Talleres marmolistas como constructores de obras funerarias. ¿industriales o escultores?

Cuando determinamos el grado de implicación de los distintos profesionales que intervienen en la construcción de un panteón, podemos encontrarnos con la participación de un taller marmolista además de la de un escultor. A priori ambas figuras pueden confundirse pero existen matices que justifican establecer una diferenciación entre ambas. El presente artículo gira en torno a esta cuestión y se ha redactado tomando como referencia los cementerios de la ciudad de Barcelona. Aunque esta referencia es irrelevante a la hora de establecer la frontera entre el marmolista y el escultor, sí lo es para el determinar el grado de hegemonía de uno u otro en los cementerios de la Ciudad Condal.

Barcelona cuenta con nueve recintos funerarios: el cementiri de l´Est (Poblenou), Sud-Oest (Montjuïc), Les Corts, Sants, Sarrià, Sant Gervasi, Collserola, Sant Andreu y Horta. Cada uno de ellos presenta sus particularidades pero más allá de estas, todos comparten la presencia casi absoluta de obras realizadas por talleres marmolistas.

Marmolista y escultor, una estrecha una colaboración

La terminología de la época así como la bibliografía posterior, establecen una clara diferencia entre la figura del marmolista y la del escultor. En la prensa hallamos referencias a industriales marmolistas o contratistas. Como ya se ha mencionado, la diferencia la hallamos a nivel práctico cuando encontramos un panteón proyectado por un maestro de obras o arquitecto, y realizado por un escultor en colaboración con un taller marmolista. En estos casos era el taller el encargado de ejecutar la parte arquitectónica y ornamental independientemente del tipo de piedra, mientras que el escultor llevaba a cabo la estatuaria para la que normalmente, solía emplear el mármol. A pesar de esta especialización en el trabajo y concretamente en relación a los recintos funerarios de Barcelona, en la mayoría de los casos era el taller marmolista el encargado de la ejecución de la totalidad del proyecto.

El panteón Alomar i Estrany (1893) situado en la Via de Santa Eulàlia, agrupación 3ª ,nº 67 del cementerio de Montjuïc. Ejemplo de colaboración entre un taller marmolista y un escultor. El proyecto se encargó al arquitecto Frederic Aymamí Faura y su ejecución corrió a cargo del industrial marmolista Ventura Hnos. que realizó la parte monumental mientras que la escultura del ángel, es obra del escultor Josep Llimona
Panteón de Josep Oliver Font situado en la Vía de Sant Joan, agrup. 9, n. 103 del cementerio de Montjuïc. Panteón realizado enteramente por el taller marmolista de Antoni Pujol

¿Marmolista y/o escultor?

Según el planteamiento presentado en el párrafo anterior, la diferencia entre el escultor y el marmolista podría establecerse en base al tipo de trabajo escultórico que realiza cada uno. Pero a menudo la frontera entre ambos es difusa y más aún si tenemos en cuenta que los mismos marmolistas se autodenominaban escultores y diferenciaban el trabajo arquitectónico del estatuario. En efecto, en la numerosa publicidad de la época podemos leer taller de escultura y marmolisteria, escultor marmolista, arte funerario en mármol y piedra. Se destacaban los encargos de tipo funerario y era bastante habitual que los contratistas, emplazaran estratégicamente sus talleres cerca de los diferentes cementerios de la ciudad. Como reclamo se mencionaban los trabajos a precios económicos.

Pero si el marmolista es también escultor, ¿por qué esta diferenciación?

La Real Academia de la Lengua Española define al escultor como aquella persona que se dedica a la escultura. En relación al marmolista se refiere como aquel que trabaja el mármol o comercializa con él, trabaja con otras piedras y se dedica al labrado de lápidas funerarias. Según la definición propuesta por la Real Academia, el marmolista se relaciona con el ámbito funerario pero su profesión también tiene cabida en la definición de escultor puesto que este es aquel que se dedica a la escultura y no cabe duda, de que dentro de las competencias del marmolista se halla la realización de esculturas ya sean en mármol, u otro material pétreo.

