Carmen: la novela de Prosper Mérimée

El libreto de la ópera Carmen se basa en la novela homónima de Prosper Mérimée, publicada en la Revue des deux mondes en 1845. Unos años antes el autor había visitado España y publicado sus Cartas a España, en donde recogía a lo largo de cuatro capítulos sus impresiones acerca del viaje: Las corridas de toros, Una ejecución, Los ladrones y Las brujas españolas.

Durante su estancia por tierras españolas, Mérimée entabló amistad con la familia Montijo y parece probable que Eugenia de Montijo, le relatara una historia basada en las relaciones amorosas entre una gitana y un soldado. Por una carta del autor dirigida a la condesa de Montijo, Maria Manuela Kirkpatrick madre de Eugenia, sabemos que se inspiró en una historia que ella le relató durante la visita del escritor a nuestro país en 1830. No se puede descartar que la novela estuviera influenciada por el poema Los Gitanos, escrito en 1824 por Alexander Pushkin y que Merimée habría tenido ocasión de leer en 1840, y que posteriormente tradujo al francés en 1845.

Como fuente documental sobre la cultura gitana Mérimée se basó en el libro The Zincali, escrito en 1841 por el misionero inglés George Borrow quien había sido enviado a España por la Sociedad Bíblica, con el objetivo de convertir a los gitanos.

Mérimée estructuró su novela en cuatro capítulos a lo largo de los cuales, se entrevén aspectos raciales, religiosos, sociales y de violencia de género en la España del momento. La vertiente más cruda también se hallará presente en el libreto, pero no así en los recitativos acompañados de la versión operística que el amigo de Bizet, Ernest Guiraud, se encargó de componer.

El argumento de la novela se podría resumir como:

Capítulo primero

El narrador de la novela es un arqueólogo francés que se encuentra de viaje por Andalucía durante el otoño de 1830, con el objetivo de realizar un trabajo de investigación sobre el campo de batalla de Munda, en donde César luchó contra los defensores de la República. El narrador sospecha que este lugar se encuentra cercano a Montilla (Córdoba), y no de Monda (Marbella). Es precisamente por los campos de Montilla y en compañía de un guía llamado Antonio, cuando conoce a Don José Lizarrabengoa, un ex militar navarro (de Eliozo, Baztán). Tanto el guía como el mismo arqueólogo sospechan que el personaje puede tratarse de un contrabandista o ladrón pero aun así, el narrador siente curiosidad y lo invita a acompañarlos a cenar.

Los tres hombres llegan a un hostal en donde la hostalera reconoce a Don José. En este momento de la historia el guía Antonio ya se encuentra casi seguro de que sus sospechas tienen fundamento y de que Don José, no es otro que el bandolero más temido de Andalucía apodado como José el Navarro. Sin dudarlo decide denunciarlo a cambio de una recompensa de doscientos ducados. El arqueólogo conocedor de las intenciones de su guía, alerta a Don José y le hace prometer a cambio que no se vengará. Don José acepta y huye en plena noche.

Más tarde se presentan en el hostal los lanceros con la intención de detener a Don José. Al no hallarlo en el lugar interrogan a la hostalera que confiesa que jamás osaría a denunciarlo. Por otro lado el arqueólogo debe firmar un documento frente al alcalde y mostrar el pasaporte antes de permitir retomar su investigación arqueológica.

Capítulo segundo

Han transcurrido unos años y el narrador/arqueólogo sigue en Córdoba investigando sobre el campo de batalla de Munda. Una noche conoce a una  guapa gitana de nombre Carmen, y la invita a un café. Al salir ella lo conduce hasta una casa situada en las afueras, en donde le lee la buenaventura.

Después de una estancia en Madrid el narrador regresa de nuevo a Córdoba, al convento de los dominicos en donde se alojaba cuando se encontraba en la ciudad realizando sus estudios de investigación. En el mismo convento le informan de que han recuperado su reloj que había desaparecido, a manos de un conocido hidalgo llamado José el Navarro. El hombre que en aquellos momentos se encuentra prisionero en una celda, ha sido condenado a garrote vil. El arqueólogo acude a visitarlo para ofrecerle su ayuda moviendo las influencias necesarias para reducir la pena. Don José agradecido, le pide que cuando regrese a Francia si pasa por Navarra o Vitoria, le entregue a una mujer una medalla que él lleva del cuello y le comunique que ha fallecido pero sobre todo, que no le explique en qué circunstancias. El arqueólogo acepta de buen grado. Al día siguiente regresa a visitarlo y es entonces cuando Don José aprovecha para narrarle los hechos de su historia.

Capítulo tercero

Don José nació en Elizondo y su apellido es Lizarrabengoa.  Se hizo cabo con la promesa de ascender a sargento, pero las cosas se empezaron a torcer cuando lo destinaron a vigilar la fábrica de manufacturas de tabaco de Sevilla, en donde trabajaban más de cuatrocientas mujeres enrollando cigarros. Un día que no estaba de servicio se encontraba en la puerta de la fábrica, justo en el momento en que las mujeres de la manufactura salían a la calle durante su descanso laboral.  Entre ellas se encontraba la gitana Carmen quien le arrojó un clavel que llevaba en los labios, antes de entrar de nuevo en la fábrica. Don José recogió la flor.

Dos horas más tarde estalla un altercado dentro de la manufactura y el conserje de la fábrica comunica al cuerpo de guardia, que acaban de asesinar a una mujer. Don José y dos soldados más entran a investigar los hechos y se encuentran con un gran alboroto a más de una mujer herida. Se culpa a Carmen de la agresión. Se la detiene y la conducen a prisión. Será Don José el encargado de vigilarla mientras se encuentra presa, ocasión que aprovecha la gitana per engatusar al cabo. Le explica que es vasca de Etxalar, y que trabaja en la manufactura para poder ganar un dinero y así regresar con su madre a Navarra. Le dice también que llegó a Sevilla de la mano de unos gitanos y además, se dirige a Don José en euskera. Este a pesar de no creérsela desea hacerlo, circunstancia que la cigarrera aprovecha para seducirlo y convencerlo de que la deje escapar. Don José accede a dejarla en libertad, hecho que pagará muy caro ya que será degradado a soldado raso y encerrado en un calabozo.

