El kimono como expresión de un código social. Las geishas y el lenguaje visual del kimono

Introducción

Si bien el tema de este artículo es objeto de estudio por parte de la Antropología más que por la Historia del Arte, considero el kimono como una obra de arte en sí misma y desde este punto de vista, su inclusión en este blog queda justificada. En el post El kimono: entre la tradición y la modernidad se trataron aspectos relacionados con la historia y tipologías de esta prenda tradicional japonesa. La presente entrada se centra en cómo es vestida por uno de los pocos colectivos que aún lo usa habitualmente y que además, se halla vinculado al mundo de las artes: las geishas. Deseo aclarar que se trata de un post de carácter general. El mundo de la flor y el sauce (expresión utilizada para referirse al mundo de las geishas), es complejo y aunque se pueden establecer características generales, existen tantas particularidades que por su extensión, merecerían ser tratadas aparte. Pero como punto de partida general podemos decir que lo que marca la diferencia entre cómo los diversos colectivos llevan el kimono, no tiene tanto que ver con la prenda en sí sino en cómo lo visten.

Cuando me dispuse a abordar un artículo sobre el lenguaje visual del kimono centrado en el mundo de las geishas, me di cuenta de la enorme complejidad del tema. Este ha sido sin lugar a dudas el post que más me ha costado escribir hasta ahora ya que he tenido que sintetizar mucha información que a veces era confusa y además, se trata de un artículo de carácter general con la particularidad de que el lenguaje del kimono en el mundo de las geishas, está lleno de singularidades. Una vez redactado el texto, solicité a la experta en kimonos Laura Maraver si tenía a bien revisarlo y realizar las oportunas correcciones. Laura accedió a mi petición con la misma amabilidad con la que me atendió durante su conferencia en la Casa Asia. Por ello quiero expresarle toda mi gratitud y agradecimiento. Laura Maraver es licenciada en Bellas Artes y está especializada en indumentaria tradicional japonesa. Ha realizado diversos cursos en Japón sobre kitsukewasai (costura japonesa) y yuuzen (técnica aplicada para pintar mano un kimono de seda), entre otros. En la actualidad se dedica a la venta de ropa tradicional japonesa y realiza cursos sobre kitsuke y wasai, además de organizar exposiciones, conferencias y exhibiciones por todo el territorio español.

La indumentaria en términos generales y como sistema cultural, representa un indicador del rango, profesión, clase y estatus de quien lo viste y posee su propio código visual, que es comprendido por la comunidad a la que pertenece. En el caso del kimono su elección y accesorios quedan sujetos a unas normas, que reflejan el grado de formalidad, edad y estado civil. Su uso condiciona los movimientos y en consecuencia, la expresión no verbal. Su diseño crea una figura tubular que realza la silueta característica de la mujer japonesa,(1) adaptándose perfectamente al estilo de vida oriental y destacando en este ámbito. Como parte del lenguaje no verbal, el kimono siempre se cierra cruzando el lado izquierdo sobre el derecho porque hacerlo de forma contraria, solo está reservado a los difuntos.

Aunque a simple vista puede pasar inadvertido, no viste igual un kimono una geisha que una mujer casada, soltera o joven. Existen diferencias entre cada una de ellas y lo que es apropiado para unas mujeres, puede no serlo para las demás. Su correcta elección depende de lo que los japoneses denominan kata, la manera apropiada de hacer las cosas.(2) Es adecuado para las jóvenes vestir kimonos de colores vivos y largas mangas llamados furisode. A los treinta años o a partir del matrimonio, (3) la mujer dejará el furisode para pasar a vestir kimonos de mangas más cortas y colores más sobrios (4). Un claro ejemplo del uso de este tipo de kimono como expresión de un código visual y dentro de la comunidad de geishas, queda de manifiesto en el hecho de que antiguamente, una aprendiz de geisha vestía el furisode hasta que se había iniciado sexualmente. Se consideraba que alcanzaba la edad adulta después de su primera experiencia sexual, que tenía lugar entre los dieciséis y los diecinueve años.(5) De ese modo la manga corta indicaba que la mujer ya no era virgen. Desde 1958 (6) no se practica el mizuage, ceremonia de iniciación sexual en donde la joven perdía su virginidad, y las jóvenes usan manga corta cuando se convierten en geishas con independencia de que hayan o no tenido su primera experiencia sexual.(7) En consecuencia resultaría extraño e impensable ver a una geisha vistiendo un kimono furisode de colores llamativos y mangas largas hasta los tobillos.

