La entrada de la Casa de l´Ardiaca, uno de los primeros ejemplos «a la romana» en Cataluña

Al pasar por la calle de Santa Llúcia nº 1 en el casco antiguo de Barcelona, siempre vemos hacer referencia al célebre buzón modernista obra de Domènech i Montaner, pero rara vez se menciona la relevancia a nivel arquitectónico que supone la entrada de la Casa de l´Ardiaca. Cierto que se alude a su estilo renacentista pero se omite, que se trata de uno de los primeros testimonios renacentistas en Cataluña.

Acceso a la Casa de l´Ardiaca actualmente sede de l´Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona. Se trata de uno de los primeros ejemplos de la aplicación de modelos renacentistas (a la romana) en Cataluña

La Casa de l´Ardiaca es actualmente la sede del Arxiu Històric de Barcelona. Cuando el Ayuntamiento reorganizó la totalidad de su archivo en 1917, decidió instalar los fondos históricos municipales en este edifico el cual, fue adquirido por el Ayuntamiento en 1919. L´Arxiu Històric de Barcelona es uno de los centros de conservación de patrimonio documental más importantes de Cataluña, y mantiene un papel crucial en la investigación, divulgación y conservación del patrimonio documental.

La Casa de l´Ardiaca tiene una larga historia tras de si. Su interior alberga una parte de la antigua muralla romana y fue residencia del arcediano Lluís Desplà a finales del siglo XV, cuando se realizó la entrada renacentista. Durante la desamortización de Mendizábal pasó a manos burguesas y en 1895, se convirtió en sede del Col.legi d´Advocats de Barcelona. De este periodo data el célebre buzón diseñado por el arquitecto Lluís Domènech i Montanter, y realizado por el escultor Alfons Jujol. Domènech i Montaner habría querido simbolizar dos características relacionadas con la abogacía. Por una parte la representación de las golondrinas aludiría a lo alto que vuela la Justicia, pero por otra y como contrapartida, la tortuga representaría la lentitud de los procesos judiciales.

Desplà (1444 – 1524) fue canónigo y Arcediano Major de Barcelona.(1) Viajó a Roma en dos ocasiones la primera, tras su nombramiento en 1474 y la segunda, en 1478 para tratar unos asuntos relacionados con la introducción de la Inquisición. Parece ser que en realidad este segundo viaje tenía como objetivo solventar las desavenencias entre el capítulo y el arzobispo, a causa de la venta de censos.(2)

De formación humanista y erudita, las estancias de Desplà en Roma le permitieron conocer de primera mano la vanguardia italiana y más concretamente, los modelos que se estaban realizando en Roma. Entre sus proyectos arquitectónicos cabe mencionar la reedificación de la ermita de Sant Julià de Montjuïc, la reforma de la Casa de l´Ardiaca (edificio que adquirió en 1490), la reforma de la Casa Gralla y la supervisión del nuevo monasterio de Montserrat. Desplà fue el comitente de la célebre La Pietat Desplà que encargó al pintor Bartolomé Bermejo. Así mismo formó parte del comité de canónigos del capítulo de la catedral de Barcelona, que encargó la realización del extraordinario coro renacentista al escultor Bartolomé Ordóñez.

Lluís Desplà desarrolló una sensibilidad artística que le permitió reunir una colección obras clásicas. Se documenta que poseía un sarcófago romano con escenas de la caza de león (3) que hizo trasladar desde L´Alberch del Sagristà, y que posiblemente instaló en el patio de la Casa de l´Ardiaca, como pila de una fuente.(4) Poseía así mismo tres lápidas con inscripciones, más otro sarcófago que adquirió del capítulo en 1503 y que trasladó a Alella, para adaptarlo como fuente el huerto de la rectoría.(5) Con estos antecedentes no es de extrañar que su sensibilidad hacia los modelos clásicos, le impulsaran a incorporar elementos renacentistas en la reforma que llevó a cabo en La Casa de l´Arciada a partir de 1490.

El Renacimiento en Cataluña

En Italia el modelo clásico se conocía por medio del estudio directo del mundo antiguo o a través de la teoría como por ejemplo, gracias al tratado de Vitruvio.(6) El modelo clásico se difunde por el resto de Europa mediante las ilustraciones o los tratados del siglo XVI los cuales, tomaron como referente la obra de Vitruvio.

A finales del siglo XV triunfa el grutesco con referentes directos en la Domus Aurea de Nerón. Los grutescos son representaciones de figuras fantásticas, mezcladas con elementos vegetales y junto con los órdenes arquitectónicos clásicos, fueron uno de los primeros motivos que se exportaron a Europa.

En el caso de Cataluña la arquitectura italiana llegó a través de las imágenes que ilustraban los tratados de arquitectura. Hay que matizar que en la época nunca se utilizó el calificativo de «renacentista» sino que se usaba la expresión «a la romana», para referirse a estos nuevos modelos llegados de Italia. Estos modelos clásicos se introdujeron muy lentamente en la arquitectura catalana, y se empezaron a aplicar de manera muy superficial. La falta de una base de humanista y de un conocimiento directo de los referentes clásicos, dieron como resultado esta superficialidad y las nuevas formas renacentistas, se empezarán a incorporar exclusivamente en el ámbito decorativo y no estructural. Además en Cataluña, se observa una cierta resistencia a abandonar las formas góticas. El resultado será una arquitectura caracterizada por su heterogeneidad, con la inclusión de los órdenes arquitectónicos clásicos o motivos renacentistas, incorporados al gótico.

En cuanto a la arquitectura religiosa, se mezcla el lenguaje renacentista con las cubiertas góticas. Ello se debe a la dificultad que suponía para los maestros, aplicar las vueltas de cañón y arista recuperadas por Brunelleschi e inspiradas en el mundo antiguo. Les resultaba mucho más fácil incorporar elementos renacentistas a nivel decorativo que estructural. Las cubiertas góticas las cuales permitían dotar de mayor altura los edificios, seguirán vigentes junto con arcos y pilastras clásicas.

Al tratar sobre el Renacimiento en tierras catalanas no se puede obviar L´Escola del Camp de Tarragona, que nace en torno a la figura de Antoni Agustí, arzobispo de Tarragona y de Rafael Joan Gili, arcediano de la catedral de Tarragona. Esta Escuela estaba integrada por un grupo de humanistas, quienes serán los pioneros en la correcta aplicación de la arquitectura renacentista, a partir del estudio de los tratados arquitectónicos y en concreto, del de Serlio (7) y posteriormente el de Vignola (8) el cual, enfatiza en la forma correcta de aplicar los órdenes clásicos.

Las primeras manifestaciones renacentistas las encontramos en la arquitectura doméstica y más concretamente, en la entrada de la Casa de l´Ardiaca aunque aplicada de manera muy puntual y no estructural. La reforma de Desplà se basaba en el estilo gótico, pero incorporando los primeros elementos decorativos «a la romana».(9) La entrada está flanqueada por dos pilastras y un frontón clásico con el escudo de los Desplà, sostenido por dos arpías. Estas pilastras se hallan sobre un pequeño zócalo y pedestal, y se encuentran decoradas con grutescos a lo largo del fuste. Este tipo de decoración nunca se hubiera realizado en Italia, en donde no se contemplaba la inclusión de grutescos en los fustes. Así mismo los capiteles corintios ponen de manifiesto que los maestros, no conocían de primera mano el arte italiano.

El friso está decorado con una sucesión de bucráneos y guirlandas. Los bucráneos representaban los cráneos de los bóvidos sacrificados durante los ritos celebrados para conmemorar las festividades de los dioses. En principio tenían un carácter sagrado, aunque no siempre fueron utilizados en este contexto. Las guirlandas adornaban a estos animales destinados al sacrificio, y representaban un símbolo de abundancia y bendición. Encontramos ejemplos de ellas en el Ara Pacis o en las metopas de la Basílica Emilia.

Friso con bucráneos y guirlandas y capiteles coríntios. En el frontón, encontramos el escudo de los Desplà sostenido por dos arpías.

La Casa de l´Ardiaca sede de l´ Arxiu Històric de Barcelona es de visita obligada y no solo para admirar el célebre buzón de Domènech y Montaner, al cual ni mucho menos deseo restarle mérito, sino también para admirar la entrada renacentista. Esta representa uno de los primeros testimonios de la aplicación de modelos «a la romana» en Cataluña.

