La Galería de Paisajes de Aranjuez

Al tratar sobre la dehesa de Aranjuez hay que remontarse al periodo de los Reyes Católicos cuando Fernando el Católico, se convirtió en el administrador vitalicio de la Orden de Santiago que era la propietaria de la dehesa. En 1523 el papa Adriano VI incorporó a la corona de Castilla mediante la bula Dum intra las órdenes de Santiago, Calatrava y Alcántara en Carlos V y sus sucesores. La dehesa pronto se convirtió en uno de los parajes preferidos por los monarcas. Felipe II decidió acomodar el Palacio Maestral que se encontraba en mal estado de conservación, y emprender la construcción del Cuarto Real. Este “cuarto” se componía de una capilla, un cuerpo anexo, una galería abierta a un jardín y al piso principal, la cámara de la reina, la sala de los “alabarderos”, un dormitorio, un despacho y un salón o galería  principal que daba al jardín del rey. Este espacio era de grandes dimensiones y se iluminaba mediante siete ventanas. La tipología de galería era común en toda Europa durante el siglo XVI y en concreto, en los palacios de los Austrias españoles. En este salón de Aranjuez tenían lugar las ceremonias de corte, pero no se conoce exactamente cómo estaba decorado en tiempos de Felipe II.  Se trataba de un palacio que se usaba estacionalmente o sea que probablemente, estaría decorado con tapices, pinturas y cuadros solamente en los periodos de estancias reales.

Habrá que esperar hasta el reinado de Felipe IV con las campañas decorativas de Aranjuez, El Retiro y El  Alcázar, para conocer la decoración. La intención era por un lado, adecuar estos espacios a los nuevos gustos y por otro, convertirlos en ámbitos representativos de la monarquía. Se trataba de operaciones integrales es decir, se cubría la bóveda y los paramentos siguiendo el concepto unitario italiano.(1) Concretamente la decoración de la Galería de Paisajes o Salón de Aranjuez se llevó a cabo durante los últimos años del reinado de Felipe IV y no finalizó hasta 1664.

Durante los años que comprenen la década de 1630,  El Retiro había sustituido a Aranjuez en su función de casa de campo. Es por esta razón que muchas de las obras de la colección real, pasaron a El Retiro. Pero Felipe IV recuperará el interés por Aranjuez que se traducirá en su remodelación y redecoración. Años antes ya se había decorado El Buen Retiro y El Alcázar con espacios tan emblemáticos como el Salón de los Espejos, la Pieza Ochavada o la Pieza de la Torre.

Existe un documento conservado en el Archivo General del Palacio gracias al cual, se conoce la decoración y dimensiones del palacio. Del documento se desprende que no solo había pintura al óleo en los paramentos sino también una importante decoración en estuco en la cornisa. Aun así el documento no nombra para nada pintura al fresco. El encargado de realizar los estucos fue Giambattista Morelli a quien Velázquez debió de haber conocido en Roma, durante su segundo viaje a Italia. Morelli fue invitado a Madrid para llevar a cabo algunas obras. En 1663 tenemos las primeras noticias que lo relacionan con la decoración de la Galería de Aranjuez. En cuanto a la serie pictórica del salón, sabemos que se componía de paisajes, ruinas y mitologías, y que constaba de más de treinta obras creadas expresamente para decorar este espacio. Eran pinturas de diversos formatos que cubrían prácticamente todos los paramentos de los muros norte y sur.

La historiadora del arte Gloria Martínez Leiva (2) ha realizado  unos alzados virtuales que permiten aproximarnos al aspecto que debía de tener esta sala en tiempos de Felipe IV. Se ha partido de las indicaciones facilitadas por el Cargo de 1664 y  por la planta realizada por el arquitecto Juan Gómez de Mora en 1626. Seguidamente se citan las obras numeradas así como su ubicación en a la galería. Los esquemas con la correspondiente numeración se encuentran también en Tras el Centenario de Felipe IV. Jornadas de Iconografía y Coleccionismo y nos muestran la disposición de las obras según informa el Cargo de 1664. (3)

Gracias al inventario se conoce la ubicación exacta de las obras. En los testeros se encontraba el Retrato de la fuente de  Hércules [1] (perdido) y el Retrato de la fuente de los Tritones [2] (Museo del Prado, Madrid).