Tres tipos distintos de atuendos además del color y diseño, marcan las diferentes estaciones del año. (8) El negro es por excelencia el color de etiqueta mientras que el blanco, se reserva a los difuntos y a las novias que el día de su boda, vestirán el característico kimono shiromuku. (9) Para la antropóloga Liza Dalby el uso del color blanco reservado exclusivamente para los difuntos y novias, guarda estrecha relación con el paso de un estadio a otro. Para el difunto significa abandonar su vida terrenal mientras que para la novia, marca el inicio de una nueva etapa como mujer casada. (10)

La joven aprendiz sentada a la izquierda viste un kimono formal llamado furisode, característico por sus largas mangas que llegan hasta los tobillos. Las mangas más cortas del kimono que vemos en la mujer de la derecha, indican que ha llegado a la edad adulta alcanzando el estatus de geisha. Viste también un kimono formal, con blasones y de color más sobrio que el de su compañera más joven. El color del cuello también marca la diferencia: blanco para la geisha, rojo para la aprendiz. Postal antigua
Las maiko Katsumi (izquierda) y Mameteru (derecha) interpretando Gion Kouta. (11)Ambas no han alcanzado aún el estatus de geisha y visten el furisode, kimono adecuado para jóvenes. Los colores son más vivos y con la incorporación de patrones decorativos más extensos y llamativos que los que luciría una geisha. La maiko se ajusta el obi justo bajo el pecho lo que le confiere un aire más infantil. Autor: Joi Ito. Fuente: Performing Gion Kouta. Imagen publicada bajo licencia Creative Commons Attribution 2.0 Generic. https://creativecommons.org/licenses/by/2.0/deed.en

Las geishas en la vanguardia del mundo de la moda

Las geishas poseen lo que los japoneses denominan iki, concepto difícil de traducir pero que tiene que ver con la elegancia, el estilo, con determinados ideales estéticos y con la inclusión de las artes en todos los aspectos de la vida. El iki vendría a representar el paradigma del ideal estético japonés y como puntualiza el autor A.C. Scott, no se puede crear deliberadamente sino que se trata de algo espontáneo. Este concepto se halla estrechamente vinculado con el cuidado de la apariencia personal y como consecuencia, en el vestir. Por ello no es de extrañar que las geishas hayan marcado tendencia en materia de moda. Algunos de los componentes que forman parte de los kimonos modernos, tienen su origen en mundo de la flor y el sauce.  

El Taiko un tipo de nudo utilizado para atar el obi o faja ancha a modo de cinturón, tiene su origen en 1823 durante la inauguración del puente Taikobashi en Tokio. Algunas de las geishas que acudieron al evento, causaron sensación por la forma en que se habían anudado el obi aunque en realidad, se trataba de una variación del nudo utilizado por los hombres para atarse el cinturón. (12) 

En el siglo XVII el colectivo de geishas de Fukagawa (Tokio) fue el primero en vestir el haori, una prenda parecida a una chaqueta y que era privativa de la indumentaria masculina. El uso del haori por parte de las geishas supuso un intento por reivindicar que sus artes, no eran exclusivamente de carácter sexual al tiempo que añadía un aire masculino, que recordaba a los actores kabuki  que interpretaban papeles femeninos.  (13) Las geishas de Fukagawa fueron precisamente famosas por su iki y dedicaron su arte a alcanzar este ideal estético. El haori que ellas introdujeron en la moda femenina causó tal sensación, que posteriormente fue adoptado por el resto de mujeres.