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Referencias

(1) CARBONELL i BUADES, M. «Bartolomé Ordóñez i el cor de la catedral de Barcelona», en LOCVS AMOENVS 5, Bellaterra, Universitat Autònoma de Barcelona, 2000 – 2001, p. 128
(2) Ibidem, p. 128, nota 82
(3) Actualmente en el Museo Arqueológico de Cataluña
(4) CLAVERIA, Montserrat. «La reutilización de sarcófagos romanos en Cataluña», en AnMurcia, 13- 14, Murcia, Universidad de Murcia, 1997 – 1998, p. 247
(5) Ibidem, p. 247
(6) Lucio Marco Vitruvio Pollión es el autor de De Architectura obra escrita a principios del siglo I d. C. Se trata del único tratado de arquitectura de la Antigüedad que ha llegado hasta nosotros. Compuesto por diez libros en donde trata acerca de todos los aspectos relacionados con la arquitectura, regula y desarrolla las propiedades de cada orden arquitectónico. La obra de Vitruvio empezó a conocer la fama durante la época carolingia pero será sobre todo durante el Renacimiento, que se convertirá en un referente tanto teórico como práctico
(7) Sebastiano Serlio (1475 – 1552) publicó I Sette libri dell’architettura obra que será un referente en toda Europa desde finales del siglo XVI y durante todo el siglo XVII
(8) Giacomo Barozzi da Vignola (1507 – 1573). En 1562 publicó el tratado Regola delli Cinque Ordini d´Arquitettura
(9) La primera noticia documental sobre la reforma data de 1507 y se refiere a la compra de dos columnas de mármol, para instalarlas en el porche. CABALLÉ, Francesc; GONZÁLEZ, Reinald. La Casa de l´Ardiaca de Barcelona. Dos mil anys d´història, Barcelona, Ajuntament de Barcelona/Arxiu de la Ciutat de Barcelona, 2018, p. 96

BIBLIOGRAFÍA

AINAUD DE LASARTE, J. Cataluña. El Renacimiento, el Barroco y el Neoclásico, vol. II, «Tierras de España», Fundación Juan March, Noguer, Barcelona, 1978
CABALLÉ, Francesc; GONZÁLEZ, Reinald. La Casa de l´Ardiaca de Barcelona. Dos mil anys d´història, Barcelona, Ajuntament de Barcelona/Arxiu de la Ciutat de Barcelona, 2018
CARBONELL i BUADES, M. «Bartolomé Ordóñez i el cor de la catedral de Barcelona», en LOCVS AMOENVS 5, Bellaterra, Universitat Autònoma de Barcelona, 2000 – 2001, p. 117 – 147
CATALÀ i ROCA, Pere(Coord.). Catàleg de monuments i conjunts històrico-artístics de Catalunya, Direcció General de Patrimoni Cultural, Servei de Patrimoni Arquitectònic de Catalunya, Generalitat de Catalunya, Barcelona, 1990
CHUECA GOITIA, F. «La arquitectura del siglo XVI», en Ars Hispaniae, Madrid, 1953
CLAVERIA, Montserrat. «La reutilización de sarcófagos romanos en Cataluña», en AnMurcia, 13- 14, Murcia, Universidad de Murcia, 1997 – 1998, p. 241 – 250
DD.AA. El siglo del Renacimiento, Madrid, Akal, 1998
GABRIEL, Pere (dir.). Renaixement i Barroc. Segles XVI-XVII, «Història de la cultura catalana», vol. II, Barcelona, Edicions 62, 1997
GARRIGA i RIERA, J.»Continuidad tipológica en la arquitectura religiosa del siglo XI en Cataluña» en Arte Gótico Postmedieval, C.E.H.A., Segovia 7-8 junio, 1985, Segovia, Caja de Ahorros de Segovia, 1987, p. 133 – 139
GARRIGA i RIERA, J. L´época del Renaixement, s. XVI, «Història de l´Art Català, vol. IV, Barcelona, Edicions 62, 1986
MARTINELL, César. L´Art Renaixentista i Barroc, «Art Català», vol. II, Barcelona, Aymà, 1958
SEBASTIÁN, Santiago. Arte y Humanismo, Madrid, Cátedra, 1978
SUMMERSON, John. El lenguaje clásico de la arquitectura. De L.B. Alberti a Le Corbusier. Barcelona, Editorial Gustavo Gili, S.A., 1978

La iglesia del monasterio de Santa María de Pedralbes. Una construcción particular del gótico catalán

El monasterio de Santa María de Pedralbes fue fundado por la reina Elisenda de Montcada (1292 – 1364). Se trata de una fundación del segundo orden de san Francisco según la regla de Urbano IV, aprobada en 1263 a través de la bula Beata Clara. Esta regla dejaba a los monasterios femeninos bajo la dependencia del cardenal protector, en lugar de quedar sujetos como hasta entonces a la jurisdicción de los framenores. Así mismo se trataba de una regla más permisiva en cuanto a la posesión de ciertas rentas. La regla de Urbano IV se recoge en un códice conservado en el monasterio que consta de veintiséis apartados y es la versión en catalán más antigua que conocemos, así como la primera que regula en enclaustramiento riguroso. Las monjas realizaban votos de pobreza, castidad, obediencia y clausura. (1)

Vista de la iglesia de Santa María de Pedralbes en 1881. Foto de uno de los paneles informativos que se encuentran en el monasterio. Original en l´Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona, AF. D15401

El objetivo de construir este monasterio era claro y así lo manifestó la misma reina Elisenda de Montcada: Ci ve so que Nós per nostres merits no podem aconseguir, almenys per devotes pregaries d´aquelles conseguescam.(2) Es decir, la obtención de beneficios espirituales tanto para la fundadora como para los suyos, a través de las plegarias y oraciones constantes de las monjas. La fundación de misas y aniversarios pro anima defunctis era cada vez más frecuente entre las clases altas de la sociedad y el recordar a los que han realizado en tránsito, será el trabajo habitual en la clausura. Era importante mantener la memoria de los fundadores para cuando llegara la hora del Juicio Final. También recordar al difunto en relación con su fundación, así como el recuerdo individual vinculado a su linaje.(3) La elección de la orden franciscana no eras casual ni aleatoria. Existe una larga tradición vinculada a esta orden entre los miembros de la familia real de Aragón. Así mismo durante el siglo XIV se irán estableciendo por todo el territorio de Cataluña, diversas fundaciones monásticas de la orden de Santa Clara.(4)

Altar mayor. A mano derecha el sepulcro bifaz de la reina Elisenda. La cercanía al altar repercutía en los beneficios espirituales que recibía el difunto
Bula fundacional del Real Monasterio de Santa María de Pedralbes, 1 de febrero de 1325. Facsímil. El papa Juan XXII concede la autorización a la reina Elisenda de Montcada para fundar un monasterio de monjas clarisas en la provincia eclesiástica de la Tarraconense

El primer documento que refleja la intención por parte de la reina Elisenda de fundar un monasterio, data del diciembre de 1325 y cuenta con la aprobación del rey. (5) El 17 y 24 de enero del año siguiente* la reina adquiere una masía en Pedralbes propiedad del almirante Bernat de Sarrià, quien ostentaba entre otros cargos, el de consejero de Jaime II. La reina obtiene además la tenencia de la masía a Elisenda, viuda de Arnau de Pedralbes y a su hijo Bernat.(6) Antes de realizar la nueva fundación, era necesario la obtención de la correspondiente licencia papal. El 1 de febrero de 1325 Juan XXII autorizó a la reina a construir el monasterio a condición de dotarlo con sus bienes. El inicio de la construcción no se demoró y el 1 de julio de 1326, cuando la primera piedra ya se había colocado,(7) se obtiene el conocimiento y sanción del lugar escogido por parte del ministro provincial fra Ramon Bancal, acompañado por los frailes menores fra Arnau de Canelles, fra Berenguer Folcini y fra Pere Comadella. El provincial designaba como a directores de la obra, al capellán de la reina Ferrer Peyró y al tesorero Domènec Granyena.

Edificio conocido como «El Conventet» incorpora elementos procedentes del templo románico de Santa Maria de Besalú. Este edificio situado en la Baixada del Monestir acogía a los monjes franciscanos destacados en el monasterio de Pedralbes

La fecha de consagración tuvo lugar el 3 de mayo de 1327. Aquel mismo día y bajo la autoridad de la abadesa Sobirana d´Olzet, entraron catorce monjas y quince novicias procedentes del convento de clarisas de Barcelona. Aún así, la construcción no estaría totalmente finalizada. Probablemente solo el presbiterio de la iglesia y otras dependencias básicas para el funcionamiento de la comunidad, se hallarían terminadas. El convento funcionaría plenamente en 1334 y la iglesia, quedaría finalizada en 1348.(8) Aún así se trata de un tiempo récord para la construcción de un edificio. Esta rapidez probablemente estuvo motivada por la certeza de que al rey le quedaba poco tiempo de vida. Jaime II murió el 2 de noviembre de 1327, seis meses después de la consagración. A pesar de ello dejó listo todo lo necesario para el desarrollo del culto. Es de suponer que la reina Elisenda querría tenerlo todo listo antes de la muerte del rey.

