7) Estas mujeres daban a conocer las últimas creaciones en materia de moda y es posible tras esta xilografía, se hallara el interés de un sastre por introducir una nueva tendencia. De paso se favorecía a la cortesana y al prostíbulo al que ésta pertenecía. (8)

Hinazuru fue una conocida oiran, una prostituta de alto rango del barrio de Yoshiwara que Isoda Koryusai representó al menos en cuatro ocasiones más. (9) Las oiran aparecieron en el siglo XVIII en Edo y fueron exclusivas de esta ciudad. Hinazuru pertenecía al prostíbulo Chojiya y en esta obra la vemos realizando unos de los célebres desfiles (dochu), que cada noche llevaban a cabo las oiran por el Yoshiwara, acompañada de sus sirvientas: dos kamuro y tres shinzo. Las kamuro eran niñas que habían sido vendidas por sus familias a los burdeles, para entrar al servicio de una cortesana. Su trabajo era diverso: desde encender la pipa de su señora, hasta esperarla mientras ésta comía, pasando por servir y atender sus clientes o acompañarla en sus desfiles tal y como vemos en el presente grabado. (10) Las kamuro aparecen con frecuencia en el grabado japonés realizando trabajos propios de su condición ya que formaban parte de este mundo efímero vinculado a las cortesanas, que tanto gustaba a los artistas. Sus peinados y ornamentos característicos los vemos representados con fidelidad en el grabado japonés. Gracias a la obra Yedo Kwagai Enkaku-shi sabemos que cuando una niña era entregada a una casa como acompañante de una cortesana, lo primero que se hacía era asignarle un nombre no más largo de tres sílabas y siempre de connotación inocente. La prostituta a la que pasaba a servir se convertía en su ané-joro (11) quien se encargaba de sufragar los gastos de la niña mientras que el propietario del burdel, supervisaba el comportamiento de la pequeña de la que se esperaba que fuera obediente hacia su ané-joro. Si el propietario creía que la niña tenía posibilidades como futura prostituta y podía llegar a ser una cortesana de fama, cuando alcanzaba los trece o catorce años, se la enseñaba a tocar los instrumentos tradicionales, se la instruía en la ceremonia del té, del incienso (senko), en el arte del ikebana, en composición de poemas. En otras palabras, se invertía en su futuro para recuperar posteriormente la inversión. Cuando a la kamuro se la instruía para que llegara a ser una cortesana, cambiaba de estatus y pasaba a convertirse en una shinzo.

En este grabado Hinazuru lleva un lujoso kimono negro bordado con ramas de pino y las dos kamuro situadas a ambos lados así como las tres shinzo, visten un kimono furisode caracterizado por sus largas mangas que llegan hasta los tobillos. Las shinzo llevan el mismo furisode en donde destacan los blasones (en las mangas, en los hombros y en la espalda) identificativos del burdel al que pertenecen. El furisode es un kimono formal apropiado para niñas y chicas jóvenes solteras. Las prendas que vestían las kamuro conjuntaban con las de su ané-joro. En este caso el kimono de Hinazuru está decorado con delicadas ramas de pino de también vemos en los kimonos de sus dos kamuro cuyo color además, coincide con el kimono interior de la oiran. El obi o faja de la cortesana y las shinzo, va anudado delante para expresar así su disponibilidad sexual mientras que el de las pequeñas kamuro, como sirvientas y no prostitutas, lo llevan atado delante. La oiran se ha anudado el obi exageradamente arriba pero no se trata de una licencia del artista. La manera de atarse la faja se halla fielmente reflejada en el ukiyo-e. Hinazuru se ha atado el obi mediante el nudo Obi gokumon o Obi- Shigasaki denominado así porque la primera mujer que se lo ató de esta forma, fue Shigasaki una cortesana del siglo XVIII. (12) El término gokumon en cambio alude a las cabezas decapitadas de los criminales que eran exhibidas públicamente sobre una plataforma. (13) Como el nudo quedaba tan alto, creaba el efecto de una cabeza expuesta sobre una tarima y de ahí el nombre.

El obi atado delante era un distintivo de las prostitutas y algunas cortesanas llegaron a coser en estas prendas, las cartas de sus admiradores y clientes. Los textos que contenían estas misivas aludían al hana-iki-sewashihiko literalmente «jadeo a través de la nariz», eufemismo que se utilizaba para referirse al orgasmo. (14) Si el obi atado delante era una característica de la indumentaria de las prostitutas, lo era así mismo la ausencia de los calcetines tabi como vemos también en el caso de Hinazuru. El pie desnudo surgiendo entre la exuberancia de sedas y brocados era una visión extremadamente erótica.