Otro elemento incorporado a los kimonos modernos y cuyo origen se halla en el mundo de las geishas es el obi Nagoya. Fue creado por una profesora durante los años 20 del siglo pasado (14) con la finalidad de poder vestir un complemento para una prenda relativamente cómoda, pero con el suficiente estilo como para ser llevada por la tarde antes de salir a trabajar con kimonos más formales. El Nagoya llegó a ser muy popular entre las geishas de Tokio (15) y actualmente es el tipo obi más usado en todos los kimonos excepto en los formales. (16) 

Las geishas y el lenguaje visual del kimono

Más allá de lo que resulta adecuado para cada mujer en relación a qué tipo de kimono elegir, las geishas se distinguen por su particular forma de vestirlo expresando así su pertenencia al mundo de la flor y el sauce. El kimono se rige por un código de etiqueta que expresa mediante el lenguaje visual, lo que es apropiado para cada ocasión y colectivo. Así un kimono adecuado para una joven burguesa colocado como lo haría una geisha, con su correspondiente obi y accesorios, parecería una mezcolanza extraña a los ojos de un entendido. En este sentido es muy ilustrativa la anécdota narrada por Liza Dalby. Durante su estancia en Kioto y al ser invitada a una fiesta formal de geishas, eligió un kimono prestado por una amiga suya, hija de un prestigioso doctor. El obi y los accesorios se lo proporcionaron las propias geishas que al mismo tiempo, fueron las encargadas de vestirla. Tras el evento acudió a un bar restaurante en donde el camarero, acostumbrado al mundo de la flor y el sauce y conocedor del lenguaje visual del kimono, no lograba encajar el estilo de la joven. Lo que había ocurrido es que a través de su indumentaria la antropóloga, estaba transmitiendo un mensaje incoherente que forzosamente debía llamar la atención de quien fuera conocedor de los códigos de etiqueta. (17)

Estas sutiles diferencias en relación a la colocación del kimono y que a simple vista pueden pasar desapercibidas para los no entendidos, otorgan a la geisha un mayor grado de sensualidad. La geisha viste un kimono más largo que una mujer casada y utiliza un obi mucho más ancho (18) que el resto de mujeres, lo cual le confiere mayor voluptuosidad. El nudo Taiko se lo ajusta mediante una pequeña y sutil inclinación. (19) En kimono interior también marca la diferencia: en la geisha, éste se hace visible por la parte anterior. (20) El borde posterior del cuello del kimono lo lleva más holgado dejando al descubierto una zona cargada de erotismo para la cultura japonesa: la nuca.(21) Recuperamos una vez más a Liza Dalby cuando reflexiona sobre la visión trasera de una geisha y la disposición de los clientes dentro de una estancia tradicional japonesa. El ushiro sugata, la visión de la espalda femenina, es reconocida por la cultura japonesa desde hace siglos.(22) En los banquetes tradicionales (ozashiki) las mesas se disponen paralelas a la pared de la estancia. Los comensales se sientan en cojines bajos en la parte externa (la más cercana a la pared) de manera que nadie se sienta frente a nadie y se deja un espacio libre en el centro de la estancia por el que circulan las geishas. Mientras lo hacen, dan la espalda a alguna de las filas de comensales dejado al descubierto la nuca, parte más erótica y la vista posterior de sus espectaculares kimonos y obi. (23) 

Vista posterior ushiro sugata. Una maiko (izquierda) y una geiko (24). Ésta lleva el obi anudado mediante el nudo taiko ligeramente inclinado. En la imagen se aprecia cómo se deja holgada la parte posterior del kimono, quedando al descubierto cuello y nacimiento de la espalda. Autor de la imagen: Joi Ito. https://www.flickr.com/people/joi/. https://www.flickr.com/photos/joi/2916308593/. Imagen publicada bajo licencia Creative Commons Attribution 2.0 Generic license.https://creativecommons.org/licenses/by/2.0/deed.en
Antigua yujo o mujer de placer. Su aspecto difería sustancialmente del de las geishas que apostaron por diferenciarse de aquellas, adoptando un estilo más sobrio y elegante. Marcaba la diferencia la indumentaria, el maquillaje, el peinado y los ornamentos. La prostituta vestía kimonos de colores y decoración más llamativa y se abrochaba el obi delante, para mostrar su disponibilidad sexual mientras que la geisha, siempre lo hará detrás. La palabra geisha significa artista y como tal, reivindicaron su profesión, su arte, también a través de la indumentaria desmarcándose así del mundo de la prostitución. Como puntualizó una experta en kimonos actualmente ya nadie se abrocha el obi delante, costumbre que ha quedado definitivamente relegada al pasado. Postal antigua