Vista de la iglesia desde el claustro
Interior de la iglesia del Real Monasterio de Santa María de Pedralbes. Nave única con capillas laterales entre contrafuertes. Cabecera poligonal.

La reina disponía de un espacio propio anexo al monasterio, con una capilla consagrada a san Nicolás. El papa Juan XXII le concedió además diversos privilegios y concesiones apostólicas, a fin de intensificar las devociones y suavizar las duras condiciones de vida de las monjas, sobre todo en aquello concerniente al enclaustramiento. Elisenda de Montcada obtuvo además un permiso especial del papa para acceder a la zona de clausura, en donde podía entrar acompañada de algunas damas honestas. Incluso obtuvo el permiso necesario para comer con algunas acompañantes tres o cuatro veces al mes en el refectorio y dormir en la zona de clausura.(9)

Vista exterior de la iglesia del monasterio. Se observa el espacio de las capillas laterales entre los contrafuertes de la nave

A pesar de residir en el monasterio, Elisenda de Montcada no rompió nunca los vínculos ni con su familia ni con la corte. Desde el mismo monasterio en donde se encontraba retirada, siguió manteniendo contacto con la familia real y con el exterior. Las obras de construcción del edificio seguían adelante y la documentación de la época pone de manifiesto que la reina siguió solicitando privilegios para Pedralbes o confirmando los que ya tenía.
En cuanto a la arquitectura, la iglesia de Santa María de Pedralbes es un edificio de nave única cubierta con bóveda de crucería. Esta nave presenta siete tramos con capillas laterales entre los contrafuertes, tres por cada lado en los primeros tres tramos de la nave. Los últimos tres tramos corresponden al coro de clausura. La cabecera de forma poligonal presenta siete lados. El presbiterio mediante unos escalones de acceso, se halla a mayor altura que el resto de la nave.

Coro alto y bajo situado a los pies de la iglesia y destinado a las monjas. Este espacio se halla segregado del resto del templo por un muro y celosías

La anchura de la nave es de 12,84 metros y con las capillas incluidas mide un total de 19,84 metros. La longitud es de 56 metros de los cuales 11 corresponden al presbiterio y 26,30 al espacio central. El resto corresponde al coro de clausura. La altura de la nave es de 21,20 metros. (10)

La iglesia del monasterio de Santa María de Pedralbes es un edificio que encaja dentro de los esquemas del gótico catalán así como en los ideales de las órdenes mendicantes, pero con ciertas particularidades que la convierten en una construcción peculiar. Nos referimos a las oberturas circulares en las capillas laterales y al doble nivel de ventanas (circulares y ojivales), en la cabecera. Esta distribución era corriente en edificios góticos de diversas naves o nave única con capillas en la cabecera, pero no en un edificio de nave única y cabecera poligonal sin capillas.(11) Tampoco es corriente encontrar tres coros. El central corresponde a los franciscanos destacados en Pedralbes y los dos restantes, uno alto y otro bajo, destinados a las monjas y separados de los fieles por un muro de reja y celosía.

Vista exterior de la iglesia hacia el ángulo de la cabecera
Especulum, inventario de los bienes y rentas del monasterio redactado por el notario de Barcelona Francesc Taraffa en 1327, año de la fundación del monasterio. Real Monasterio de Santa María de Pedralbes

La autoría de la obra es muy discutida. Según el testimonio de sor Eulália de Anzizu, el Sr. Mestres era del parecer que el arquitecto fue Guillem Abiel. Pero por unas cartas del provincial de los Menores de Aragón, P. Fr. Ramón Bancal, se dice que se designó a Ferrer Peyró y Domingo Granyera directores de la obra.(12) Se ha propuesto y no sin cierta lógica que al tratarse una fundación real, el arquitecto había de ser un maestro cercano a la corte. En este sentido Jaume del Rei a veces citado también con el nombre de Pere, podía ser un posible candidato. De él sabemos que en 1361, deviene maestro de obras real.(13) A su muerte en 1330, lo sustituye en el cargo Pere d´Olivera. De entre estos dos maestros, parece que Pere del Rei sería el candidato más probable ya que como apunta la Dra. Francesca Español, en el necrológico de Pedralbes se encuentra documentada la dedicación a un aniversario el día 8 de abril a nombre de Pere del Rei. Desde época románica los artífices podían obtener beneficios espirituales por parte de la comunidad encargada de la obra que habían construido, mediante la conmemoración perpetua del día de su fallecimiento. Pero como puntualiza Francesca Español este dato no es concluyente para la atribución del arquitecto de Pedralbes porque el apellido Rei, se podía vincular también a los artífices que trabajaban para el monarca.(14)

La iglesia del monasterio de Santa María de Pedralbes es uno de los centros de interés cultural de la ciudad de Barcelona. Sus particularidades arquitectónicas, la convierten en un edificio singular dentro del gótico catalán.

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Referencias

(1) Para más información referente a la reglamentación del monasterio, ver CASTELLANO- TRESSERA, Anna. Pedralbes a l´Edat Mitjana. Història d´un monestir femení, Barcelona, Publicacions de l´Abadia de Montserrat, 1998, p. 44 – 77
(2) Ibidem, p. 13.
(3) SANTJUST I LATORRE, Cristina. L´obra del Reial Monestir de Santa Maria de Pedralbes des de la seva fundació fins el segle XVI. Un Monestir Reial per a l´orde de les clarisses a Catalunya, Barcelona, Universitat Autònoma de Barcelona (tesis doctoral), 2008, p. 26 – 27.
(4) CASTELLANO TRESSERA, Anna. Pedralbes a l´Edat Mitjana…, op. cit., p. 24; 27
(5) ESPAÑOL I BELTRÁN, Francesca. «Un cert perfil d´Elisenda de Montcada» en Elisenda de Montcada una reina lleidatana i la fundació del Reial Monestir de Pedralbes, Lleida, Publicacions dels Amics de la Seu Vella, 1997, p. 24.
(6) ORTOLL, Ernest. «L´església de Santa Maria de Pedralbes» en Elisenda de Montcada una reina lleidatana i la fundació del Reial Monestir de Pedralbes, Lleida, Publicacions dels Amics de la Seu de Lleida, 1997, p. 40
(7) La primera piedra se colocó el 26 de marzo de 1326. ESPAÑOL I BELTRÁN, Francesca. «Un cert perfil …», op. cit., p. 24
(8) ORTOLL, Ernest. «L´església de Santa Maria…», op. cit., p. 42
(9) CASTELLANO TRESSERA, Anna. Pedralbes a l´Edat Mitjana…, op. cit., p. 58
(10) ORTOLL, Ernest. «L´església de Santa Maria…», op. cit., p. 46
(11) Ibidem, p. 46.
(12) ANZIZU, Eulàlia. Fulles històriques del Reial Monestir de Santa Maria de Pedralbes, Barcelona, Estampa de F. Xavier Altés, 1897, p. 15
(13) ESPAÑOL I BERTRÁN, Francesca. «El lideratge estètic de Jaume II en l´assumpció del gòtic» en El Gòtic Català, Barcelona, Angle Editorial, 2002, p. 72.
(14) Ibidem, p. 72.

BIBLIOGRAFÍA

ANZIZU, Eulàlia. Fulles històriques del Reial Monestir de Santa Maria de Pedralbes, Barcelona, Estampa de F.Xavier Altés, 1897, p. 15 y 29-31 y 68
CASTELLANO- TRESSERA, Anna. Pedralbes a l´Edat Mitjana. Història d´un monestir femení, Barcelona, Publicacions de l´Abadia de Montserrat, 1998
ESPAÑOL I BELTRÁN, Francesca. «Un cert perfil d´Elisenda de Montcada» en Elisenda de Montcada una reina lleidatana i la fundació del Reial Monestir de Pedralbes, Lleida, Publicacions dels Amics de la Seu Vella, 1997, p. 11 – 37
ESPAÑOL I BERTRÁN, Francesca. «El lideratge estètic de Jaume II en l´assumpció del gòtic» en El Gòtic Català, Barcelona, Angle Editorial, 2002, p. 39 – 75
ORTOLL, Ernest. «L´església de Santa Maria de Pedralbes» en Elisenda de Montcada una reina lleidatana i la fundació del Reial Monestir de Pedralbes, Lleida, Publicacions dels Amics de la Seu de Lleida, 1997, p. 39 – 57
SANTJUST I LATORRE, Cristina. L´obra del Reial Monestir de Santa Maria de Pedralbes des de la seva fundació fins el segle XVI. Un Monestir Reial per a l´orde de les clarisses a Catalunya, Barcelona, Universitat Autònoma de Barcelona (tesis doctoral), 2008

El cementerio de Poblenou, un proyecto neoclásico de Antonio Ginesi

Este artículo se centrare solamente en la parte más antigua del recinto funeraio esto es, la proyectada por el arquitecto italiano Antonio Ginesi en 1818 y que corresponde al actual departamento I.