El eminente escultor Enric Clarasó i Dauder no tenía dudas acerca de la diferencia existente entre el marmolista y el escultor. Estableció la frontera en base a la formación entre ambos al tiempo que dejó bien clara su opinión respecto a la figura del marmolista en un artículo publicado en la revista Juventut en el año 1900:

(…) «que creyentse inteligent, fa com aquells que si están malalts no volen metje y creuhen ab el curandero, y no van a buscar l’esculptor pera fer una estatua, sinó al marmolista, y a n’aqueixos marmolistas fins algún periódich els hi diuen artistas. No sé si creu el particular que’l marmolista ho fa més barato; lo que si sé es que ho pagan més ó tant, sent més mal fet. Vegis sino´l Cementiri Nou de Barcelona: obras d’artistas n’hi ha ben pocas, y de las altras n’està ple, demostrant el poch gust de molts richs y privant que’l Cementiri sigui un bonich y interessant muséu d’obras dels artistas d’aquesta época. Ara, apart de pocas cosas, el contractiste fa’l seu agost fent estatuas com qui fa carreteras”(1).

Imaginamos por un momento al marmolista atareado en su taller recibiendo encargos, y realizando obras seriadas que figuran en su catálogo de ventas o en su exposición permanente. En contraposición vemos al escultor inspirado en la creación de verdaderas obras de arte. Mientras que el primero realiza un oficio y se ha formado seguramente en un taller, el segundo es un artista que ha recibido una formación académica. Clarasó no duda en comparar al escultor con el médico y al marmolista con el curandero negándole la condición de artista. El contratista careciendo de formación académica acapara los encargos de particulares, produciendo unas obras de mediocre factura pagadas a precios tanto o más elevados que si los hubiera realizado un escultor. Dicha afirmación parece contradecir el antes mencionado reclamo publictario. Así mismo pone en duda el gusto del particular con poder adquisitivo quien con su actitud, hace rico al contratista a base de encargar obras seriadas. Como ejemplo de mal gusto cita el cementerio de Montjuïc en donde la proliferación de monumentos funerarios realizador por talleres marmolistas es notable, privando al recinto de convertirse en un museo de obras ejecutadas por los mejores y más representativos artistas de la época.

Sepultura Silva Pérez, Vda. Leal da Rosa (1903) en la Via de Santa Eulàlia, agrupación 1ª letra I, cementerio de Montjuïc. Escultura de Enric Clarasó, obra pone de manifiesto la gran sensibilidad artística de su autor
Modelo de taller, poco afortunado, situado en el cementerio de Montjuïc y realizado por el marmolista J. Pañella. La escultura pretende reproducir el ángel de Monteverde que preside el panteón de la familia Oneto en el cementerio de Staglieno, Génova

El autor Manuel García plantea la cuestión desde otro enfoque y establece la diferencia en función de quien realiza el trabajo:

«Quan la idea la modelava un artista escultor, aquest s’anomenava “figurista”. Quan la feia un taller, “modelista”, tot incloent a aquesta denominació la feina del buidat que proporciona el “model”. El d’escultor era, també, un ofici que es practicava en un taller d’una manera fixa o bé per hores, i que era retribuït amb un sou. El resultat, en la immensa part dels casos, ha estat l’escultura signada per l’artista escultor i l’absència del nom del taller que la reproduí”(2).

Así pues cuando el diseño lo materializa un escultor artista, este recibe el nombre de figurista. Pero si el mismo trabajo corre a cargo de un taller, el autor era designado como modelista, diferenciado al escultor como artista y a los integrantes de un taller como representantes de un oficio. Pero la diferencia entre ambos sigue siendo difusa ya que el escultor también podía ejercer oficio para un marmolista a cambio de un salario, realizando obras firmadas por él mismo y sin referencia alguna al taller abscrito.

El autor Antonio Sánchez Pérez en su obra Manual del cantero y marmolista establece los límites de la profesión en los siguientes términos:

Consideramos al marmolista como al cantero que consagra su actividad y su inteligencia á la especialidad de los mármoles, comprenderemos que su trabajo ha de ser análogo ó mejor aún, igual exactamente al del cantero.

Habremos de estudiarle, pues, en la cantera extrayendo el material; en el taller de desbaste y corte; en el taller de labra; en la obra misma para el emplazamiento y colocación de su trabajo (3).