Según A. C. Scott, hasta la Segunda Guerra Mundial ninguna geisha aparecía por la tarde vestida con un kimono que no fuera formal esto es, un kimono negro de cola con el dobladillo decorado y la incorporación de los correspondientes blasones. (25)La edad y la superficie decorada de la prenda guardan relación: cuanto más joven es la geisha, su kimono incluirá mayor extensión decorada arrancando ésta, desde el dobladillo hacia arriba. Esta regla aún sigue vigente.  A medida que la noche avanzaba y las recepciones formales y fiestas oficiales se iban relajando, era costumbre que se cambiara el kimono formal por otro más alegre decorado con colores más vivos. Este cambio era solicitado por la dueña de la casa de té donde trabajaba la geisha. Ahora bien como se ha mencionado más arriba, ninguna geisha acudía a su primera cita vestida con un kimono informal. Si se atrevía a hacerlo, era inmediatamente enviada a la oficina de registro. (26) En la actualidad las reglas no son tan estrictas y la geisha no vestirá un quimono ceremonial a menos que se lo pidan expresamente lo cual, repercutirá directamente en la factura del cliente. (27) Normalmente para trabajar elegirá un kimono regular de seda hasta los tobillos, de colores discretos y mangas hasta la cintura. (28)

Kimija, geiko del distrito de Miyagawacho (Kioto) vistiendo un tomesode o kimono formal caracterizado por la longitud de sus mangas que llegan hasta la cintura. El negro es por excelencia el color de la etiqueta que en este caso, destaca por la incorporación de motivos decorativos basados en las hojas de arce, flores de crisantemo y cañas de bambú. Autor: https://www.japanexperterna.se/. Imagen publicada bajo licencia Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported. https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/deed.en

Hasta aproximadamente alcanzar la edad de los treinta años, las geishas siguen vistiendo el kimono de cola para ocasiones especiales. Este cobra mayor espectacularidad en los interiores cuando caminan y arrastran la cola elegantemente sobre los tatami. Al salir al exterior se recogerá el dobladillo del kimono entre el dedo anular y pulgar, en un gesto característico de las maiko y geishas que es reconocido en la cultura tradicional japonesa. Cumplidos los treinta años vestirá kimonos cuya longitud alcanza hasta los tobillos y a medida que avanza en edad, su aspecto tomará un aire más sobrio y elegante luciendo colores como el veige, azul oscuro o gris. Se recogerá el pelo con un simple moño y usará un maquillaje más discreto. Esta concepción de sobriedad como sinónimo de buen gusto y elegancia, tiene su origen en el siglo XVIII cuando el gobierno japonés promulgó diversas leyes contra el lujo en el vestir a fin de controlar la extravagancia de la clase burguesa. Se abandonaron los patrones decorativos brillantes y los diseños estrafalarios eran considerados vulgares, mientras se favorecían los estilos más sobrios. Ganaron popularidad los ricos forros y la inclusión de patrones decorativos en la cara interna de las telas. El buen gusto se expresaba mediante la simplicidad y esta nueva concepción en la valoración estética, repercutió en la indumentaria tradicional.

La estacionalidad del kimono como reflejo de la naturaleza en la indumentaria tradicional