Con anterioridad a la construcción de los cementerios municipales, las inhumaciones se realizaban dentro de las iglesias para las clases sociales más elevadas y para el resto de la población, el lugar destinado correspondía a las fosas o cementerios parroquiales. Este modelo de inhumación empezó a cuestionarse a mediados del siglo XVIII por las corrientes higienistas, que reclamaban la necesidad de enterrar a los difuntos lejos de los núcleos de población. Esta reclamación será finalmente atendida por ley, con la consecuente desaparición lenta y progresiva de los cementerios parroquiales dando lugar al nacimiento de los cementerios municipales.(1)

En el caso de Barcelona los difuntos eran enterrados en las fosas de las parroquias de Santa Maria del Mar, Santa Maria del Pí, Sant Cugat, Sant Pere de les Puel.les, Sant Just i Pastor, Sant Miquel y Sant Jaume. (2) El importante crecimiento demográfico experimentado a lo largo del siglo XVIII en una ciudad todavía comprimida dentro de las murallas medievales, obligaba a vaciar con regularidad las fosas de los diferentes cementerios parroquiales.(3) Siguiendo las corrientes higienistas, los médicos reclamaban la necesidad de ubicar los cementerios lejos de los núcleos de población. Frente a esta necesidad el obispo de Barcelona Josep Climent i Avinet (1706-1781), decidió en 1775 construir el primer cementerio extramuros de Barcelona, en un terreno situado en Sant Martí de Provençals. El Cementiri del Bisbe Climent fue uno de los primeros cementerios de Europa construido fuera murallas (4) y anterior a la prohibición por ley, de enterrar dentro de los núcleos de población. Por su modernidad esta iniciativa provocó un fuerte rechazo entre la población que no aceptaba enterrar a sus difuntos lejos del amparo de un centro religioso. En 1807 el cementerio se hallaba en un lamentable estado de abandono.

El proyecto del bisbe Climent respondía a la urgencia de descongestionar una ciudad con una población creciente, embutida dentro de las murallas medievales y con unas condiciones de insalubridad alarmantes. Se llevaron a cabo diversas iniciativas urbanísticas para descongestionar la ciudad entre ellas, la construcción de un nuevo cementerio fuera de las murallas. En 1815 el Capitán General de Cataluña, Francisco Javier Castaños, exigió el
cumplimiento de la ley que prohibía enterrar dentro de las ciudades.(5) Esta exigencia se materializó en 1818 en tiempos del obispo Sitjar, con la construcción de un nuevo cementerio de estilo neoclásico, proyectado por el arquitecto italiano Antonio Ginesi, y que se alzaba sobre los restos del antiguo cementerio del obispo Climent.

El academicismo del siglo XVIII desembocará en el estilo neoclásico que busca sus referentes en el arte de Roma y Grecia clásica, con un claro predominio de orden, simetría y proporción. Este movimiento artístico tuvo una corta vida en Cataluña. Penetró hacia 1815 y finalizó en 1835 cuando dio paso al movimiento romántico. Los modelos neoclásicos se introdujeron gracias a la Junta de Comerç, que becaba a Roma a los alumnos más aventajados. Los referentes principales fueron los escultores Canova y Thorvaldsen, así como la renovación que supuso el descubrimiento de Herculano en 1738 y Pompeya en 1748.

El proyecto de Ginesi incluía además elementos tanto arquitectónicos como decorativos, procedentes de la cultura egipcia. Este factor generó un profundo rechazo entre un sector de la población, que no estaba acostumbrado a ver determinados modelos incorporados dentro el neoclásico. Esta inclusión se explica por el hecho de que Ginesi había viajado por Egipto y Grecia, además de que la presencia de potencias militares en Extremo Oriente, favorecía la difusión de referentes orientales dentro del neoclásico.(6)

Siguiendo estos principios neoclasicistas Ginesi diseñó un recinto ordenado, simétrico, proporcionado, de planta rectangular, con dos calles principales que se cruzan perpendicularmente en el centro del recinto y que dan lugar a cuatro islas iguales. Su referente fue el cementerio de Liborno.(7)

La fachada presenta una clara simetría con predomino de la horizontalidad siguiendo el precepto de orden y simetría. Encontramos un referente a los modelos egipcios en la casa del capellán y del guardia, diseñadas en forma de pirámide situada en la fachada y una clara alusión al neoclásico, en el uso del orden dórico. En 1840 Josep Mas i Vila realizó la puerta de acceso al recinto, basándose en el diseño de Ginesi. En 1866 sobre pórtico de acceso se colocó el imponente Ángel del Juicio Final obra de Agapit Vallmitjana Barbany. Quiero agradecer a la historiadora @arte_de_fondo el haberme facilitado esta información referente a la autoría, y me haya hecho notar el error comúnmente aceptado en la bibliografía que atribuye el Ángel del Juicio Final a Venanci Vallmitjana. Desde @arte_de_fondo se ha realizado un importante trabajo de campo en los cementerios de Barcelona sobre escultura funeraria que ha permitido corregir muchos de los errores comúnmente aceptados. Así mismo me ha indicado que Agapit Vallmitjana firmó durante un corto periodo de tiempo, como AV. tal y como aparece en el extremo inferior derecho del Ángel del Juicio Final. La firma de su hermano Venanci es muy similar y de ahí que se prestara a la confusión. Me parece importante corregir este error en la autoría de la obra porque finalmente se acaba aceptando como correcta una información que no lo es.(8)

Ángel del Juicio Final de Agapit Vallmitjana sobre el pórtico de acceso al cementerio

Los cementerios municipales contarán con un reglamento que regirá su correcto funcionamiento. La salud pública pasará a ser un tema prioritario el cual, quedará
ampliamente reflejado en dichas reglamentaciones. La figura de médico va adquiriendo mayor relevancia en un ámbito que hasta el momento, era monopolio de la Iglesia. Los reglamentos exigían en función del número de población, que el recinto funerario contara con un depósito de cadáveres o sala de autopsias.(9) A pesar de esta exigencia no será hasta 1860 cuando se dotará al nuevo cementerio de una sala de juntas, una sala de consultas médicas y una sala autopsias, (todo ello a la derecha de la entrada) así como una sala de observación y un depósito de cadáveres (ambos a mano izquierda).(10)

Fachada del Cementerio de Poblenou según proyecto de Antonio Ginesi de 1818. Internet dominio público
Fachada del Cementerio de Poblenou conocido también como cementerio del Este. Proyecto realizado por el arquitecto Antonio Ginesi en 1818. Se trata del primer recinto funerario municipal de Barcelona

En la entrada al recinto. A mano derecha e izquierda y en el suelo, se hallan las sepulturas más antiguas del cementerio que corresponden a las exhumaciones procedentes de las antiguas fosas parroquiales.

Vista interior de la fachada. En el frontón, el escudo del obispo Sitjar
Sepulturas colectivas situadas a mano derecha según se accede al recinto. Corresponden a las exhumaciones procedentes de las fosas parroquiales. Se trata de las sepulturas más antiguas del recinto y datan del periodo de la inauguración. En primer término distinguimos la lápida correspondiente a la monda efectuada en el cementerio parroquial de Santa Maria del Mar en 1819

Otro referente neoclásico se encuentra en el marcado eje de simetría que divide el recinto en dos mitades y que transcurre desde la puerta de acceso, hasta la iglesia. Esta edificación proyectada por Ginesi en 1818, está situada al fondo del cementerio y muestra una clara voluntad por retornar a los modelos griegos, con un pórtico y una columnata dórica, más la incorporación de elementos procedentes de la cultura egipcia como el ouroboros.