El lujo en la indumentaria de las oiran y sus acompañantes era característico de su profesión y rango. A las cortesanas se las enseñaba a caminar correctamente para poder lucir al máximo su lujosa indumentaria. Abundaban los terciopelos, crepés, satinados, brocados de oro y sedas, tejidos de damasco. Los peinados se ornamentaban con agujas y peines de madera lacada o carey y el obi, le correspondía así mismo los brocados de seda, de oro, damasco o terciopelo. Los prostíbulos dictaban sus propias normas en materia de vestuario y asignaban a cada prostituta el material, color y diseño del kimono en función de su rango. Estas normas eran seguidas estrictamente. (15) Con el propósito de poner fin a esta ostentación, en 1617 el shogunato decretó restricciones en materia de indumentaria: las prostitutas tenían prohibido vestir brocados con oro y plata aunque sí les estaba permitido utilizar telas teñidas. (16) A pesar de tal prohibición, las cortesanas siguieron haciendo alarde de un lujo desenfrenado. Entre los años 1772 y 1829 se alcanza el máximo esplendor en cuanto al vestuario de las cortesanas se refiere y en 1779, las autoridades decidieron regular nuevamente por ley la indumentaria. Estas regulaciones tuvieron nulo efecto y buen testimonio de ello son los ukiyo-e de este periodo que serán un reflejo de la tendencia al lujo y la extravagancia. Los textos de la época sobre moda y peinados nos permiten corroborar la fidelidad con que el grabado japonés, se esmeró en reproducir la indumentaria y sus complementos. (17)

El pretexto para mostrar las últimas tendencias en el mundo de la moda consistía a menudo en representar uno de los célebres desfiles que las cortesanas de alto rango realizaban por las calles de Yoshiwara. Estas salidas nocturnas de las oiran constituían un verdadero espectáculo. Cuando empezaba a anochecer y las luces de las calles del barrio de placer se encendían, las cortesanas se preparaban para salir a lucir sus mejores sedas y brocados por la calle principal, la Naka -no- cho. A ambos lados de esta vía de Yoshiwara, de unos 250 metros de longitud, se agrupaban los comercios, las casas en donde se servía comida, las chaya o casas de té y se agolpaban cada noche los señores y burgueses en busca de entretenimiento. La Naka-no-cho era el aparador perfecto para que la oiran desplegara todo su encanto para lo cual, se que requería una cuidadosa preparación. A estas mujeres les era muy complicado desplazarse vestidas con un pesado kimono compuesto por diversas capas superpuestas, que quedaban a la vista al caminar y con unos peinados excesivamente ornamentados. Calzaban unos geta (zuecos) de madera de paulonia lacados en negro, de 30 cm de altura. El peso total de su indumentaria oscilaba entre los veinte y treinta kilos. Por ello no debe extrañar que a las cortesanas se les enseñara a caminar correctamente para lucir al máximo su lujosa indumentaria. La oiran se exhibía en procesión por la Naka- no-cho acompañada por su séquito. Éste lo encabezaba un hombre el wakai-mono, encargado de sujetar un farolillo. Le seguía otro hombre el tobi-no-mono, que llevaba el hababo, un instrumento con anillas metálicas en el extremo que hacía sonar produciendo un tintineo característico que anunciaba la llegada de la cortesana. A continuación aparecía la oiran, majestuosa, escoltada por un hombre en el que se apoyaba ligeramente sobre su hombro para poder caminar. Las oiran se desplazaban muy lentamente, flexionando las rodillas mientras apoyaban ambos pies en el suelo realizando un ligero balanceo para luego pasar arrastrando uno de los zuecos y cruzar un pie frente al otro, realizando al final un giro característico. Si no había oscurecido cuando se iniciaba la procesión, otro hombre colocado tras la cortesana sujetaba una sombrilla. Completaba el séquito las correspondientes kamuro y las shinzo. (18)

La educación y la preparación que recibían las oiran era muy esmerada, eran muy cultas y los hombres no solo pagaban por el sexo, sino también por el placer de su compañía y por las artes tradicionales en cuales la oiran había sido instruida. Era difícil acceder a ellas y un honor poder conversar con una de estas mujeres. Pero a pesar de la educación que recibían y de su estatus, las oiran eran consideradas mera mercancía y ni siquiera podían abandonar el barrio de placer. Tampoco se mantenían en activo durante muchos años. El precio que un cliente pagaba por una oiran era prohibitivo para la mayoría de los hombres y solo unos pocos, podían permitirse relacionarse con una cortesana como Hinazuru.