Todas las definiciones propuestas son válidas y cada una enfatiza en un aspecto de la profesión ya sea en base a la formación, especialización, tipo de material, etc. No hay duda de que existe una diferencia entre ambos y que esta diferencia, era tenida en cuenta en el siglo XIX cuando se abrieron al público los primeros recintos funerarios de Barcelona. El cliente tenía la opción de elegir entre el industrial marmolista o el escultor y en última instancia, su elección fue decisiva a la hora de determinar el paisaje funerario de la ciudad. Posiblemente la tendencia de engargar obras de tipo funerario al marmolista responde al hecho de que estos talleres, parecían estar especializados en este tipo de encargos como así lo sugiere la numerosa publicidad de la época. Era el marmolista quien se presentaba como primera opción para realizar la totalidad de la obra ya fuera una simple lápida o un panteón monumental que incluyera estatuaria de mármol u otro material pétreo.

Digno de mención es el anuncio publicitario del taller marmolista Vídua de Josep Dalmau publicado en la Sociedad de Atracción de Forasteros de Barcelona en 1933 (4). Como reclamo la firma utiliza una imagen del panteón Pahisa situado en la Via de Sant Oleguer del cementerio de Montjuïc. La figura femenina que aparece con los brazos extendidos en posición de orante, fue realizada por el escultor Josep Casán i Matamala mientras que la parte monumental corrió a cargo del citado taller (5). Lo que llama la atención es que un contratista que se autodemomina escultor, utiliza para publicitarse la imagen de un panteón cuya parte estatuaria no ha sido realizada por el propio taller. Llama la atención a menos que consideremos la opción de que se está publicitando exclusivamente como marmolista y ejecutor en este caso, de la parte arquitectónica y ornamental del panteón dejando para el escultor, el trabajo estatuario.

Principales talleres marmolistas en los cementerios de Barcelona

A continuación se citan algunos de los principales industriales marmolistas artífices de la mayoría de esculturas, panteones, lápidas, hipogeos y nichos presentes en los cementerios de Barcelona. Para los que frecuentamos los diferentes recintos funerarios de la ciudad, sus nombres y firmas nos son bien familiares.

Antoni Pujol, Serra y Figueres, Ventura Hnos., Hermanos Juyol, Alfons Juyol, Josep Planas, Jaume Barba, Roberto y Giovanni Passani, Josep María, Mas Tarrach, Hermanos Franzi, Martínez i Fortuny (6), Jeroni Granell, Planella i Roure, P. Ricart, J. Dalmau, Talleres Bechini, Agustí Clarí, Esteban Padrós, J. Pañella

Obras seriadas vs encargos personalizados

Coincido con el escultor Enric Clarasó sobre la ingente cantidad de obras realizadas por talleres marmolistas presentes en el cementerio de Montjuïc muchas de ellas, seriadas y de mediocre factura. Esta observación la haría extensible al resto de cementerios de Barcelona en donde no cabe duda de que la hegemonía del taller marmolista era absoluta. Algunas esculturas reproducen toscamente obras de calidad procedentes de otros recintos funerarios y que sin duda el marmolista, conocía a través de las láminas o fotografías que habitualmente circulaban por los talleres. Los contratistas podían reproducir un mismo modelo iconográfico introduciendo pequeñas variantes que posteriormente, era repetido hasta la saciedad generando así un paisaje funerario monótono pero que en definitiva, no deja de ser más que un reflejo de las preferencias y gustos de los clientes. Determinadas iconografías plasmadas en un diseño concreto, han hecho verdadera fortuna.

Tumba menor de la familia Subirana obra de Mas Tarrach. Obra de catálogo situada en la Via de Sant Francesc, agrupación 2 ª, nº 24 del cementerio de Montjuïc. Modelo que con pequeñas variantes ha sido reproducido por diversos talleres marmolistas, y que vemos repetido en innumerables ocasiones en el cementerio de Montjuic así como en otros recintos funerarios de Barcelona como en la tumba de Magdalena Aranda y la familia Perolet en el cementerio de Sants, obra del taller de Antoni Pujol