Al salir retoma los trabajos de soldado y es destinado como vigilante frente a la puerta del domicilio de un coronel cuando un día, ve llegar a Carmen acompañada de dos compañeras para bailar la romalis. A la salida ella  le propone visitar la taberna del contrabandista Lillas Pastia y comer frituras en Triana. Don José accede y acaban pasando juntos toda la noche sin que el militar regrese al cuartel. Semanas más tarde la reencuentra y esta vez Don José, se involucra en el contrabando.

Las peripecias del militar no acaban aquí ya que una noche, se pelea a causa de los celos con un lugarteniente de su regimiento y acaba herido. Carmen junto con otra gitana, se lo llevan a escondidas para curarlo. Después de este incidente ya no puede regresar al ejército y acepta hacerse contrabandista, actividad que en un principio parece complacerlo más que el oficio de militar. Pero el desencanto definitivo llega cuando se entera de que Carmen está casada con un gitano asesino conocido como García el Tuerto, quien en aquellos momentos se encuentra encarcelado pero que conseguirá escaparse  gracias a la ayuda de su joven esposa.  Los acontecimientos futuros acabarán por complicar aún más la vida de Don José quien sigue con su actividad de contrabandista con el Tuerto,  mientras ha de soportar que Carmen lo trate con indiferencia y hasta con humillaciones.

Los celos llevarán al ex militar a situaciones límite. Durante una partida de cartas se pelea con el Tuerto y loco de celos, lo mata a puñaladas. La relación entre la gitana y el navarro se hace cada vez más tormentosa hasta que Carmen, le confiesa que está harta de la situación.

Durante uno de los trabajos de contrabando Don José es sorprendido por el ejército y como consecuencia, resulta herido. Carmen lo traslada a escondidas a Granada en donde él le propone abandonar España y marchar a América para comenzar juntos una nueva vida, pero ella se niega.

En el transcurso de esta estancia en Granada Carmen aprovecha para asistir a las corridas de toros en donde conoce al picador Lucas, con quien inicia una relación amorosa que no tardará en llegar a oídos de Don José. Afortunadamente para el navarro acabadas las fiestas, el picador abandona Granada y parte hacia Málaga. Es en este momento de la historia cuando tiene lugar el episodio del encuentro entre Don José y el narrador/arqueólogo.

Carmen asiste a otra corrida de toros que esta vez en Córdoba. Don José acaba por saber que allí se encuentra nuevamente el picador Lucas y siente que ya no puede más, incapaz de controlar los celos. Se presenta en la plaza de toros y pregunta por Lucas que para acabar de complicar las cosas, ha ofrecido la divisa a Carmen. La divisa es el lazo que lleva clavado el toro y que identifica la ganadería a la que pertenece. La máxima galantería consiste en que el torero la ofrezca a una mujer. Don José desesperado le ruega a Carmen allí mismo que lo abandone todo y se vaya con él a América,  pero la gitana se niega de nuevo. El sabe que la razón de su negativa es que desea estar con Lucas hecho que finalmente Carmen acaba por confesar.

Hundido, Don José visita una ermita y solicita al ermitaño que ruegue por el alma de una persona que se encuentra a punto de morir. Más tarde recoge a Carmen a caballo y la conduce a un lugar solitario. Ella conoce que la intención de su amante celoso es matarla y  le confiesa que ya no ama a nadie, que su único deseo es ser libre. Don José le suplica que no lo abandone pero Carmen le repite que ya no lo ama. Don José cegado por los celos, saca una navaja y se la clava a Carmen dos veces. Después la entierra, monta en su caballo y regresa a Córdoba para entregarse él mismo al cuerpo de guardia mientras se compadece de Carmen y culpa a los calés de la actitud de la mujer, ya que considera que su proceder es el resultado de la educación que ha recibido de los gitanos.

Capítulo cuarto

Este capítulo no estaba en la primera edición de Carmen sinó que aparece en las siguientes ediciones. De hecho no aporta nada nuevo al argumento de la historia que ya ha finalitzado en el capítulo anterior, pero ayuda a ver la visión racista y misógena que el autor tenía sobre los gitanos.

Si comparamos la novela de Mérimée con la ópera de Bizet encontramos muchas diferencias, algunas más relevantes que otras. La ópera se basa en el llibreto de Havély y Meilhac que no sigue la novela al pie de la letra. Los libretistas adaptaron algunos fragmentos del texto de Mérimée, a fin de ajustar el argumento a la normativa de la ópera cómica francesa. El libreto, la ópera, la comparación entre la novela y la ópera, las voces y la música, se tratarán en posteriores posts.

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BIBLIOGRAFÍA

BIZET, Georges. Carmen. Barcelona, Editorial Empúries, S.A. Col.lecció Empúries/Música, 1993

MERIMÉE, Prosper. Carmen, Alzira, Edicions Bromera, 2003

El sepulcro de la reina Elisenda Montcada. Conexiones estilísticas con la Capilla de las Once Mil Vírgenes de la Catedral de Tarragona y Santa Maria del Pí de Barcelona

El sepulcro de la reina Elisenda de Montcada se encuentra en la iglesia del monasterio de Santa Maria de Pedralbes, Barcelona. La documentación conservada hasta la fecha no revela información acerca de su autor ni del año de su realización. Aun así las conexiones estilísticas con otras obras han permitido establecer una hipotética autoría y un posible marco cronológico para su ejecución. El presente artículo presenta un primer corpus de obras propuesto inicialmente por A. Duran y J. Ainaud y cuya relación estilística con el sepulcro de Pedralbes, parece evidente.

Cuando Valentín Carderera tuvo ocasión de observar el sepulcro de la reina Elisenda de Montcada durante la segunda mitad del siglo XIX, relacionó el monumento con la escultura sienesa y florentina del siglo XIV pero no fue más allá a la hora de proponer un autor o taller responsable de su realización.