Los espectaculares desfiles de las oiran por el Yoshiwara fueron un tema recurrente en el grabado japonés. En general las escenas que tenían lugar en el barrio de placer gozaron de gran fortuna desde los inicios del ukiyo-e y un buen ejemplo, lo encontramos en esta magnífica xilografía de Isoda Koryusai. La presente estampa nos ha dejado testimonio de una de las famosas cortesanas del barrio de Yoshiwara acompañada por sus kamuro y shinzo, como pretexto para mostrar las últimas tendencias en el mundo de la moda.

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Referencias

(1) IWAKIRI Yuriko; MORIYAMA Yoshino; SATO Mitsunobu, et al. Grabados japoneses, Múnich, Tashen, 2002, p. 73
(2) Ibidem, p. 73
(3) Ibidem, p. 73
(4) LAMBERT Gisèle. “ Les belleses femenines i la vida quotidiana” en Ukiyo-e. Imatges d´un món efímer, París/Barcelona, Bibliothèque Nationale de France, Fundació Caixa Catalunya, 2008, p. 106
(5) Ibidem, p. 86
(6) Ibidem, p. 106
(7) Ibidem, 106
(8) IWAKIRI Yuriko; MORIYAMA Yoshino; SATO Mitsunobu, et al. Grabados …, op. cit., p. 73
(9) Isoda Koryusai representó también a la cortesana Hinazuzu en: Hinazuru de la casa Chôjiya (Minneapolis Institute of Art), Las cortesanas Hinazuru y Karauta del burdel Chojiya sosteniendo una carta (Chicago Art Institute), Hinazuru acompañada de dos sirvientas (William Sturgis Bigelow Collection) y La cortesana Hinazuru del burdel Chojiya con sus sirvientas Tsuruji y Tsuruno (The Cleveland Museum of Art)
(10) Sobre las kamuro y las shinzo DE BECKER J. E. The Nightless City or the History of the Yoshiwara Yukwaku, New York, Tokyo, ICG Muse, Inc., 2000, p. 69- 79
(11) Ibidem, p. 70
(12) LONGSTREET Stephen and Ethel. Yoshiwara. The Pleasure Quarters of Old Tokyo, Vermont, Tokyo, Charles E. Tuttle Company, Inc., 1988, p. 110
(13) DE BECKER J.E. The Nightless City…, op. cit., p. 122- 123
(14) LONGSTREET Stephen and Ethel. Yoshiwara. The Pleasure Quarters…, op. cit., p. 112
(15) Ibidem, p. 106
(16) Ibidem, p. 110
(17) Sobre la indumentaria y peinados de las cortesanas DE BECKER J. E. The Nightless City…, op. cit., p. 120- 130; LONGSTREET Stephen and Ethel. Yoshiwara. The Pleasure Quarters…, op. cit., p. 103- 112
(18) DE BECKER J. E. The Nightless City…, op. cit., p. 250 y LONGSTREET Stephen and Ethel. Yoshiwara. The Pleasure Quarters…, op. cit., p. 106

BIBLIOGRAFÍA

DE BECKER J. E. The Nightless City or the History of the Yoshiwara Yukwaku, New York, Tokyo, ICG Muse, Inc., 2000
IWAKIRI Yuriko; MORIYAMA Yoshino; SATO Mitsunobu, et al. Grabados japoneses, Múnich, Tashen, 2002
LAMBERT Gisèle. “ Les belleses femenines i la vida quotidiana” en Ukiyo-e. Imatges d´un món efímer, París/Barcelona, Bibliothèque Nationale de France, Fundació Caixa Catalunya, 2008, p. 83- 154
LONGSTREET Stephen and Ethel. Yoshiwara. The Pleasure Quarters of Old Tokyo, Vermont, Tokyo, Charles E. Tuttle Company, Inc., 1988
HEMPEL, Rose. El grabado japonés. Paisajes. Actores. Cortesanas, Barcelona, Ediciones Daimon, 1965