Pero bajo mi punto de vista no todas las obras de catálogo son necesariamente mediocres. Hallamos ejemplos de esculturas seriadas que podríamos calificar de aceptables tanto desde el punto de vista técnico como artístico aunque también es cierto que en ninguno de estos casos, podemos hablar de obras notables. Otra cuestión a tener en cuenta es que el industrial no siempre realizaba obras de catálogo. Contamos con panteones que merecen nuestra atención y que fueron realizados por talleres marmolistas. Como ejemplo podemos citar El Beso de la Muerte del taller de Jaume Barba, el panteón de Nicolau Juncosa (7), el panteón de Josep Oliver Font ambas del marmolista Antoni Pujol, el panteón de la familia Buhigas (8) y el panteón Joan Flo Escudé (9) ambos del taller Serra y Figueras, el sepulcro de la familia Martí (10) y el panteón de la familia Surroca ambos de Ventura Hnos (11), o la sepultura hermanos Marnet i Sacco (12) y el panteón de la familia Zaragoza de Viala ambos de Dalmau (13). En los mencionados casos se trata de encargos personalizados sin que el taller hubiera recurrido a los habituales modelos seriados de su catálogo. Insisto en que la repetición de obras de baja o mediana factura depende de las preferencias del cliente y del precio que este esté dispuesto a pagar por su encargo.

El Beso de la Muerte , departamento 3º del cementerio de Poblenou. Grupo escultórico encargado por Teresa Soler i Pinto en 1930, al taller marmolista de Jaume Barba. Se trata de una obra de gran virtuosismo técnico que fue ejecutada por Joan Fontbernat, un destacado miembro del taller, en colaboración con Artemi Barba
Panteón de Nicolau Juncosa. La Solució, obra de Antoni Pujol realizada en 1913-14. Algunas de las sepulturas realizadas por talleres marmolistas, se han convertido en obras emblemáticas de nuestros recintos funerarios y no pueden faltar en cualquier guía del cementerio. El marmolista Antoni Pujol tenía el taller de exposición y despacho en Can Tunis, frente a la parada del tranvía que conducía al cementerio del Sud Oeste (Montjuïc). Se publicitaba como escultor de arte funerario tanto de carácter arquitectónico y como escultórico. Es interesante destacar la distinción que establece entre trabajo arquitectónico y escultórico. Pujol trabajaba en mármol y piedra para todos los cementerios y además exportaba a ultramar. Realizaba retratos en mármol a partir de fotografías como posiblemente lo atestigua la escultura de Nicolau Juncosa, o la del pequeño Joaquim Amat Gospedra de la tumba menor de Dalmau Malé en el departamento IV del cementerio de Les Corts
Panteón de la familia Zaragoza de Viala obra de Josep Dalmau sucesor del taller marmolista de Serra – Figueras, en memoria de M. Isabel de Viala de Zaragoza quien falleció el primero de agosto de 1928, al dar a luz a su primer hijo

El industrial marmolista en su taller

Las diversas fotografías de los talleres publicadas en los medios de la época, nos muestran el trabajo y el día a día del marmolista. Como ejemplos podemos citar las dos fotografías publicadas en 1919 del taller de Alfonso Juyol. El contratista contaba con dos talleres uno situado en la calle Mallorca nº 111, y el otro en la calle Villarroel nº 145 y 147 de Barcelona. En ambas imágenes distinguimos a los operarios llevando a cabo las primeras operaciones, una vez el material ha llegado procedente de la cantera. Las fotografías muestran grandes patios al aire libre, provistos de porches de madera con cubierta de teja a una vertiente, y donde se almacenan junto a las herramientas, los grandes bloques de mármol aún por desbastar (14). El panorama general concuerda más con el trabajo del cantero que con el del escultor.

Otra imagen ilustrativa es la que nos ofrece el taller de mármoles C. Ventura (Ventura Hnos) situado en la calle Villarroel nº 38, y en donde vemos a los diferentes operarios trabajando en el interior de un cobertizo. Entre ellos podemos distinguir a algún aprendiz todavía muy jóven. A diferencia de las imágenes anteriormente citadas, aquí vemos fases más avanzadas del trabajo, junto a bloques de mármol en las primeras etapas de labrado (15).

No menos representativa del oficio es la postal que muestra a los ocho trabajadores (entre ellos a un joven aprendiz), de la firma Serra y Figueras posando frente a la puerta de taller. Justo en el acceso y estratégicamente colocadas, se distinguen algunas tumbas menores ya finalizadas. Sobre la puerta del taller en lugar bien visible y en letras de grandes dimensiones podemos leer E. Serra y J. Figueras Escultores marmolistas. Se graban lápidas y construyen panteones. Estátuas y demás trabajos artísticos sobre mármol, piedra a precios económicos. Carretera del Port y Villarroel 62 (16).