Marcado eje de simetría que transcurre desde la puerta de acceso, hasta la iglesia
Vista desde la fachada de la iglesia hacia el acceso al recinto. Apreciamos el marcado eje longitudinal que recorre el cementerio dividiéndolo en dos mitades iguales. Justo en el cruce de las dos calles, se alza el cenotafio en memoria de los fallecidos por la fiebre amarilla y al fondo, vemos el acceso al recinto funerario
Iglesia de estilo neoclásico diseñada por Antonio Ginesi en 1818. El edificio esta situado al final del eje longitudinal. Destacamos el doble frontón con la representación del ouroboros, serpiente alada que se muerde la cola, símbolo del ciclo eterno
Vista posterior de la capilla con la columnata dórica

Ginesi había planteado la construcción de un cementerio igualitario mediante la introducción de nichos pero su proyecto, no cuajó en una sociedad dirigida por una burguesía que no compartía su ideario. Los nichos eran de propiedad y por tanto, todos aquellos que no contaban con suficientes recursos económicos, eran enterrados en la fosa común.(11) La idea de un cementerio igualitario no se materializó nunca y la población con pocos medios, era enterrada en la fosa común. Esta fosa común de planta rectangular, se hallaba en lo que actualmente es el departamento III que transcurre adosado a lo largo del departamento I.

Vista parcial del departamento III antiguamente fosa común. Al fondo a mano derecha, distinguimos la famosa escultura El Beso de la Muerte
El Beso de la Muerte, grupo escultórico encargado por Teresa Soler i Pinto en 1930 al taller de Jaume Barba. Obra realizada por Joan Fontbernat con la colaboración de Artemi Barba, e inspirada en el panteón del cementerio de Milán de Ercole Mentasti, obra ejecutada por Lorenzo Maroni, c. 1910
Cruz monumental situada en el departamento III sobre la antigua fosa común. Proyecto de 1887 de Leandre Albareda ejecutado por José Palmada Ricart

Como ya hemos apuntado anteriormente, Ginesi diseñó un recinto de planta rectangular, divido en cuatro secciones iguales o islas, mediante el cruce de dos calles principales. Recordemos que el cementerio de neoclásico, corresponde al actual departamento I. A continuación vamos a mostrar algunas imágenes de este departamento.

Isla 1ª:

Monumento funerario con la figura yacente de Josefa Garcia Cubera, situado en el centro de la isla 1ª. Este panteón ha sufrido diversas intervenciones. La primera en 1888 la cual se llevó a cabo por Macari Planella Roure. La segunda en 1896 por el arquitecto Pelai de Miquelera de Noriega, quien colocó un nuevo sarcófago obra del marmolista A. Estrada. Finalmente en 1904 se reparó por tercera vez

Isla 2ª:

Panteón central de la isla 2ª de inspiración clásica

Isla 3ª:

Panteón neogótico situado en el centro de la isla 3ª, obra del arquitecto Josep Vilaseca Casanovas
Vista parcial de la isla 3ª

Isla 4ª:

El Panteón Bruguera de estilo neoclásico realizado en 1850. Se halla ubicado en el centro de la isla 4ª
Vista parcial de la isla 4ª
No puedo dejar de mencionar al Santet, nombre con el que se conoce popularmente a Francisco Canals i Ambrós que falleció en 1899 a la edad de 22 años. Se le atribuyen diversos milagros y es objeto de verdadera devoción popular

Departamento II:

Aunque este departamento no forma parte del proyecto de Antonio Ginesi, no quiero finalizar este artículo sin dedicarle un espacio. Se trata del sector en donde hallamos gran parte de los panteones más monumentales de todo el cementerio. Esta zona se encuentra situada detrás de la iglesia, y corresponde a una ampliación del recinto realizada sobre unos terrenos propiedad de Pere Gil.(12)De planta rectangular según el diseño del arquitecto Joan Nolla i Cortés, su construcción se extiende de 1849 hasta 1852. Es un espacio que impone por la monumentalidad de sus panteones, en lo cuales trabajaron arquitectos tan relevantes como Enric Sagnier Villavecchia, Francesc de Paula Villar Lozano, Joan Nolla, Elies Rogent Amat, Pere Bassegoda o Josep Oriol Mestres. Entre los escultores cabe destacar a Venanci Vallmitjana, Rafael Atché Farré, Fabiani, Joan Roig Solé y los hermanos Baratta.

Vista parcial del departamento II
Vista parcial del departamento II. A la derecha vemos el panteón obra del arquitecto Enric Sagnier Villavecchia

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Referencias

(1) Cédula Carolina del 3 de abril de 1787
(2)CATALÀ I BOVER, Lídia; MARÍN I SILVESTRE, Maria Isabel; MARTÍ I LÓPEZ, Elisa. Un passeig pel cementiri de Poble Nou, Barcelona, Ajuntament de Barcelona/Cementiris de Barcelona, S.A., 2004, p. 18
(3) Ibidem, p. 18
(4) MARTÍ I LÓPEZ, Elisa. El Cementiri de Montjuïc. Sommis de Barcelona, Barcelona, Ajuntament de Barcelona/Cementiris de Barcelona, S.A., 2008, p. 26
(5) CATALÀ I BOVER, Lídia; MARÍN I SILVESTRE, Maria Isabel; MARTÍ I LÓPEZ, Elisa. Un passeig pel cementiri…, op. cit., p. 23
(6) Ibidem, p. 27
(7) Ibidem, p. 29
(8) Quiero agradecer a @arte_de_fondo el haberme informado acerca de la autoría de esta obra que además, permitió aclarar la cuestión de las firmas entre los hermanos Vallmitjana. Como me indicó, el origen del error puede hallarse en los textos de Feliu Elias y J.F. Ràfols. Ver ELIAS, Feliu. L´escultura catalana moderna, Barcelona, Editorial Barcino, 1928, p. 219 y RÀFOLS, J.F. Diccionario biográfico de artistas de Cataluña, Vol. III, Barcelona, Editorial Millá, 1953, p. 195
(9) FERNÁNDEZ ALVÁREZ, Ana. “El Cementiri de Sant Nicolau: un disseny urbanístic original i únic a Catalunya”, en Recerques, sin fecha, p. 175
(10) CATALÀ I BOVER, Lídia; MARÍN I SILVESTRE, Maria Isabel; MARTÍ I LÓPEZ, Elisa. Un passeig pel cementiri…, op. cit., p. 106
(11) MARTÍ I LÓPEZ, Elisa. El Cementiri de Montjuïc…, op. cit., p. 26
(12) CATALÀ I BOVER, Lídia; MARÍN I SILVESTRE, Maria Isabel; MARTÍ I LÓPEZ, Elisa. Un passeig pel cementiri…, op. cit., p. 110

BIBLIOGRAFÍA

CATALÀ I BOVER, Lídia; MARÍN I SILVESTRE, Maria Isabel; MARTÍ I LÓPEZ, Elisa. Un passeig pel cementiri de Poble Nou, Barcelona, Ajuntament de Barcelona/Cementiris de Barcelona, S.A., 2004
ELIAS, Feliu. L´escultura catalana moderna, Vol. II, Barcelona, Editorial Barcino, 1928, p. 212 – 215
FERNÁNDEZ ALVÁREZ, Ana. “El Cementiri de Sant Nicolau: un disseny urbanístic original i únic a Catalunya”, en Recerques, sin fecha
MARTÍ I LÓPEZ, Elisa. El Cementiri de Montjuïc. Sommis de Barcelona, Barcelona, Ajuntament de Barcelona/Cementiris de Barcelona, S.A., 2008
RÀFOLS, J.F. Diccionario biográfico de artistas de Cataluña, Vol. III, Barcelona, Editorial Millá, 1953, p. 194 – 195

Iconografía barroca de la virgen de Montserrat. Nacimiento e implantación de un nuevo modelo iconográfico

Durante la Edad Media no existió una voluntad por representar fielmente la imagen románica que se venera en el santuario de Santa Maria de Montserrat. En las representaciones medievales de Nuestra Señora de Montserrat nos encontramos frente a una imagen absolutamente idealizada de la virgen de Montserrat y no será hasta finales del siglo XVI, cuando se producirá un punto de inflexión y empezaremos a percibir un creciente interés por representar la vega efigie. Pasamos de la representación idealizada de una imagen de devoción, a la representación fiel de la talla venerada en el santuario.

Contexto histórico

Al final del post que dediqué a la iconografía medieval, expuse el difícil periodo por el cual atravesaba el monasterio debido a su anexión a la congregación de Valladolid. El abate Cisneros intentó mantener una política de acercamiento y a su muerte acaecida en 1510, le sucedió el abad Pedro Muñoz. En 1512 fue elegido como nuevo abad Pedro de Burgos quien siguió la línea de su antecesor Cisneros. Al igual que éste Pedro de Burgos dio impulso a la imprenta que se puso de nuevo en marcha el 30 de julio de 1518. El impresor fue Joan Rosenbach quien tenía el taller en Barcelona y que trasladó parte de su imprenta a Montserrat.