Como se destacó durante el transcurso de la conferencia Tradición y futuro del kimono: el kimono como arte y como vestido celebrada en la Casa Asia de Barcelona, el kimono es una prenda de fuerte carga simbólica que mantiene una conexión con la naturaleza, y una voluntad por transmitir algo que va más allá de los valores estéticos. Esta concepción se traduce en la estacionalidad del kimono: en función de la época del año, de la estación e incluso del mes, se viste un tipo de tejido y decoración diferente. Los japoneses tienen muy presente el cambio de estaciones que se ve reflejado también, el decorado de los kimonos. Esta estacionalidad se halla muy presente en el mundo de la flor y el sauce. Una geisha jamás vestirá un kimono que no esté en consonancia con la estación del año en curso. Así por ejemplo en invierno podrá lucir kimonos cuya decoración incluya la representación de pinos, sobre un color verde claro y el reverso de la prenda, color morado. En primavera cuando florece el cerezo, la sakura, los kimonos introducirán la flor del cerezo sobre un fondo blanco y granate en el reverso. Y en otoño, cuando las hojas del arce alcanzan su mayor esplendor tornándose de color rojo intenso, se incorporarán a las telas decoraciones basadas en las hojas del arce sobre un fondo bermellón, con el reverso verde gris. (29) Observando detenidamente un kimono podríamos llegar a saber el estado civil, franja de edad de quien lo viste, si está destinado a lucirse en un evento formal o informal e incluso, el mes del año en que nos encontramos. En ello radica la importancia del lenguaje visual del kimono que para la geisha, cobra mayor relevancia porque forma parte de su gei, de su arte. Aunque actualmente llevan un estilo de vida diferente al de sus antepasadas, estas mujeres siguen destacando por su elegancia, buen gusto y por el estricto mantenimiento de las normas de etiqueta. Los diferentes rituales y códigos continúan impregnando todos los aspectos de su vida y el lenguaje simbólico del kimono, es una parte esencial de los mismos. 

Este post está registrado bajo licencia Safe Creative Commons Attribution-NoDerivatives 4.0 International (CC BY-NC-ND 4.0) y ya había sido publicado en mi anterior blog el día 12 junio 2020

Enlaces de interés

Minna no Kimono: https://www.minnanokimono.com/

Casa Asia: https://www.casaasia.es/

Referencias

(1) DALBY, Liza. Geisha, Barcelona, MONDADORI, 2000, p. 278

(2) DOWNER, Lesley. Geisha. The secret history of a vanishing world, London, Headline Book Publishing, 2001, p. 284

(3) Dato facilitado por Laura Maraver, experta en kimono

(4) VILARÓ, Eugènia. Geisha. Los secretos del mundo flotante, Barcelona, Shinden Ediciones, 2006, p. 187

(5) DALBY, Liza. Geisha, op. cit., p. 289

(6) DOWNER, Lesley. Geisha. The secret history …, op.cit., p. 261

(7) Ibidem, p. 264

(8) DALBY, Liza. Geisha, op. cit., p. 290

(9) VILARÓ, Eugènia. Geisha. Los secretos…, op. cit., p. 188

(10)  DALBY, Liza. Kimono, London, Vintage, 1993, p. 191 

(11) Maiko literalmente bailarina. Aprendiz de geisha en Kioto

(12) DALBY, Liza. Kimono, op.cit., p. 342

(13) DOWNER, Lesley. Geisha. The secret history …, op.cit., p. 95

(14) No fue una costurera sino una profesora. Laura Maraver nos aclaró este dato

(15) DALBY, Liza. Kimono, op. cit., p. 211

(16) Ibidem, p. 343

(17) Ibidem, p. 337  

(18) Tanto las características sobre la anchura del obi como sobre la longitud del kimono, nos han sido facilitadas por Laura Maraver

(19) DALBY, Liza. Kimono, op.cit., p. 338 

(20) Ibidem, p. 338

(21) DALBY, Liza. Geisha, op.cit., p. 284 

(22)  DALBY, Liza. Kimono, op. cit., p. 341

(23) DALBY, Liza. Geisha, op.cit., p. 281 

(24) Geiko equivale a geisha en el dialecto de Kioto

(25) SCOTT, A.C. «Clothes do much upon the wit» en The Flower and the Willow World. The Story of the Geisha, United States of America, The Haddon Craftsmen, Inc., 1960, p. 100 -101

(26) Ibidem, p. 101

(27) DALBY, Liza. Kimono, op.cit., p. 338 

(28) DALBY, Liza. Geisha, op.cit., p. 275

(29)VILARÓ, Eugènia. Geisha. Los secretos…, op. cit., p. 186, DALBY, Liza. Kimono, op.cit., p. 294

BIBLIOGRAFÍA

AIHARA, Kyoko. Geisha. A living tradition, London, Carlton Books Limited, 2000

DALBY, Liza. Kimono, London, Vintage, 1993

DALBY, Liza. Geisha, Barcelona, MONDADORI, 2000

DOWNER, Lesley. Geisha. The secret history of a vanishing world, London, Headline Book Publishing, 2001