El trabajo que se lleva a cabo en un taller marmolista consta de diferentes grados de especialización por parte de los operarios, y conlleva un mayor o menor grado de dificultad y responsabilidad (17). La primera operación consiste en desbastar el bloque de mármol mediante la sierra a fin de aproximar la forma al boceto. A menudo para obtener mayor rentabilidad se cortaba el mármol sin tener en cuenta los accidentes del material lo cual, afectaba al resultado final. Una vez bosquejado el bloque de mármol se proseguía el trabajo de labrado mediante cuatro operaciones: grabado, cincelado, modelado y adorno y pulimento.

  • Grabado: consiste en grabar las inscripciones. En nuestro caso sobre las lápidas o panteones
  • Cincelado: trabajo del que se encargan los cinceladores utilizando hierros o cinceles. Los contornos circulares no se pueden cortar mediante sierras y el marmolista debe desbastar empleando los cinceles. Se trata una operación que requiere un buen conocimiento de la técnica y del oficio. Las formas cilíndricas se bosquejan con el cincel y los acabados pueden realizarse al torno.
  • Modelado y adorno: del modelado se ocupan los escultores. Consiste en dar forma definitiva al bloque que ya ha sido bosquejado en una primera fase del trabajo. Después del modelado interviene el adornista quien realiza un trabajo similar al del escultor empleando el cincel. El autor Sánchez Perez matiza que la acepción del término escultura equivale en este contexto a ornamentación. La operación de modelado y adorno es de especial interés para el tema que nos ocupa ya que son precisamente los operarios encargados de llevarla a cabo y no otros, los denominados escultores con independencia del tipo de formación que hayan recibido, o del tipo de material pétreo con el que estén trabajando.
  • Pulimento: finalmente los pulidores realizan el trabajo de pulir mediante cuatro operaciones

1.- asperonar: eliminar las asperezas de la superficie mediante el asperón

2.- apomazar es el siguiente paso y consiste en pulir la superficie utilizando piedra pómez humedecida

3.- Tras asperonar y apomazar se abrillanta frotando la superficie hasta que aparezca lustre con una muñeca que contiene polvos de esmeril y limaduras de hierro

4.- Las operaciones de pulimento finalizan con la aplicación sobre la superficie, de una mezcla de cera virgen y trementina

Cuando la obra está finalizada, es responsabilidad del industrial marmolista colocarla en su ubicación definitiva. Para levantarla se usa el tormo o la grúa (mecanismo a base de palancas, poleas y cuerdas) y para aproximar las piezas, el cabestrante o la cabria. Si el peso es considerable se emplea el gato, la cabria o el polispastos.

Las principales herramientas que encontramos en un taller marmolista son sierras, serruchos, artesas, cucharones, punteros, gradinas, dos dientes, cinceles, escofinas, limas, rodelas, rascadores, martillos, berbiquí, mazos, macetas, compases, reglas, escuadras, buriles, brocas, espiral, media caña, media caña gradina, calados, niveles de albañil de aire y de agua, violín entre otros.

El marmolista pasa por diferentes fases de aprendizaje iniciándose como joven aprendiz con el cincel y el mazo, bajo las indicaciones y supervisión del maestro. Tras años de aprendizaje llegará a adquirir el conocimiento necesario para asumir tareas más complejas que requieran mayor dominio de la técnica y del oficio. El proceso se basa en la práctica y la observación en el mismo taller.

Los talleres contaban con álbumes de láminas, grabados o fotografías de obras que se podían reproducir a petición del cliente. Tampoco podía faltar un catálogo de taller y un local de exposición permanente y venta en donde los potenciales clientes, podían elegir entre aquellas sepulturas o lápidas más solicitadas o entre modelos representativos del taller. La exposición permanente era junto con la publicidad impresa, un medio más de promoción.