A la muerte de Pedro de Burgos en 1536, le sucedieron diversos abades hasta que en 1559, fue elegido Bartomeu Garriga. Su obra principal fue sin duda la construcción de una nueva iglesia de estilo renacentista, la cual puso fin al grave problema de espacio que sufría el monasterio. La construcción se prolongó durante treinta y dos años con un coste que ascendió a 300.000 libras. La consagración del nuevo templo tuvo lugar en 2 febrero de 1592 muerto ya el abad Garriga. Vinculada a esta nueva construcción hay que señalar un hecho trascendental. Se trata del traslado en 1599 de la Santa Imagen desde el antiguo templo románico, a la nueva iglesia.

Virgen de Montserrat, obra atribuida a Juan Andrés Ricci, c. 1640. Monasterio de San Plácido de Madrid. Internet dominio público

A fin de acabar con los conflictos entre los monjes catalanes y los castellanos, el monasterio recibió la visita de diferentes enviados papales pero no se encontró ninguna solución a este desacuerdo. Desde las cortes celebradas en Monzón en 1589 se pedía con insistencia la separación de Montserrat de la Congregación de Valladolid. Los monjes catalanes deseaban una congregación reformada pero solo formada por monasterios catalanes.(1) La Guerra dels Segadors supuso un paréntesis al conflicto. El 7 de febrero de 1641 Pau Claris ordenó la expulsión de Montserrat de todos los monjes castellanos, que abandonaron el monasterio el 24 de febrero de 1641 en dirección a Madrid en donde fueron recibidos por Felipe IV. En la capital y bajo patrocinio de la Corona, se fundó un nuevo monasterio de Montserrat. A pesar de la expulsión de los monjes de Valladolid, el monasterio seguía sujeto a la Congregación castellana y una vez finalizada la guerra, los monjes regresaron a Montserrat sin que ello supusiera la desaparición del monasterio de Montserrat fundado en Madrid.

Con la Guerra de Sucesión (1702 – 1714) se sumarán nuevos conflictos a los ya existentes. A pesar de los reiterados intentos por desvincularse de la Congregación castellana, Montserrat seguirá sujeto a Valladolid hasta la desamortización del ministro Mendizábal.
A nivel internacional hemos de referimos a la Contrarreforma y a la celebración del Concilio de Trento.

Estos siglos caracterizados por los constantes conflictos no harán disminuir la importancia de Montserrat ni como centro cultural, ni religioso, ni de peregrinaje, todo lo contrario. El prestigio de Montserrat se irá incrementando a lo largo de todo el siglo XVIII.

La virgen de Montserrat durante los siglos XVI, XVII y XVIII

La imagen que se venera en el santuario de Montserrat es una talla románica datada del último tercio del siglo XII y mide 95 x 34 x 38 cm.(2) Sigue el modelo de la Sedes sapientae o Trono de la Sabiduría, representada como Emperatriz, reina, Madre y Virgen. Actualmente se encuentra situada en su camarín, sobre el altar mayor de la basílica desde donde es visible y accesible a todos los fieles.

La imagen que hoy tenemos de La Moreneta no es la misma que tenían nuestros antepasados y su ubicación, visibilidad y accesibilidad son aspectos importantes a considerar porque han afectado a su iconografía a lo largo de los siglos. La imagen original ha sufrido diversas intervenciones la mayoría de las cuales, no han sido debidamente documentadas. La imagen románica de la virgen de Montserrat no corresponde exactamente a la de los siglos XVI, XVII y XVIII y esta cuestión, hay que tenerla muy presente a la hora de tratar sobre su iconografía. Tampoco coincide la forma en que ha estado expuesta al culto, ya que no siempre ha sido tan visible y accesible al devoto como lo esta actualmente.

Las guías y testimonios de los viajeros representan una fuente muy valiosa para conocer la evolución de la imagen románica durante los siglos que nos ocupan. Actualmente gracias a los estudios técnicos y de restauración llevados a cabo en el año 2001 por el Centre de Restauració de Béns Mobles de la Generalitat, sabemos que originariamente la virgen de Montserrat era blanca. El pigmento blanco de plomo junto con la acumulación de suciedad y humo, explicaría el ennegrecimiento progresivo del rostro. En algún momento además, se le debió repintar el rostro.(3) Este ennegrecimiento no sería muy tardío porque gracias a un documento de la primera mitad de siglo XIV que fue copiado en el Llibre Vermell de Montserrat, sabemos que en este siglo la imagen ya era morena.(4) También era muy posible que estuviera vestida con ropajes añadidos ya que se trataba de una práctica habitual documentada en otras imágenes desde siglo XIV. (5)

La Virgen de Montserrat, obra atribuida a Juan Andrés Ricci, c. 1645. Barnard Castle, Durham, Bowes Museum. internet dominio público

La primera descripción de la virgen se la debemos al abad de Montserrat fray Pedro de Burgos (1512 – 1535). En el décimo capítulo de los once iniciales que componen su Libro de los Milagros hechos a invocacion de Nuestra Señora de Montserrate, y de la fundacion, hospitalidad y orden de su sancta casa, y del sitio della y de sus hermitas, el abad describe la imagen como una mujer anciana de rostro oscuro y muy bien formada. Nos relata también que por la gravedad que presenta, asusta a los que la miran de cerca. En lo que se refiere a la indumentaria, la talla vestía ropajes postizos. Al Hijo lo describe como a un niño de entre 5 o 6 meses cuyas carnaciones son de igual color que las de su madre y esta sentado sobre sus rodillas. La virgen tiene la mano izquierda sobre el hombro del Niño, mientras que la derecha la mantiene extendida con la palma mirando hacia arriba, pero sin sostener nada.(6) Esta mano sobresale por el costado derecho hasta el punto de que sería visible para el Hijo.(7) La obra de Pedro de Burgos tuvo una gran repercusión y se reeditó varias veces con pequeñas variantes. De la descripción correspondiente a los años 1605 y 1627, será deudora toda la bibliografía relacionada con el tema hasta el siglo XIX.(8) El texto del abad fue traducido al francés (1600- 1601), al alemán los capítulos introductorios (1588) y al italiano (1617). Además dependen de él las obras de los siguientes autores: Antonio de Yerpes, Gregorio Argaiz, Gerónimo Pujades, Pedro Serra i Postius y el opúsculo anónimo Compendio historial o relacion breve y veridica del Portentoso Santuario y Camara Angelical de Nuestra Señora de Montserrate, compuesto por el abad Benet Argeric. También depende de la obra de Pedro de Burgos El Jardín de Maria plantado en el Principado de Cataluña del padre Narcís Camós (1657), así como la descripción de la montaña y el santuario del padre fra Agustí Eura (1684- 1763) que a la vez, recoge mucha información de Gregorio Argaiz y Pere Serra i Postius.(9) El hecho de basarse en una descripción previa, comportó la falta de textos personales renovados de la imagen. El gran impacto que supuso la descripción de Pedro de Burgos, tuvo repercusiones hasta prácticamente un siglo.

Como ya he mencionado en 1599 la imagen se trasladó del antiguo templo románico, a la nueva iglesia renacentista. Su ubicación fue en el centro del retablo mayor obra de Esteban Jordán y tras el cual, se hallaba una habitación reservada al habillamiento de la virgen y capilla privativa la cual, entre el primer y el segundo cuatro de siglo XVII asumía la función de trono o camarín de recepción y besamanos.(10) De hecho La Moreneta se encontraba tras el retablo mayor. Este retablo hoy desaparecido, consistía en tres dependencias cubiertas con vuelta de crucería. Contamos con el testimonio del plano ejecutado por Antoni Cellers i Azcona realitzado el 1829 y que se conserva en el Arxiu Històric del Col.legi d´Arquitectes de Catalunya.(11) Por lo tanto el conocimiento de la imagen era limitado a pesar del gran número de peregrinos que acudieron al monasterio durante la época moderna. Además la talla se encontraba cubierta de vestidos y muy engalanada en función del calendario litúrgico. La visión que se tenia de ella era siempre lateral para facilitar la osculación y el acceso al camarín se llegó a restringir en función del estamento social.(12) Estas circunstancias favorecieron el desconocimiento de la imagen porque los visitantes tenía poco acceso visual.