Sepulcro bifaz de la reina Elisenda de Montcada visto desde la iglesia. Monasterio de Santa Maria de Pedralbes, Barcelona. Fotografía tomada desde el altar mayor

No será hasta 1956 cuando los autores A. Duran y J. Ainaud relacionarán a nivel estilístico y por primera vez, la sepultura de Pedralbes con las claves de bóveda, imágenes y ménsulas de la capilla de las Once Mil Vírgenes de la Catedral de Tarragona. Para estos autores la capilla se realizaría entre 1340 y 1344 gracias a la intervención del arzobispo Arnau Cescomes. (1) En una de las claves se representa el tema de la Coronación de la Virgen y en otra, a santa Tecla y a san Pablo. Así mismo A. Duran y J. Ainaud llevan esta relación más allá al vincular estilísticamente dichas obras de la Seo de Tarragona, con las claves de bóveda de la iglesia de Santa Maria del Pí de Barcelona. Concretamente se refieren a las que representan el Pantocrátor, Tetramorfo, Pentecostés, la Presentación en el Templo, la Anunciación, el Nacimiento y la Epifanía más otras, relacionadas con temas del Nuevo Testamento. (2)

J. Gudiol definió el sepulcro de la reina Elisenda como un arte estilizado, con amplios planos, ritmos dominantes y con un naturalismo relativo. (3) El mismo autor coincide con A. Duran y J. Ainaud en relación al artífice de la tumba de Pedralbes y las esculturas de la capilla de las Once Mil Vírgenes de Tarragona.

El Dr. Pere Beserán en sus artículos dedicados al sepulcro de Pedralbes está de acuerdo con la hipótesis planteada por J. Ainaud y A. Duran sobre todo en cuanto a la clave de bóveda que representa la Coronación de la Virgen en la Seo de Tarragona. La figura de Cristo también presenta paralelismos estilísticos con la figura del Dios Padre que se encuentra en el grupo de la Elevatio animae en las dos cara del sepulcro de la reina. Estas semejanzas se concretan en la cabeza de pequeño tamaño en relación con los hombros, la indumentaria con pliegues anchos y planos, la cintura alta, el vientre abultado, manto liso cubriendo los hombros y que se cierra sobre el pecho mediante un broche romboidal, mano izquierda saliendo de la manga elíptica y sosteniendo el orbe a la altura de la cadera, barba rizada, bigote ondulado, ojos rasgados y orejas pegadas al cráneo. (4) También plantea semejanzas entre la Virgen de esta clave, la imagen de santa Tecla de la clave vecina y la imagen yacente de la reina del sepulcro de Pedralbes. Se trata de los mismos rostros alargados de anchas frentes, amplias superficies lisas en los ropajes realizados a base de líneas rectas. Así mismo observa coincidencias en las vestiduras de Cristo que se ondulan al caer desde la rodilla derecha junto con el tratamiento de los ropajes que llevan algunos de los ángeles que acompañan a la reina yacente que visten dalmática con los cuellos altos y mangas que se ciñen en la muñeca, pelo rizado y rostros menudos. Los ángeles de la tumba presentan una estrecha relación estilística con los turiferarios de la clave de bóveda de Cristo coronando a María. (5)

Grupo de la Elevatio animae en el sepulcro de la reina Elisenda de Montcada visto por el lado de la iglesia. La figura del Dios Padre se la ha relacionado estilísticamente con la imagen del Cristo que aparece en la clave de bóveda que representa la escena de la Coronación de la Virgen en la catedral de Tarragona

P. Beseran también observa relación estilística entre el sepulcro de Pedralbes y las claves de bóveda de Santa María del Pí de Barcelona concretamente, la del presbiterio (a pesar de que la actual figura del Redentor se trata de una sustitución del original gótico el cual probablemente desapareció durante el incendio que destruyó el retablo mayor). Se trata de la misma frontalidad, mano derecha alzada en actitud de bendecir, cuello ancho, orbe sostenido con la mano izquierda, cintura alta con los pliegues característicos, orejas altas, barba rizada y el mismo tipo de bigote. (6)

Este primer corpus de obras se verá posteriormente ampliado por otras, que propondrán otros autores y que se presentarán en futuros posts.

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Referencias

(1) BAQUÉ, Natàlia.» Les claus de volta de l´església de Santa Maria de Pedralbes» en Elisenda de Montcada una reina lleidatana i la fundació del Reial Monestir de Pedralbes, Lleida, Publicacions dels Amics de la Seu Vella, 1997, p. 82

(2) AINAUD DE LASARTE, J.; DURAN I SANPERE, A. «Escultura gòtica» en Ars Hispaniae, vol. VIII, Madrid, Plus Ultra, 1995, p. 207

(3) GUDIOL, José. El Arte en Cataluña, Tierras de España, Cataluña, vol. I, Barcelona, Editorial Noguer, S.A., 1974, p. 259

(4) BESERAN I RAMON, Pere. «Un taller escultòric a la Barcelona del segon quart del segle XIV i una proposta per a Pere de Guines» en Lambard. Estudis d´Art Medieval. Barcelona, vol. VI, (1991-1993), 1994, p. 218

(5) Ibidem, p. 219

(6) Ibidem, p. 221

BIBLIOGRAFIA

AINAUD DE LASARTE, J.; DURAN I SANPERE, A. «Escultura gòtica» en Ars Hispaniae, vol. VIII, Madrid, Plus Ultra, 1995

BAQUÉ, Natàlia.» Les claus de volta de l´església de Santa Maria de Pedralbes» en Elisenda de Montcada una reina lleidatana i la fundació del Reial Monestir de Pedralbes, Lleida, Publicacions dels Amics de la Seu Vella, 1997, p. 59-105

BESERAN I RAMON, Pere. «Un taller escultòric a la Barcelona del segon quart del segle XIV i una proposta per a Pere de Guines» en Lambard. Estudis d´Art Medieval. Barcelona, vol. VI, (1991-1993), 1994, p. 215 – 245

GUDIOL, José. El Arte en Cataluña, Tierras de España, Cataluña, vol. I, Barcelona, Editorial Noguer, S.A., 1974, p. 259

Cementerio de Torroella de Montgrí. Análisis iconográfico de dos sepulturas como expresión de nuevas tendencias escultóricas

El cementerio de Torroella de Montgrí (Baix Empordà, Girona) merece una mención especial por ser uno de los primeros recintos funerarios de l´Empordà, construido a extramuros del núcleo de población según las disposiciones dictaminadas por la Real Cédula de 1787. Su superficie dividida en tres sectores claramente diferenciados y construidos en diferentes cronologías, responde a las necesidades de un municipio que experimenta un importante crecimiento demográfico. El sector más antiguo esto es, el inaugurado en 1817, constituye el único espacio que alberga las dos sepulturas más destacadas de todo el recinto. Su privilegiada disposición en el cruce de las dos vías principales (y en particular el panteón propiedad de Huguet y familia), pone de manifiesto la jerarquía espacial en materia de enterramientos.