GALLAGHER, John. Geisha. A Unique World of Tradition, Elegance, and Art, London, PRC Publishing Ltd, 2003

IWASAKI, Mineko. Vida de una geisha, Barcelona, Ediciones B, S.A., 2002

KOMOMO. A Geisha´s Journey. My life as a Kyoto apprentice, Tokio, Kodansha International Ldt, 2008

SCOTT, A.C. «Clothes do much upon the wit» en The Flower and the Willow World. The Story of the Geisha, United States of America, The Haddon Craftsmen, Inc., 1960, p. 94 – 109

VILARÓ, Eugènia. Geisha. Los secretos del mundo flotante, Barcelona, Shinden Ediciones, 2006 

Monasterio de Santa María de Pedralbes: rituales de vasallaje

La presente entrada trata sobre los vínculos y rituales de vasallaje que tuvieron lugar en el Monasterio de Santa Maria de Pedralbes durante el siglo XIV. Ya que en otros posts he tratado sobre este conjunto arquitectónico, me ha parecido de interés incluir las ceremonias de vasallaje aunque éstas mantengan más relación con la Historia en general, que con la Historia del Arte en particular.

Real Monasterio de Santa María de Pedralbes fundado por la reina Elisenda de Montcada

Iuramentus fidelitatis et homagium ore et manibus

La ceremonias de vasallaje incluían una serie de gestos simbólicos que han sido estudiados por historiador medievalista Jacques Les Goff. (1) Estas ceremonias se componían de diversas fases mediante las cuales, el vasallo prestaba acto de vasallaje a su señor y obtenía a cambio su protección. Las diferentes fases comportaban diversos estadios en la relación entre ambos. La primera fase constaba de dos actos. El primero llamado homenaje, el vasallo manifiestaba su deseo de convertirse en hombre del señor y se subordinaba a él. En el segundo acto se realizaba el Immixto manuun: el vasallo ponía sus las manos entre las del señor en señal de protección. Según Le Goff este acto comportaba una situación de inferioridad por parte del vasallo, una situación de sumisión al poder del señor. En la segunda fase se declaraba fidelidad al señor la cual quedaba sellada mediante el osculum (beso en la boca) el cual implicaba una reciprocidad entre ambos y fe mutua, y el juramento del vasallo sobre un objeto sagrado. El señor aceptaba al vasallo como hombre suyo, tras investirlo con un objeto simbólico. Finalmente la tercera fase constaba de la investidura del feudo: el señor entregaba un objeto a su vasallo. Ello simbolizaba el paso de una cosa de una persona a otra y era un acto con valor jurídico que implica vínculo entre ambos: el señor se comprometía a proteger a su vasallo y éste a su vez, se comprometía a prestar los servicios a su señor. Se trataba de establecer una jerarquía de derechos y obligaciones entre el señor y su vasallo. (2)

Le Goff distingue entre las ceremonias en las que implicaba solo un reconocimiento de patronaje (como en el caso de la abadesa de Pedralbes respecto a los vasallos de Sarrià) y las ceremonias de investidura de caballeros en donde el vasallo, se declaraba hombre del señor. Estas últimas eran mucho más complejas que las primeras. La commendatio manibus o in manibus (acto de colocar las manos entre las del señor) era un ritual cuyo origen se halla en la oblación de los novicios instaurada con la Regla de san Benito. El mismo acto era realizado por las novicias de Pedralbes durante la consagración (3) y como veremos a continuación, entre los vasallos de Sarrià y la abadesa o el procurador como representante de ésta.

Santa María de Pedralbes funcionaba con plena señoría territorial y jurisdiccional y los vasallos, debían realizar un gesto público de reconocimiento que expresase su dependencia.(4) El monasterio ejercía su dominio señorial sobre villa de Sarrià mediante una relación de dependencia entre sus habitantes y la abadesa, como máxima representante de la comunidad religiosa. (5) Este gesto de reconocimiento que se escenificaba cada vez que se escogía una nueva abadesa, exigía a los habitantes de Sarrià, rendir homenaje mediante los correspondientes rituales de vasallaje reconociendo así la señoría. Las ceremonias de vasallaje son muy complejas y la fórmula seguida en Santa María de Pedralbes era la denominada iuramentus fidelitatis et homagium ore et manibus mediante la cual, el vasallo hacía acto de reconocimiento público de las posesiones que tenía en nombre del monasterio, y de su persona.(6)