A parte del oscurecimiento del rostro, había dos características que empiezan a aparecer en los textos. Una hace referencia a la viveza de los ojos y la otra, a la palma de la mano derecha que esta sosteniendo una esfera. Los viajeros mencionan esta mano derecha pero no todos mencionan que la virgen tenia los dedos forrados de plata debido al desgaste producido por los fieles. Seguramente se trataba de los dedo pulgar e índice. La osculación además se limitó entre 1653 y 1705 y 1735-1745.(13)

Otro elemento recurrente que veremos aparecer en la iconografía barroca son las coronas. Por el inventario de 1586 sabemos de la existencia de cuatro coronas. Tres de la Virgen y una para el Hijo pero se desconoce hasta cuando se conservaron. A mediados del siglo XVII la virgen contaba con cuatro coronas, dos de plata dorada con piedras y dos de oro. El Niño tenía tres, dos de oro y otra de plata. Una de las dos coronas de oro de la virgen era conocida como la “corona rica”. Ésta se inició en 1610 en los mismos talleres de Montserrat por un monje flamenco que trabajó en ella hasta 1637. La corona rica era de oro y llevaba catorce rayos acabados en catorce estrellas de pedrería y en lo alto, un barco de diamantes. La corona contenía en total 1.124 diamantes, 1.800 perlas, 38 esmeraldas, 21 zafiros y 5 rubíes.(14) La otra corona era conocida como “la formosa” o de “maragdes”(esmeraldas). También conocida como “la mexicana” por un error del padre Gregorio de Argaiz.(15) y fue encargada por el P. Benito de Peñalosa, monje de Santa María La Real de Nájera, a partir de limosnas y recaptos en las “Indias del Perú”. La formosa existía el 1627. Estaba formada por un semicírculo del cual colgaban esmeraldas en forma de lágrima, y una cruz en el vértice. En total la constituían 2.500 esmeraldas.(16) Estas coronas que veremos representadas en la iconografía montserratina, desaparecieron durante el siglo XIX.
Otro elemento que empieza a parecer es la sierra y a partir de 1680, también el nuevo trono financiado por los Cardona.

En 1691 tuvo lugar un hecho que pudo haber acabado en catástrofe. Durante la fiesta de La Trinidad se prendió fuego en el camarín de la virgen sin ocasionar la desaparición de la Santa Imagen, aunque probablemente tuvo que ser restaurada. Desconocemos el alcance de esta intervención.

A lo largo de los años, los diferentes testimonios recogen la impresión de que la imagen se va oscureciendo progresivamente. Constatamos como a lo largo de los siglos la talla románica va cambiando de aspecto, de ubicación, de ropa y hasta de atributos.

La representación barroca de la virgen de Montserrat: la implantación de un nuevo modelo iconográfico

Durante el siglo XVI asistimos al nacimiento de un nuevo modelo iconográfico que gozará de gran fortuna durante el barroco, y que quedará plenamente fijado en el siglo XVIII. Hay que puntualizar que el nacimiento de este nuevo modelo, no supuso la desaparición de los anteriores. La nueva iconografía convivirá con otros tipos de representaciones que ya encontrábamos durante los siglos precedentes, y de los cuales hemos tratado en un post dedicado a la iconografía medieval. Así pues imagen de la virgen de pie, rubia, con la sierra, morena, blanca o sentada, se mantendrá vigente con posterioridad al siglo XVII, sobre todo en aquellos lugares alejados de los centros pioneros en cuanto a novedades.(17)

Esta nueva iconografía se concreta en la figura de la virgen en primer término, entronizada y con las montañas al fondo, las cuales progresivamente se representarán con mayor fidelidad. A diferencia de lo que nos encontrábamos en el periodo anterior, las carnaciones acostumbran a ser oscuras. La ropa es ancha y con profusión de pliegues, pero a partir de ahora marcando la línea del cuerpo. La virgen lucirá sus mejores coronas que serán representadas con fidelidad y ostentará sus atributos iconográficos: el orbe y el lirio. A partir de finales del siglo XVI, las representaciones de La Moreneta tendrán por primera vez un carácter escultórico con una cierta voluntad por reproducir fielmente la talla románica. Este nuevo modelo perdurará con pequeñas variantes hasta el siglo XVIII, cuando será sustituido por la representación de la virgen con vestiduras acampanadas.(18)
La primera representación en donde encontramos este nuevo modelo iconográfico es en un buril de Antonio Lafréry, editado en Roma en 1572 y encargado por el mismo monasterio. En este grabado conviven las dos iconografías: la antigua o gótica y la nueva en donde además, recuperamos aspectos que aparecían en obras anteriores editadas por la propia imprenta de Montserrat por Rosenbach en 1524.(19) La estampa de Láfrey será el modelo para otras que se realizarán posteriormente, y supondrá un gran impacto en la producción de otros grabados a nivel internacional.(20) Si nos fijamos en la imagen de la parte central derecha, veremos a la virgen entronizada, en posición frontal y con el Niño en la falda. Esta coronada por dos ángeles mientras que otros dos situados a ambos lados, sostienen respectivamente un cirio encendido. Con la mano derecha la virgen sostiene la esfera con el lirio y con la mano izquierda, toca la el hombro del Niño tal y como corresponde a la posición de esta mano en el original románico. Este grabado supone un testimonio de los primeros intentos por representar la imagen románica.(21) Sobre la virgen una filacteria da fe de la leyenda del hallazgo Hic reperta fuit imago Virginis Mariae. A la izquierda de la virgen vemos un grupo de monjes benedictinos. En primer término y de rodillas, el abad y tras él, otros monjes. Bajo los pies de la imagen dos putti serrando la montaña la cual ya representa fielmente el paisaje de Montserrat. Bajo los putti, hallamos representados a los pastores protagonistas del hallazgo. La representación de la virgen que aparece en la parte superior derecha del grabado responde a la iconografía antigua. Junto a las montañas y sobre una nube, sostiene el Niño que sierra las montañas. Lleva el pelo largo y suelto.

Estampa Santa Maria de Monte Serrato. Buril de Antonio Láfrery, 1572. Biblioteca de Montserrat, Gabinete de Grabados. Para algunos historiadores se trataría de la primera representación de la nueva iconografía en donde por primera vez, se constata la voluntad por representar fielmente la talla románica. Como apunta el p. Laplana, en el mismo grabado conviven las dos iconografías. Esta estampa juega un importante papel dentro de la Historiografía porque supone un punto de inflexión en la iconografía y en la difusión de este nuevo modelo iconográfico

La obra clave en donde ya se consolida esta iconografía es en un cuadro de autor anónimo El Retrato de N(uestr)A Señora de Montserrat, y que fue realizado en 1599, año del traslado de la virgen desde la iglesia románica al nuevo templo renacentista. La Moreneta se ubicó en el retablo proyectado por Francisco de Mora, y esculpido por Esteban Jordán con el financiamiento de la Corona española. Con esta obra nos encontramos frente a una de las representaciones más fieles a la talla original. Aquí ya se ha producido la sustitución de un modelo por el otro. A partir de ahora encontramos esta iconografía con pequeñas variantes.(22)

Damos paso a otra obra capital para una buena parte de la Historiografía. Se trata de una pintura atribuida a Juan Andrés Ricci, datada con posterioridad a 1637 y que se conserva en el monasterio de San Plácido de Madrid. En esta obra vemos a la virgen con todas las características de este nuevo modelo iconográfico. Los rasgos faciales están copiados directamente del original que en aquel momento ya se encontraba emplazado en el centro del retablo mayor, donde los fieles no tenían acceso. La corona también es una representación fiel, así como las montañas y la ubicación de las distintas ermitas. Es posible que incluso las figuras de los monjes vestidos de negro, sean verdaderos retratos.(23)
En todas las representaciones de la virgen, la encontramos habillada con los vestidos añadidos. Solo contamos con una única imagen sin este habillamiento. Se trata del buril de Francesc Tremules realizado en 1753. Tremulles habría realizado un dibujo al natural de la imagen románica, cuando tuvo ocasión de verla sin los vestidos añadidos el 8 de agosto de 1753.(24) Se trata de un grabado que sigue fielmente la talla románica incluso se pueden apreciar los escasos restos de policromía que debía conservar, reducida a la zona de la maphorion y del contorno del manto.

Medallística

En el ámbito de la medallística la evolución de la iconografía de la virgen de Montserrat, seguirá una evolución temporal diferente respeto a la pintura, grabado y escultura. Hemos visto el grabado como pionero en la introducción de este nuevo modelo iconográfico. En medallística pasará todo lo contrario y no será hasta principios de siglo XVIII, cuando aparecerá esta nueva iconografía.