A modo de conclusión

El funcionamiento de un taller marmolista no difiere del del escultor. Este se encarga de realizar el trabajo de mayor responsabilidad mientras que el resto de operaciones, recae sobre los ayudantes y aprendices. Aun así, existe una diferencia entre el marmolista y el escultor que puede tener su origen en la formación (en el taller en el caso del primero y en la academia en el caso del segundo), en el tipo de obras (de carácter más seriado en el caso del marmolista) y en la especialización en construcciones funerarias por parte de los talleres marmolistas. Habitualmente el industrial no limitaba su trabajo al ámbito arquitectónico u ornamental aunque ello no impidiera una estrecha colaboración con el escultor/artista.

En el taller del marmolista se realiza tal vez un trabajo más vinculado a un oficio que al ámbito de las Bellas Artes. La principal materia prima es el mármol aunque no exclusivamente (18).

Bajo mi punto de vista la respuesta a la pregunta ¿industriales o escultores? incluiría ambos términos ya que como hemos visto dentro de un taller marmolista, conviven distintas especialidades vinculadas a las diferentes operaciones de trabajo entre ellas, la de escultor entendiendo el término según la definición propuesta por la Real Academia de la Lengua Española: aquel que se dedica a la escultura. No cabe duda de que esta dedicación se encuentra dentro del ámbito de competencias del marmolista quien además en más de una ocasión, nos ha dejado como testimonio de su trabajo esculturas realmente notables.

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Como citar:

ALABERN, GÓMEZ, Mercè. (23 de julio de 2022). Talleres marmolistas como constructores de obras funerarias. ¿industriales o escultores?. Fenix-art. https://fenix-art.com/2022/07/23/talleres-marmolistas-como-constructores-de-obras-funerarias-industriales-o-escultores/

Referencias

(1) CLARASSÓ, Enrich. “La esculptura en la exposició de 1900”, Juventut, número 29, 30 d’agost de 1900, p. 456. Texto recogido y comentado por la historiadora del arte y máster en Gestión Cultural Montserrat O. A. @arte_ de_ fondo en «Escultura funeraria del cementerio de Montjuïc en el «fin- de- siècle«. Un estado de la cuestión» (Trabajo de Fin de Grado en Historia del Arte), Universitad de Barcelona, Facultad de Geografía e Historia, Departamento de Historia del Arte, Septiembre 2016 , p. 64

(2) GARCÍA-MARTÍN, Manuel. Relieves escultóricos de Barcelona, Barcelona, Catalana de Gas y Electricidad, DL 1983, p. 77. Texto recogido y comentado por Montserrat O. A.@ arte_ de_ fondo en «Escultura funeraria del cementerio de Montjuïc en el «fin- de- siècle«. Un estado de la cuestión» (Trabajo de Fin de Grado en Historia del Arte), Universitad de Barcelona, Facultad de Geografía e Historia, Departamento de Historia del Arte, Septiembre 2016 , p. 64

(3) PÉREZ SÁNCHEZ, Antonio. Manual del cantero y marmolista, Madrid, Biblioteca Enciclopédica Popular Ilustrada,  1884, p. 129-130

(4) Sociedad de Atracción de forasteros de Barcelona. Anuario de la ciudad, 1931-1933, Barcelona , Sociedad de Atracción de Forasteros, 1933 

(5) El estado de conservación que presenta en la actualidad el panteón Pahisa ha sido objeto de diversas críticas en las redes sociales. Más allá de esta cuestión que merecería un post aparte, es interesante determinar la relación existente entre Josep Casán y el taller Vídua de Josep Dalmau. El mismo escultor está implicado en la realización de la parte estatuaria de la tumba de los hermanos Lizé, situada en  la Via de Sant Joan, agrup. 9ª, núm. 82 del cementerio de Montjuïc y cuya ejecución, se encargó al taller marmolista de Enric Serra y Joan Figueres.  Sabemos gracias a la publicidad de la época que el marmolista Josep Dalmau, fue el sucesor de la firma Serra y Figueres y ello nos permite establecer una conexión entre Josep Casán y el taller Vídua Josep Dalmau a partir del taller Serra y Figueres. De hecho el panteón Pahisa, está firmado por Serra y Figueras