Las dos sepulturas más destacadas de todo el cementerio de Torroella de Montgrí se encuentran en el sector más antiguo del recinto funerario. A mano derecha se distingue el acceso principal

Nuevas tendencias escultóricas como resultado del cambio ideológico iniciado en el siglo XIX

El nacimiento de los cementerios alejados de los núcleos urbanos y su progresiva secularización, impulsó la creación de nuevas iconografías relacionadas con la muerte. El notable estímulo que experimentó la escultura funeraria dio lugar al nacimiento y desarrollo de nuevos temas, convirtiendo a los cementerios en espacios idóneos para la expresión artística de los mejores maestros lapidarios del momento. Partiendo del movimiento romántico y a lo largo del siglo XIX, asistiremos a la progresiva desaparición de aquellos temas ligados a los aspectos más macabros de la muerte y que permanecían vigentes hasta el momento, para dar paso a representaciones cuyo objetivo será el de suavizar la idea del tránsito. Primarán aquellas iconografías ligadas a la idea de la resurrección del alma más que a su condena y se omitirá la representación explícita de la faceta más desagradable de la muerte como la putrefacción del cuerpo (modelo de tumbas transi tomb en donde el cadáver del difunto aparece en estado de descomposición), para ser reemplazada por imágenes del finado en posición yacente y durmiendo el sueño eterno.

Las obras dejarán constancia en la muerte de lo que había sido la existencia terrenal mediante la elección de unas iconografías cuyo tema principal, quedará ligado a la glorificación del difunto/ta y su familia, junto a la expresión de unos méritos personales los cuales, van a procurarle un tránsito favorable al más allá. (1) El propósito de mantener en la muerte el mismo estatus social y económico del que se había gozado en vida quedará patente tanto en la elección de la iconografía como en la ubicación de las sepulturas dentro del recinto funerario. En este cambio de tendencia la burguesía jugará un papel relevante en su afán por emular a la nobleza. Ahora no solo el noble tendrá derecho a una tumba digna de su rango, sino también todo aquel que pueda permitirse económicamente la construcción de una sepultura monumental.

Las diferentes clases de enterramientos han experimentado escasas variaciones a través de los siglos y solo su ubicación ha sufrido ciertos cambios. Las distintas tipologías de tumba han pervivido simultáneamente dentro de un mismo recinto funerario (2) y la elección de un modelo u otro, va ligada al poder económico del cliente.

En la construcción de las sepulturas intervienen dos artífices: el maestro de obras o arquitecto encargado del diseño del proyecto, y el escultor quien corre a cargo de su ejecución. Si nos referimos exclusivamente a obras seriadas, tan solo el taller escultórico interviene en la realización de unas esculturas disponibles para la clientela en catálogos de venta, o en la exposición permanente del taller. En diversas ocasiones nos encontramos con que los autores han firmado sus creaciones permitiendo así vincular una sepultura a un proyecto realizado por un arquitecto o maestro de obras y su materialización, a un taller escultórico en particular. Determinar la autoría facilita el estudio del flujo de obras así como de los talleres y maestros en activo dentro de una zona geográfica determinada en un periodo cronológico concreto y nos habla, de las preferencias de los clientes a la hora de elegir un maestro o taller encargado de perpetuar su memoria y la de sus antepasados.

La manifestación de las nuevas tendencias escultóricas en dos sepulturas del cementerio de Torroella de Montgrí

Dentro de la corriente ideológica que impulsó la creación de nuevas iconografías, podemos situar las dos sepulturas más destacadas de todo el cementerio de Torroella de Montgrí. En primer lugar por su monumentalidad hay que destacar el panteón propiedad de Huguet y familia y en segundo lugar por su singularidad dentro del recinto funerario, la sepultura situada a mano derecha de la anterior, compuesta por una gran lápida labrada, inclinada respecto al pavimento y datada de 1907 y de la cual, no he podido hasta la fecha determinar su titularidad. La idea que subyace en ambas sepulturas es la misma: perpetuar en la muerte el estatus social del que se gozó en vida y mantener vivo el recuerdo de los difuntos. En este sentido no podemos olvidar la función de las necrópolis como lugar de culto a los antepasados y el monumento funerario como medio de expresión para perpetuar su memoria. Este planteamiento se origina a partir de una ideología que se remonta a la Antigüedad y que considera el olvido como la verdadera muerte. (3)

Panteón propiedad de Huguet y familia. Cementerio de Torroella de Montgrí
Sepultura datada en 1907 situada a mano derecha del panteón Huguet. Cementerio de Torroella de Montgrí

El panteón Huguet se emplaza en el eje longitudinal marcado por la capilla del Roser y el acceso al recinto y ocupa la zona central, en el entrecruce de las dos vías principales. El emplazamiento de una sepultura pone de manifiesto la jerarquía espacial dentro de la necrópolis siendo las vías principales del recinto, las más cotizadas. (4) Paralelamente a su carácter jerárquico, el espacio presenta una dimensión simbólica: el panteón Huguet ocupa justo el centro del recinto.