Las medallas religiosas no aparecen hasta finales del siglo XVI ya que a principios de siglo, todavía se mantenían las insignias de peregrino. Desde los inicios y hasta la primera mitad del siglo XVI, encontramos a la virgen acompañada del Hijo que sierra las montañas. Por tanto, se mantiene la iconografía del periodo anterior incluida la representación de las lámparas votivas y la estrella en la parte superior. Este modelo se mantendrá vigente con pocas variantes, hasta la segunda mitad de siglo XVI cuando aparece la medalla redonda. Todavía se mantiene la iconografía de la virgen sentada en la montaña sosteniendo el lirio con la mano izquierda, y el Hijo a su derecha con la sierra.(25) Este modelo iconográfico queda fijado a finales del XVI y sigue el estilo renacentista. Las piezas de este periodo son todas muy parecidas lo cual lleva a platear la posibilidad de que tal vez existiera un centro productor, que podía ser la ciudad de Roma o algunos talleres locales que siguieran las pautas del centro productor.(26)

Medalla de Montserrat, s. XVII. Nos encontramos todavía frente a la iconografía renacentista

No será hasta el cambio de siglo entre el XVII y el XVIII, cuando empieza a surgir la nueva iconografía. La anilla será trasversal y aparecerá el nombre de ROMA inscrito en la zona inferior. Se empezarán a producir medallas en Roma durante el Renacimiento por encargo de las diferentes cofradías y santuarios.(27) Progresivamente se va sustituyendo la virgen con el Niño serrando las montañas, por la virgen entronizada en posición frontal en actitud mayestática. Las medallas aumentan de tamaño y tomarán la forma redondeada aunque aun perduren algunas de forma octogonal y más gruesas.(28) En términos generales las medallas del siglo XVIII muestran a la virgen sentada en majestad con la corona formosa y el Niño sentado en la falda y sin la sierra. A diferencia de lo que encontramos en pintura, escultura o grabado, en donde la nueva iconografía ya ha aparecido, en medallística ésta entra más tarde. La vera efigie no aparece hasta el siglo XVIII. En el caso las medallas además, no hay convivencia entre los diferentes modelos iconográficos.

A finales del siglo XVIII la imagen románica de la virgen de Montserrat deja las ropas anchas, para pasar a vestir ropa de forma acampanada que la cubre de arriba a abajo. Este cambio de indumentaria no implica su reflejo inmediato en la iconografía. Los vestidos acampanados no aparecen en las medallas hasta mediados del siglo XIX.(29)

Medalla de la virgen de Montserrat, siglo XVIII. Nos encontramos frente la iconografía barroca. Virgen entronizada entre las montañas y con el Niño en la falda. A la derecha la iglesia renacentista y a la izquierda, un pequeño embalse de agua

Cerámica

Si bien se conservan diversos ejemplos de este periodo, el estudio realizado por Josep Batlle sobre una extensa muestra de piezas cerámicas pone de manifiesto la ausencia de la imagen de la Virgen de Montserrat. Las obras estudiadas se limitan a representar las características montañas de forma muy esquemática, el báculo de obispo, la sierra o las siete cruces de término que existieron en el camino de Collbató. (30) A pesar de esta marcada tendencia a omitir la imagen mariana, hemos podido localizar una escudilla de pagès perteneciente a la Fundació Mascort (Torroella de Montgrí, Baix Empordà) datada c. 1487-1500 y cuya decoración incluye la representación de la Virgen de Montserrat en majestad.

Tanto la escudilla como una bacina para limosnas que se encuentra en el Museu de Montserrat y que data del siglo XVI, proceden del entorno del monasterio. Cabe destacar que ambas piezas se encuentran entre los primeros ejemplos de representación de la imagen románica.

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Referencias

(1) LAPLANA, J. de C. Montserrat Mil Anys d´Art i Història, Barcelona, Angle Editorial, 2001, p. 91
(2) LAPLANA, J.de C.; MACIÀ, T. Nigra Sum, Barcelona, Publicacions de l´Abadia de Montserrat, 1996, p. 52
(3) PORTA I FERRÉ, Eduard; XARRIÉ i ROVIRA, Josep M. “Estudis tècnics, restauració i resultats referents a la imatge romànica de la Mare de Déu de Montserrat”, en La imatge de la Mare de Déu de Montserrat, Barcelona, Publicacions l´Abadia de Montserrat, 2003, p. 182(4) ALTÉS I AGUILÓ, F.X. “La Santa Imatge de Montserrat i la seva morenor a través de la documentació i de la historia”, en La imatge de la Mare de Déu de Montserrat, Barcelona, Publicacions de l´Abadia de Montserrat, 2003, p. 108
(5) LAPLANA, Josep de C. “La imatge de la mare de Déu de Montserrat al llarg dels segles”, en La imatge de la Mare de Déu de Montserrat, Barcelona, Publicacions de l´Abadia de Montserrat, 2003, p. 68
6) Fijémonos que las posiciones de las manos no se corresponden con las actuales
(7) Para el presente artículo se ha consultado la edición de 1550. BURGOS, Pedro de. Libro de la Historia y Milagros hechos a invocación de nuestra Señora de Montserrate, Barcelona, Pedro Mo(n)pezat, Petrus Botin, 1550, p. Xxvi. – xxvii.- xxiiix. Ver también ALTÉS I AGUILÓ, F.X. “La Santa Imatge de Montserrat…”, op. cit., p. 123
(8) ALTÉS I AGUILÓ, F.X.“La Santa Imatge de Montserrat…”, op. cit., p. 126
9) BALSALOBRE, Pep. Fra Agustí Eura (1684-1763). Obra poètica complerta (assaig edició crítica), Girona, Universitat de Girona, 1998, p. 410- 443
(10) ALTÉS I AGUILÓ, F.X. “La Santa Imatge de Montserrat…”, op. cit., p. 136
(11) CANALDA I LLOBET; S. “ La imatge barroca de la Mare de Déu de Montserrat: gènesi, circuïts i usos”, en Imatge, devoció, identitat en época moderna, Barcelona, Publicacions i Edicions de la Universitat de Barcelona, 2013, p. 87, nota 40
(12) Ibidem, p. 88. En relación con el camarín y al acceso visual de la imagen, ver también ALTÉS I AGUILÓ, F.X. L´església nova de Montserrat (1560-1992), vol. 45, Barcelona, Publicacions de l´Abadia de Montserrat, 1992, p. 116-121
(13) ALTÉS I AGUILÓ, F.X. “La Santa Imatge de Montserrat…”, op. cit., p. 128
(14) LAPLANA, J. de C. i MACIÀ, T. Nigra…, op. cit., p. 27
(15) ALTÉS I AGUILÓ, F.X. “La Santa Imatge de Montserrat…”, op. cit., p. 175 nota 120
(16) LAPLANA, J. de C. i MACIÀ, T. Nigra…, op. cit., p. 27
(17) CANALDA I LLOBET; S. “La imatge barroca …”, op. cit., p. 100
(18) CANALDA I LLOBET; S. “Retratos y réplicas de las santas imágenes en época moderna. El caso de Nuestra Señora de Montserrat”, en Estudios sobre arte catalán. Del contexto a la interpretación postmedival, Barcelona, Universitat de Barcelona, 2013, p. 192
(19) CANALDA I LLOBET; S. “La imatge barroca …”, op. cit., p. 81 ; 89
(20) Ibidem, p. 91
(21) Ibidem, p. 83
(22) Ibidem, p. 83- 84
(23) LAPLANA, J. de C. i MACIÀ, T. Nigra…, op. cit., p. 118
(24) LAPLANA, Josep de C. “La imatge de la mare de Déu …”, op. cit., p. 77- 78
(25) BALAGUER, Anna M. “La medallística montserratina dels segles XV, XVI i XVII. Catalogació i justificació cronologica”, en Acta Numismàtica, 27, Barcelona, Cymys, 1997, p. 196- 197
(26) Ibidem, p. 198
(27) BALAGUER, Anna M. “La medallística montserratina dels segles XVIII – XIX. Catalogació i justificació cronològica”, en Acta Numismàtica, 32, Barcelona, Cymys, 2002, p. 168
(28) BALAGUER, Anna M. “La medallística montserratina dels segles XV,…”, op. cit., p. 207
(29) BALAGUER, Anna M. “La medallística montserratina dels segles XVIII…”, op. cit., p. 166
(30) BATLLE, Josep.“La iconografia montserratina en la ceràmica dels segles XV, XVI i XVII”, en Dovella, Hivern 2008, Manresa, Centre d´Estudis del Bages, 2008, p. 21- 26

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