(6) Montserrat. O. A, @ arte_ de_ fondo determinó tras una exahustiva investigación, que se trata de dos escultores y no de uno solo como se cita en la mayoría de la bibliografía. Además la autora pone en duda la autoría de ambos en relación al ángel desconsolado del panteón Urrutiua, que atribuye a Josep Campeny en base a la estrecha relación de Campeny con Antoni Vila Palmés, arquitecto autor del proyecto del citado panteón, y por similitudes a nivel estilístico. Sobre esta cuestión ver O. A., Montserrat; GARCÍA Hugo. «The Urrutia Pantheon in the Montjuïc Cementery, Barcelona: Funerary Architecture and Sculpture, en Ancient Greek Art and European Funerary Art,  Cambridge, Evangelia Georgitsoyanni, 2019, p. 97 – 124 y O. A., Montserrat. «Escultura funeraria del cementerio de Montjuïc en el «fin- de- siècle«. Un estado de la cuestión» (Trabajo de Fin de Grado en Historia del Arte), Universitad de Barcelona, Facultad de Geografía e Historia, Departamento de Historia del Arte, Septiembre 2016, p. 88-89.

(7) Via de Sant Oleguer,  agrup. 4ª, núm. 32 del cementerio de Montjuïc

(8) Via de Sant Oleguer,  agrup. 5ª, núm. 139 del cementerio de Montjuïc

(9) Via de Santa Eulàlia,  agrup. 3ª, núm. 69 del cementerio de Montjuïc

(10) Núm. 4, dep. I del cementerio de Sant Andreu

(11) Via de Santa Eulàlia, agrup. 2ª, letra B. Tras una extensa investigación Montserrat O. A. @ arte_ de_ fondo, descubrió que esta escultura coronaba el desparecido panteón Puigventós obra de Domènec i Estapà y que se hallaba en la Via de Sant Oleguer, agrupación 5ª en el mismo cementerio de Montjuïc. Ver O. A., Montserrat. «Escultura funeraria del cementerio de Montjuïc en el «fin- de- siècle«. Un estado de la cuestión» (Trabajo de Fin de Grado en Historia del Arte), Universitad de Barcelona, Facultad de Geografía e Historia, Departamento de Historia del Arte, Septiembre 2016, p. 9; 20 y 361

(12)Via de Sant Joan, agrup. 9ª, núm. 86 del cementerio de Montjuïc

(13) Via de la Misericordia, agrup. 3ª, núm. 265 del cementerio de Montjuïc

(14) Anuario Asociación de Arquitectos de Cataluña, Barcelona, 1919, s/n 

(15) Recorte de prensa de 1916 en venta en Todocolección

(16)Tarjeta postal vendida en Todocolección

(17) Para redactar la parte relativa al trabajo del marmolista he consultado PÉREZ SÁNCHEZ, Antonio. Manual del cantero …, op. cit., p. 120 – 165

(18) En los cementerios de Barcelona nos encontramos con numerosos ejemplos de obras realizadas en caliza y piedra de Montjuïc. La caliza es una roca sedimentaria compuesta mayoritariamente por calcita. La piedra de Montjuïc es una arenisca, un gres cuarcítico,  también de origen sedimentario 

BIBLIOGRAFÍA

Anuario Asociación de Arquitectos de Cataluña, Barcelona, 1919, s/n

CLARASSÓ, Enrich. “La esculptura en la exposició de 1900”, Juventut, número 29, 30 d’agost de 1900, p. 456

GARCÍA-MARTÍN, Manuel. Relieves escultóricos de Barcelona, Barcelona, Catalana de Gas y Electricidad, DL 1983, p. 77

O. A., Montserrat. «Escultura funeraria del cementerio de Montjuïc en el «fin- de- siècle«. Un estado de la cuestión» (Trabajo de Fin de Grado en Historia del Arte), Universitad de Barcelona, Facultad de Geografía e Historia, Departamento de Historia del Arte, Septiembre 2016

O. A., Montserrat; GARCÍA Hugo. «The Urrutia Pantheon in the Montjuïc Cementery, Barcelona: Funerary Architecture and Sculpture, en Ancient Greek Art and European Funerary Art,  Cambridge, Evangelia Georgitsoyanni, 2019, p. 97 – 124

PÉREZ SÁNCHEZ, Antonio. Manual del cantero y marmolista, Madrid, Biblioteca Enciclopédica Popular Ilustrada,  1884

Sociedad de Atracción de forasteros de Barcelona. Anuario de la ciudad, 1931-1933, Barcelona , Sociedad de Atracción de Forasteros, 1933