El monumento ejecutado en mármol blanco está rodeado perimetralmente por una reja de hierro forjado decorada con elementos que recuerdan a las antiguas tracerías góticas y se alza sobre un pequeño zócalo, que delimita una parcela compuesta por losetas de mármol blanco. En la parte posterior se observa menor presencia de elementos lo que indica claramente que la obra fue concebida para ser vista de frente, como punto de vista preferente. El panteón que no está firmado y en donde no consta la fecha de su ejecución, responde a la tipología de tumba en el suelo con túmulo y cruz. Se trata de una iconografía recurrente en los recintos funerarios que alude a la Pasión de Cristo, Crucificción, Muerte, Resurrección y Redención y de la cual, podríamos citar innumerables ejemplos. Sobre tres escalones se levanta un túmulo como alusión al monte Gólgota lugar donde según los evangelios, tuvo lugar la Crucificción. En el túmulo formado por la superposición de rocas, hallamos dispersos diversos elementos vegetales así como una filacteria que indica la titularidad del monumento.  Sobre el túmulo se alza una gran cruz de la cual cuelga una guirlanda de flores.

El panteón propiedad de Huguet y familia nos da la bienvenida al cementerio de Torroella de Montgrí
Gran lápida ejecutada en mármol blanco que conduce al interior de la cámara funeraria del panteón Huguet. Cementerio de Torroella de Montgrí

En cuanto a la segunda sepultura a la que me he referido si bien no ocupa un espacio de la relevancia del panteón Huguet, su emplazamiento a mano derecha y cerca del centro del recinto, deja constancia de la trascendencia social de sus ocupantes. Su horizontalidad contrasta con el panteón vecino. La tumba de menor superficie que el panteón Huguet, se alza sobre un pequeño podio con una reja de hierro forjado que cierra el monumento. Su diseño forma parte de la tipología simple de lápida que en el presente caso, destaca por su robustez y calidad en el trabajo de labrado del mármol. La cruz alzada sobre la cabecera que aparece en tipologías más desarrolladas, se ha simplificado mediante la inclusión de la misma esculpida en relieve y ocupando la mitad superior de la lápida. En la zona inferior, figura una forma muy evolucionada de una variante del monograma IHS (Jesucristo) sobre el año de realización del monumento en cifras romanas MCMVII (1907). A lo largo del perímetro se desarrolla una cenefa de motivos vegetales. Al igual que en el caso anterior, la obra no está firmada.

Sepultura situada a mano derecha del panteón propiedad de Huguet y familia. Su año de realización figura en cifras romanas en la parte inferior de la lápida bajo el cristograma IHS

Elementos vegetales: la expresión de un lenguaje simbólico ligado al más allá

La profusión de elementos vegetales esculpidos que hallamos en nuestros cementerios convierte a los recintos funerarios, en verdaderos jardines botánicos dotados de un lenguaje simbólico. La inclusión en las sepulturas de vegetación pétrea presenta un carácter votivo, como ofrendas permanentes a nuestros difuntos, y de vanitas como alusión a la fugacidad de la vida. Las flores y plantas siempre presentes en los cementerios expresan mediante un lenguaje metafórico, su vinculación al más allá. La elección de un elemento vegetal u otro no es arbitraria ni fruto de las preferencias del lapidario sino que responde a un repertorio botánico recurrente, de claro significado funerario, y cuya identificación no siempre es fácil de determinar. Las representaciones escultóricas son muy parecidas entre sí lo cual nos plantea la cuestión de que los artistas contaban con unos modelos referenciales comunes, presentes en los diferentes manuales de escultura funeraria y ornamentación que circulaban habitualmente por los talleres escultóricos.

El panteón Huguet es rico en elementos vegetales que hallamos dispersos tanto en la cruz que corona el monumento, como en el túmulo. En él cabe destacar en primer lugar a la hiedra (Hedera helix), que vemos encaramándose por las rocas en las tres de las cuatro caras del panteón. Se trata de una especie botánica recurrente en iconografía funeraria y cuyo significado metafórico se origina por su capacidad de trepar agarrada a un soporte y por sus hojas siempre verdes. Sus características nos remiten al abrazo entre la vida y la muerte, (5) a la inmortalidad (6) y al afecto eterno. (7) Hallamos numerosos ejemplos de hiedra en el mismo modelo iconográfico ya sea trepando por la cruz o por el túmulo.

Otro elemento vegetal que aparece con frecuencia en los recintos funerarios es el laurel (Laurus nobilis), que en la obra que nos ocupa lo distinguimos surgiendo bajo la filacteria. Este arbusto asociado al dios Apolo y a su amor por la ninfa Dafne, leyenda que nos es relatada en el poema Las Metamorfosis de Ovidio, simboliza el triunfo, la victoria y el honor. Su inclusión en un contexto funerario y junto a la filacteria con el nombre familiar presenta un carácter honorífico y nos remite al triunfo ante la muerte.

Hiedra naciendo desde la base del túmulo y encaramándose por las rocas. Rama de laurel bajo la filacteria junto a lo que representa una imagen idealizada del acanto

Junto a la rama de laurel y en uno de los extremos de la filacteria distinguimos un elemento vegetal de difícil identificación. Si bien por regla general las flores y plantas esculpidas en las sepulturas hacen gala de una fidelidad botánica asombrosa, en ciertas ocasiones nos hallamos frente a representaciones que exhiben escasa fidelidad con respecto a sus equivalentes presentes en la naturaleza. Tal es el caso del acanto cuya figuración puede variar desde una absoluta idealización como resultado de la repetición de determinados modelos clásicos, hasta una representación más o menos fiel de la especie botánica. Bajo mi punto de vista creo probable que el elemento representado en el panteón Huguet se trate de la deformación estilizada de un acanto (Acanthus mollis). Dicho elemento lo tenemos repetido en dos ocasiones (la segunda en uno de los laterales) y además, he podido localizarlo en numerosas sepulturas de túmulo y cruz análogas al modelo que nos ocupa. (8) El acanto forma parte de la simbología vinculada al ámbito funerario desde antiguo. El arquitecto y tratadista Vitruvio (siglo I a. C.) en su obra Los Diez Libros de Arquitectura, nos relata una leyenda en donde el acanto aparece como el origen de capitel corintio y a su vez, expresa la relación con el mundo de los difuntos. A modo de resumen la leyenda narra el episodio del escultor griego Calímaco observando la tumba de una joven corintia sobre la cual, se había depositado un canastillo y en donde habían crecido unas hojas de acanto. Esta imagen inspiró al escultor a levantar unas columnas en Corintio que representaran su visión particular de la tumba de la joven. Su relación con una sepultura y con el mundo clásico junto a una amplia versatilidad en cuanto a su figuración, ha convertido a esta perenne en una de las especies con mayor representación dentro de los recintos funerarios.