Sobre las obras del muro sur y entre las ventanas, el inventario informa que había un paisaje con La fabula de Latona [3] (Museo del Prado, Madrid) que no era un tema muy representado, pero que el pintor podría haberlo conocido a través de algunos tapices de El Alcázar relacionados con la historia de Diana. Otra obra es la Tempestad en el mar [4] (perdido) que podría tratarse de la de historia de Eneas y Dido durante el naufragio ocurrido frente a las costas licias. Sigue Un país en invierno [5] (perdido), El infierno [6] (perdido), Fábula de Céfalo y la  Aurora  [7] (perdido) y para finalizar, Un país de campo con la significación de la noche la fábula de Píramo y Tisbe [8] que podría tratarse de una obra descrita en la testamentaria de Carlos III.

El Cargo de 1664 pasa a inventariar las obras que se encontraban sobre las ventanas siguiendo el mismo orden de este a oeste y son: Un paisaje de campo [9 i 10] (Museo del Prado, Madrid) que por dimensiones y tema se pueden relacionar con dos obras que se encuentran hoy en el Museo del Prado y que se conocen como Un  paisaje con ermita sobre un monte, Paisaje con una mujer y un pastor ambas inventariadas en 1794. Sigue con Un retrato del Pardo [11], Un retrato del Retiro [12] ambas inventariadas en 1794. Se trata de la única referencia que tenemos acerca de estas dos obras. Se dice que uno de estos cuadros se encontraba en muy mal estado de conservación. Siguiendo el orden Un retrato de El Escorial [13] (Museo del Prado, Madrid), Un retrato de la casa Real del Campillo [14] (Museo del Prado, Madrid). Para finalizar Un retrato de un puerto de las tierras de Pontífice llamado Civitavecchia [15] (Museo del Prado, Madrid). Civitavecchia era uno de los Estados Pontificios en donde es probable que tanto Velázquez como del Mazo, hubieran realizado una estancia para llevar a cabo algún esbozo que posteriormente desarrollarían al llegar a España. Esta obra y las dos anteriores, permanecieron en Aranjuez hasta el 1818. Al año siguiente ya formaban parte del Museo del Prado.

El Cargo de pinturas sigue describiendo la decoración que se encontraba al principio y final del muro sur. En el extremo este Un país de campo y un riachuelo [16] y en el oeste  Una marina con su puerto [17]. No se conoce nada más acerca de estas dos pinturas.

Más adelante el Cargo cita las obras que se encontraban situadas sobre las cuatro sobrepuertas de los testeros y de las dos de la pared de las chimeneas. Las sobrepuertas de los testeros principal o este, estaban decoradas con dos cuadros de Perspectivas [18 y 19] (Museo del Prado, Madrid) que en el catálogo del Prado son los que aparecen como El Arco de Tito en Roma  y Edificio clásico con paisaje.

El testero oeste Una perspectica [20] (Museo del Prado, Madrid)  que actualmente recibe el nombre de  Mercurio y Herse. La obra estuvo atribuida a Velázquez hasta el catálogo del Prado de 1919. En 1794 todavía se encontraba en Aranjuez desde donde pasó directamente al Prado. El otro cuadro era Un jardín con casa de campo [21] (Museo del Prado, Madrid) conocido en los inventarios del Prado como Un jardín palatino.

En las sobrepuertas del muro de las chimeneas en el lado noroeste se encontraba Un jardín y un retrato del estanque del Buen Retiro [22] (Museo del Prado, Madrid): En los inventarios de Aranjuez de 1818 y 1834 esta obra se atribuía a Velázquez, atribución que se mantuvo hasta el año 1920.

En la sobrepuerta del lado noreste se encontraba Un paisaje de campo con un río [23]. Se desconoce su localización actual y ni tan siquiera aparece en los inventarios de 1794.

Para finalizar se describe la relación de obras que se hallaban en los muros de las chimeneas o muro norte. Se trataba de diez pinturas en total, de diferente formato. El cuadro localizado sobre la chimenea más cercana a la cámara del rey era Un paisaje de campo y en él cazando Diana y matando a un jabalí [24] (Museo del Prado, Madrid). Junto a él, Un paisaje de campo con una fuente grande y un estanque en el que se está bañando Diana y sus Ninfas [25]. Se trata de una iconografía muy común durante el Siglo de Oro español. El cuadro selocalizaba aún en a Aranjuez en 1794 pero no pasó al Prado, sino que permaneció en la colección real y actualmente forma parte de las colecciones del Patrimonio Nacional. A su lado se encontraba Un paisaje de campo con la fábula de Venus y Adonis muerto [26] (Museo del Prado, Madrid). Seguidamente Retrato de la calle de la reina que está en este sitio paseándola sus Majestades [27] (Museo del Prado, Madrid). La la obra se mencionaba en el inventario de Carlos III y durante mucho tiempo, se atribuyó a Velázquez. El siguiente cuadro era  Retrato del cenador y baranda que está en el canal del jardín de la Isla [28]. Esta pintura ya no se localizaba en el inventario de 1794. A continuación había obras del ciclo troyano Un puerto de mar con la fábula o historia de Dido y Eneas cuando se embarcaron [29] (Museo del Prado, Madrid). Seguido de Una tempestad en la tierra con la dicha fábula cuando la escondió en la cueva [30] (Museo del Prado, Madrid).