Sin abandonar la tipología de tumba con cruz sobre túmulo hallamos otro elemento vegetal surgiendo de entre las rocas y cuya identificación al igual que el caso que acabo de citar, tampoco queda del todo clara. En el panteón propiedad de Huguet y familia este elemento se halla en uno de los laterales. Morfológicamente podría tratarse de un aloe o un ágave aunque personalmente me inclino por la primera opción. Cabe preguntarse por la presencia del áloe en un contexto funerario y surgiendo de lo que simbólicamente representa el monte Calvario. Creo haber hallado la respuesta a esta pregunta en el Evangelio de san Juan:

Vino también Nicodemo, aquel mismo que en otra ocasión había ido de noche a encontrar a Jesús, trayendo consigo una confección de mirra y de áloe, cosa de cien libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y bañado en las especies aromáticas, le amortajaron con lienzos, según la costumbre de sepultar de los judíos (Jn 19, 39-40). (9)

De tratarse efectivamente de un aloe su representación en el túmulo como metáfora del Gólgota quedaría justificada por los hechos narrados por Juan en su Evangelio, como una de las especies aromáticas empleadas para amortajar el cuerpo de Jesús.

Aloe (?) como cita al Evangelio de san Juan

Muy presente en las sepulturas por su alusión a la corona de espinas (10) es el cardo, que lo descubrimos en una de las caras del panteón Huguet. Dado que nace en el túmulo/Gólgota, su inclusión en este modelo iconográfico, concuerda con los episodios de la Pasión de Jesús narrados en los evangelios.

Cardo naciendo entre las rocas junto con otros elementos vegetales recurrentes en iconografía funeraria: la hiedra y el acanto (?)

En cuanto a la cruz que corona el panteón y que acentúa la marcada verticalidad del conjunto, se la ha representado destacando su carácter leñoso con tal maestría, que se diría que el mármol se ha convertido en madera. De ella cuelga una guirlanda de flores en señal de ofrenda perpetua. En modelos iconográficos de túmulo y cruz más evolucionados, es un ángel de expresión serena quien suele recoger entre sus manos la guirlanda tal y como vemos en la tumba de Magdalena Aranda y familia Perolet en el cementerio de Sants (Barcelona), obra del escultor Antoni Pujol. La variedad vegetal presente en estas guirlandas es recurrente. En el monumento que nos ocupa encontramos margaritas, pertenecientes a la familia de las compuestas y parientes de los crisantemos, una de las flores con mayor protagonismo entre las ofrendas a nuestros difuntos.

No podían faltar las rosas, cuyo sentido funerario viene de muy antiguo: los romanos celebraban en verano las fiestas fúnebres llamadas Rosalia en donde los participantes, dejaban rosas sobre las tumbas de parientes y amigos. (11) Hécate, diosa funeraria, se presentaba coronada de rosas y en las iniciaciones al culto, la rosa era utilizada como símbolo de muerte y silencio. (12) Las rosas también expresan el amor supremo y trascendental lo que las convierte en imágenes pétreas omnipresentes en los recintos funerarios.

Entre las distintas flores que pueblan nuestros cementerios se encuentra la siempreviva (Helichrysum techas). Con su característico color amarillo esta especia botánica se encuentra vinculada metafóricamente al recuerdo y a la vida eterna gracias a la permanencia de sus flores, que parecen no marchitarse jamás. No por casualidad en catalán se la conoce con el nombre popular de flor de mort (flor de muerto). Encontramos siempreviva en la guirlanda del panteón Huguet como símbolo de la eternidad.

Cruz que corona el panteón con guirlanda de flores votivas entre las que destacan el miosotis, la siempreviva, las rosas y las margaritas

Otra de las flores comunes dentro del repertorio iconográfico funerario y que podemos encontrar entre los elementos vegetales que componen la guirlanda del panteón Huguet, es la azuzena o lirio (Lilium candidum) símbolo de pureza, virginidad e inocencia.

Por último identificamos al miosotis (Myosotis sylvatica) conocido popularmente como nomeolvides. Es la flor del amor y del recuerdo.

Cara posterior. Bajo el brazo derecho de la cruz aparece una azucena y descendiendo hacia la base, grupos de siempreviva y miosotis

Las dos sepulturas del cementerio de Torroella de Montgrí nos hablan de nuevas iconografías que se desarrollarán a lo largo del siglo XIX y cuyo significado, vendrá determinado por la elección de unos temas de carácter recurrente cuyo objetivo será el de suavizar la idea de la muerte y reivindicar la memoria a los antepasados. La existencia de manuales de escultura funeraria a disposición de los talleres favoreció la tendencia con que estos modelos se divulgaron en nuestros recintos funerarios. A su vez el lenguaje simbólico de los elementos vegetales reforzó e incidió en el carácter dulcificador con que se pretendía mostrar a la muerte y sus consecuencias.

Artículo registrado en Safe Creative Commons Attribution-NoDerivatives 4.0 International (CC BY-NC-ND 4.0). Esta licencia autoriza la utilización íntegra del texto sin fines comerciales ni modificaciones y citando siempre la autoría

Referencias

(1) BERMEJO LORENZO, Carmen.  Arte y Arquitectura funeraria. Los cementerios de Asturias, Cantabria y Vizcaya (1787 – 1936), Oviedo, Universidad de Oviedo, 1998, p. 158

(2) Ibidem, p. 159

(3) Ibidem, p. 8

(4) Ibidem, p. 154

(5) BALLART, Celestí. Principis de botànica funerària, Barcelona, Editorial Base, 2013, p. 63 

(6) RAMÍREZ SÁNCHEZ, Manuel. Historias en la piedra. La escritura última en los cementerios ingleses de Canarias, Madrid, Dykinson S.L., 2016, p. 74

(7) Ibidem, p. 74

(8) Mientras escribía el presente post se publicó el libro Flores de pedra de la autora Gisela Monteiro sin que tuviera ocasión de consultarlo. Tal vez dicha obra me permita en el futuro arrojar algo de luz sobre la identificación de este elemento vegetal tan presente en la tipología de túmulo y cruz

(9) He tomado como referencia La Sagrada Biblia traducida de la Vulgata latina teniendo en cuenta los textos originales por el P. José Miquel Petisco y publicada por Sr. D. Félix Torres Amat. Sexta edición, Madrid Apostolado de la Prensa, S.A., 1956

(10) RAMÍREZ SÁNCHEZ, Manuel. Historias…, op. cit., p. 77

(11) BALLART, Celestí. Principis de botànica…, op. cit., p. 68

(12) Ibidem, p. 68

BIBLIOGRAFÍA

BALLART, Celestí. Principis de botànica funerària, Barcelona, Editorial Base, 2013

BERMEJO LORENZO, Carmen.  Arte y Arquitectura funeraria. Los cementerios de Asturias, Cantabria y Vizcaya (1787 – 1936), Oviedo, Universidad de Oviedo, 1998

KEISTER, Douglas. Stories in Stone: A Field Guide to Cemetery Symbolism and Iconography: The Complete Illustrated Guide to Cemetery Symbolism, Salt lake City, Gibbs Smith Publisher, 2004

La Sagrada Biblia  traducida de la Vulgata latina teniendo en cuenta los textos originales por el P. José Miquel Petisco y publicada por Sr. D. Félix Torres Amat. Sexta edición, Madrid Apostolado de la Prensa, S.A., 1956

MEYER, F.S. Manual de ornamentación, México, Gustavo Gili, 2000

RAMÍREZ SÁNCHEZ, Manuel. Historias en la piedra. La escritura última en los cementerios ingleses de Canarias, Madrid, Dykinson, S.L. , 2016

El panteón de los Repatriados de Ultramar en el cementerio de Les Corts: un proyecto de Pere Falqués i Urpí


El monumento funerario más destacado del cementerio de Les Corts es sin duda el panteón erigido en memoria a los soldados Repatriados de Ultramar. Esta imponente obra que ocupa la zona central del departamento III, fue un encargo del Ayuntamiento de Barcelona al arquitecto municial Pere Falqués i Urpí, quien llevó a cabo el proyecto ajustándose a los deseos del promotor: (1)

Acordar haber visto con singular complacencia la obra realizada por el Arquitecto Jefe de Urbanización y Obras P. Falqués, autor del proyecto del mausoleo ejecutado en el cementerio de Las Corts para contener de forma individual los restos de los 722 cadáveres de los soldados que subcumbieron en esta ciudad a consecuencia de las guerras coloniales, por haber interpretado con diligencia y acierto los propósitos del Excmo. Ayuntamiento encaminados a honrar de manera digna y completa la memoria de los que fallecieran en defensa de la patria.(2)

Panteón de los Repatriados de Ultramar según proyecto del arquitecto municipal Pere falqués i Urpí. Departamento III, cementerio de Les Corts, Barcelona
Placa conmemorativa del Ayuntamiento de Barcelona a los repatriados de ultramar

El Panteón de los Repatriados de Ultramar se construyó para sepultar los cuerpos de los soldados que habían luchado en la Guerra de Cuba y Filipinas y que habían fallecido en el Sanatorio de la Cruz Roja de Barcelona. El número de inhumaciones figura en la placa de la última cripta. En total el monumento alberga los restos de 732 soldados de entre los cuales, se desconoce la identidad de los siete últimos. Aun así la inscripción de la Federació de Repatriats con fecha 28 noviembre 1904 cita 726. En el interior de la primera cripta, en la lápida conmemorativa, se menciona un total en 734 y en el documento arriba aludido, el Ayuntamiento habla de 722 cadáveres.

Cuarta cripta. Lápida con los nombres y apellidos de los soldados inhumados. A partir del nº 726, una cruz pone de manifiesto la identidad desconocida de los últimos siete cuerpos que fueron enterrados en esta cámara
Lápida de mármol conmemorativa de la Federación de Repatriados de Ultramar situada en el acceso al panteón
Lápida conmemorativa situada en la entrada a la primera cripta. En la inscripción figura 734 como el número de soldados enterrados en el panteón

En 1896 el consistorio había cedido unos nichos a las víctimas de la Guerra de Cuba y Filipinas que habían fallecido en el Sanatorio de la Cruz Roja. (3) L´Arxiu Municipal del Districte de Les Corts conserva una carta datada del 30 de diciembre de 1896 en donde figura que el Ayuntamiento, cede voluntariamente los terrenos y expresa la intención de erigir un monumento en memoria de los finados. Pero el Panteón no se finalizó hasta 1904 año en que consta documentalmente la colocación de una lápida conmemorativa, (4) así como la ceremonia de inauguración la mañana del 31 octubre 1904. Esta contó entre sus asistentes con la presencia de numerosos soldados supervivientes en la contienda de ultramar, más representantes del clero así como y el alcalde de Barcelona Dr. Gabriel Lluch.

Lunes 11 de octubre de 1904. Traslado de los restos de veinte soldados desde el cementerio del Sud Oeste, hasta su emplazamiento definitivo en el Panteón de los Repatriados de Ultramar en el cementerio de Les Corts, Barcelona. Procedencia imagen: Nuevo Mundo. Foto Sautés
31 de octubre de 1904, inauguración del panteón. Procedencia de la imagen: La Ilustración Artística. Foto A. Merletti

El mismo mes y año el Ayuntamiento de Barcelona encargó ochenta lápidas más, destinadas al Panteón así como una reja de hierro para rodear todo el perímetro del monumento. (5) El mausoleo realizado en piedra de Montjuïc, imita la estructura de un fortín militar. En la parte central se alza un túmulo coronado por una cruz. El acceso a las criptas se realiza mediante unas escaleras situadas en la parte frontal que se bifurcan a ambos lados y descienden hasta un corredor estrecho que conduce a las cámaras. En el interior encontramos los nichos numerados y una placa con el número que identifica a cada soldado. En la actualidad, el Panteón de los Repatriados de Ultramar se encuentra en un amentable estado de conservación.