Junto a las obras sobre Troya se ubicaba Un paisaje con la fábula de Polifemo y Galatea [31], que estuvo en Aranjuez hasta 1818 pero que desapareció durante un incendio mientras se hallaba en depótsito en el Tribunal Supremo de Justicia en 1915. Al lado Paisaje con un río y ruinas de un puente y el dios Pan enseñando unos cupidillos [32] (Patrimonio Nacional). Cerraba la decoración del muro norte Un paisaje con la fábula de Mercurio y Argos [33] (Museo del Prado, Madrid).

Todas estas obras tienen en común que son representaciones de paisajes a excepción de algunos temas mitológicos. La decoración de salones con paisajes era corriente en los palacios de los Áustrias sobre todo en espacios destinados al ocio que se encontraban en contacto directo con la naturaleza. En el caso concreto de Aranjuez, este hecho todavía es más evidente porque se hallaba en contacto con el vergel (el jardín de la Isla) que lo rodeaba. No es casual que en los testeros (entrada y salida) figuraran los cuadros de las fuentes de Tritón y Hércules. Precisamente estas fuentes se encontraban en el Jardín de la Isla y daban entrada y salida. De esta manera el salón reproducía lo que se encontraba en el exterior. A más existían otras pinturas que ilustraban el Jardín de la Isla. Si se tiene en cuenta el color de los estucos y las obras, se debía crear la ilusión de hallarse en un jardín interior que era una obra en sí misma. Las preferencias de Felipe IV durante este periodo se encaminan hacia el paisaje en relación a la pintura italiana, y por una voluntad de recuperar la Antigüedad. Ambos aspectos los vemos bien reflejados en la decoración de este espacio del palacio.

Hay que aclarar que la única vinculación con Hércules se encuentra solo en una obra ya que los restantes temas, giran en torno a las consecuencias trágicas del amor. En este caso no se trataba de obras de exaltación a la monarquía y hay que tenerlo en cuenta ya que se trataba de un espacio dedicado a las recepciones y actos públicos. Se cree que en este caso lo que se pretendía era enfatizar el carácter de ocio de la residencia.

Acerca de la autoría de las obras que decoran la galería, no existe un concenso general. Unos autores las atribuyen a Juan Bautista del Mazo mientras que otros, a  Benito Manuel de Agüero. Si se consultan los inventarios del Prado y del Patrimonio Nacional,  las autorías se dividen casi a partes iguales y se basan en el documento hallado en el Archivo General de Palacio. En 1700 Gaspar del Mazo hijo de Juan Bautista del Mazo, redactó el inventario de las obras que se encontraban en Aranjuez a la muerte de Carlos II. En este inventario los treinta y tres cuadros están atribuidos a Agüero. Pero hay que tener en cuenta que Juan Bautista del Mazo podría haberlos pintado también en colaboración con otro artista que podía ser de Agüero. Mazo estuvo en Italia, copió paisajes de Rubens y Tiziano y algunos de los elementos o personajes de estas obras, fueron posteriomente utilizados en los cuadros de esta galería. Es el caso de la figura de Venus de La ofrenda de Venus de Tiziano. Se trata de la misma Venus que aparece en  El estanque del Retiro. También es el caso de la ninfa de la Bacanal de Tiziano cuyo parecido con la que aparece en Paisaje con ninfa y un pastor, es muy evidente.

Las obras podían haberse realizado en colaboración entre los dos artistas aunque existe una cierta unidad estilística, que ha llevado a plantear la posibilidad de que el conjunto fuera obra de la misma mano.

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Referencias

(1)VV.AA. Tras el Centenario de Felipe IV. Jornadas de Iconografía y Coleccionismo , Madrid, Fundación Universitaria Española, 2006, p. 272

(2) Ibidem, p. 276

(3) Ibidem, p. 298-299; 301

BIBLIOGRAFÍA

VV.AA. Tras el Centenario de Felipe IV. Jornadas de Iconografía y Coleccionismo , Madrid, Fundación Universitaria Española, 2006