Escaleras de acceso a las criptas

Interior del panteón

Se trata de un monumento simétrico cuyo interior se divide en cuatro cámaras sepulcrales o criptas todas ellas iguales, comunicadas entre sí mediante unos pequeños corredores, en los cuales figuran las distintas placas con los nombres correspondientes a los soldados enterrados en cada una de las criptas. Las cámaras no se encuentran todas al mismo nivel. Existe un pequeño desnivel entre la segunda y la tercera que se salva mediante unos peldaños que permiten descender del segundo al tercer espacio.

Pasillo de comunicación entre la primera cripta y la segunda
Cripta segunda
Acceso que da paso a la tercera cripta
Desnivel entre la tercera cámara y la cuarta
Placas con los nombres y apellidos de los soldados inhumados en el interior de la cuarta cámara

Cada cámara está cubierta por bóveda de arista con un óculo central abierto que permite la entrada de luz cenital. Para facilitar el desagüe de las aguas pluviales, el pavimento de cada cámara está provisto de unos pequeños orificios de drenaje.

Cubierta de vuelta de arista. Óculo cenital que permite la entrada de luz natural a las cámaras

El Panteón de los Repatriados de Ultramar del cementerio de Les Corts es un monumento vinculado a otros panteones realizados en territorio español para conmemorar a los soldados fallecidos en la guerras coloniales. En el caso del panteón de Les Corts, se trata de un monumento proyectado para albergar inhumaciones individuales en las cuales podemos identificar el nombre y apellido de cada soldado que dio su vida durante las guerras de ultramar.

Artículo registrado en Safe Creative Commons Attribution-NoDerivatives 4.0 International (CC BY-NC-ND 4.0). Esta licencia autoriza la utilización íntegra del texto sin fines comerciales ni modificaciones y citando siempre la autoría

Referencias

(1) Entre la documentación que forma parte del fondo personal del arquitecto Pere Falqués i Urbí y que se conserva en el AHCB, localicé un documento que citaba al arquitecto como  autor del proyecto del Panteón de los Repatriados de Ultramar. Cuando en el año 2015 inicié un trabajo de investigación sobre el cementerio de Las Corts, no encontré ninguna otra referencia anterior sobre la autoría del monumento ni en los archivos, ni entre la escasa bibliografía publicada sobre este recinto funerario. En aquel momento asumí que se trataba de una información inédita. Sin embargo poco antes de finalizar la primera parte de la investigación, localicé un artículo en El País publicado en 2010 titulado «Fortines caribeños», en donde se hacía eco de la autoría del proyecto. El autor del artículo es el escritor Xavier Theros. Me pareció que a pesar de haber localizado un documento en el AHCB que citaba específicamente a Pere Falqués i Urpí como el autor del proyecto del monumento de los Repatriados de Ultramar, la información ya había sido dada a conocer con anterioridad. Añadir también que la noticia apareció publicada en la prensa de la época como podemos leer en GARCIA LLANSÓ, A.  «Monumento construido por el Ayuntamiento de Barcelona y dedicado á los Repatriados de Ultramar, inaugurado el 31 de octubre último» en La Ilustración Artística, Barcelona 7 noviembre 1904,  nº 1.193, p. 734 así como en «Panteón de los Repatriados» en Nuevo Mundo, jueves, 21 julio 1904, nº 550
(2) Butlletí Oficial de la Provincia 1904, p. 229. Fons privat Pere Falqués i Urpí. AHCB3-294/5D.27
(3) Prestar gratuitamente los nichos de propiedad municipal a los muertos procedentes de la Guerra de Cuba y Filipinas. Cruz Roja, 1896. 5.1. Gestió d´equipaments sanitaris. 5.1.1. Cementiri 1866-1898. 5.1. Cementiri C-36. Arxiu Municipal del Districte de Les Corts
(4) En el Butlletí Oficial de la Provincia del mes de noviembre de 1904 que pude localizar entre la documentación que forma parte del fondo privado del arquitecto Pere Falqués i Urpí conservado en el Arxiu Històric de Barcelona, en el capítulo dedicado a la Comisión de Cementerios, se recoge la concesión a D. Modesto Serra i Capdevila, Presidente de la Federación Española protectora de los Repatriados de Ultramar, para colocar una lápida conmemorativa en el panteón de sus compañeros
(5) El precio de estas lápidas ascendió a 440 pts. Butlletí Oficial de la Provincia 1904, p. 262. Fons privat Pere Falqués i Urpí. AHCB3-294/5D.27

BIBLIOGRAFÍA

GARCIA LLANSÓ, A.  «Monumento construído por el Ayuntamiento de Barcelona y dedicado á los Repatriados de Ultramar, inaugurado el 31 de octubre último» en La Ilustración Artística, Barcelona 7 noviembre 1904, nº 1.193, p. 734 (Foto A. Merletti)

«Panteón de los Repatriados» en Nuevo Mundo, jueves, 21 julio 1904, nº 550 (foto Sautés)

RIERA, Carme. Els cementiris de Barcelona, Barcelona, Edhasa, 1981

Fuentes documentales

Butlletí Oficial de la provincia 1904, p. 229. Fons privat Pere Falqués i Urpí. AHCB3-294/5D.27
Prestar gratuitamente los nichos de propiedad municipal a los muertos procedentes de la Guerra de Cuba y Filipinas. Cruz Roja, 1896. 5.1. Gestió d´equipaments sanitaris. 5.1.1. Cementiri 1866-1898. 5.1. Cementiri C-36. Arxiu Municipal del Districte de Les Corts

Recursos electrónicos

THEROS, Xavier. Fortines caribeños [en línia]. El País [consulta: diciembre 2015]. Disponible en: https://elpais.com/diario/2010/08/12/catalunya/1281575251_850215.html