El archivo del monasterio conserva un documento datado el domingo 3 de febrero de 1376, en que se detalla el desarrollo de la ceremonia (7) mediante la cual, la nueva abadesa sor Agnès ça Rovira escogida tras la muerte de su predecesora sor Sibil-la de Caixans, recibía un reconocimiento de patronaje por parte de los vasallos de Sarrià. (8) El acto se desarrolló a lo largo de varios días en los cuales, los hombres y mujeres de la villa realizaban un reconocimiento público. En este caso no se trataba de una ceremonia de investidura sino de patronaje y su ejecución era más simple. El batlle de Sarrià (alcalde) avisaba a los vasallos durante días, para que acudiesen al monasterio junto a las escaleras situadas frente al claustro. Como apunta la Dra. Anna Castellano Tressera las ceremonias más relevantes se llevaban a cabo en el interior del monasterio. Las escaleras representaban una zona intermedia entre la clausura y el mundo exterior. Una vez allí los hombres prestaban homenaje al procurador del monasterio Jaume Puig, quien actuaba en representación de la abadesa y las mujeres, realizaban un acto análogo con la abadesa. La ceremonia incluía poner las manos entre las del señor (in manibus) así como el beso en la boca (osculum). Éste no era preciso en la ceremonia de Pedralbes además, situaba al vasallo en plano de igualdad frente a su señor situación de la que quedaban totalmente excluidas las mujeres y los plebeyos. En el caso de Pedralbes solo in manibus (entre las manos) era estrictamente necesario pero el osculum, se realizaba igualmente y está documentado que así se hacia. La ceremonia duró varios días. Acerca del osculum, Castellano Tresera apunta a la posibilidad de que no sea necesario explicar siempre de la misma forma los símbolos que se usaban en una ceremonia de investidura, que en una de patronaje. El osculum o beso formaba parte de la investidura de un caballero y solo colocar las manos entre las del señor, era necesario en las ceremonias de reconocimiento de patronaje. Castellano Tressera explica la inclusión del osculum entre los vasallos de Sarrià y la abadesa/procurador como una manifestación que otorgaba mayor relevancia al acto.(9) Además añade que no siempre los vasallos estaban conformes con el vínculo que se establecía entre ellos y el monasterio. El 3 de julio de 1409 el batlle de Sarrià Jaume Codina, realizó un llamamiento a Pere Masseguer para que acudiera a rendir juramento de homenaje a la abadesa Isabel March que ejercía el cargo desde enero de aquel mismo año. Se documentan otros requerimientos anteriores sobre ciertos derechos reservados a la abadesa, en relación a los pactos esponsalicios. En total se llevaron a cabo hasta once requerimientos por parte del el batlle de Sarrià, Guillem Puig el día 8 de septiembre de 1402.(10)

Escaleras que conducen al claustro hoy punto de acceso al monasterio situado en la Baixada del Monestir nº 9. Durante el siglo XIV este era el lugar en donde los habitantes de Sarrià como vasallos del monasterio, debían rendir homenaje a la abadesa o al procurador mediante la ceremonia de patronaje iuramentus fidelitatis et homagium ore et manibus

Jaume March, ciutadà honrat, es armado caballero de la orden de Sant Jordi d´Alfama

Se tiene noticia de la ceremonia de investidura de un caballero que tuvo lugar en el mismo monasterio de Pedralbes. En este caso no se trataba de un vasallo cualquiera que rendía acto de patronaje o vasallaje a su señor, mediante el Commendatio manibus o in manibus como en el caso de los vecinos de Sarrià, sino que se trataba de un acto de investidura para ser armado caballero. El protagonista fue Jaume March quien fue armado caballero en la iglesia del mismo monasterio el 8 de septiembre de 1360. El propio Jaume March describió la ceremonia la cual se recoge en el Llibre de la Baronia d´Eramprunyà y que actualmente no se puede consultar, pero sabemos que al menos hasta 1911 sí era posible hacerlo. El acto es narrado en primera persona, en catalán del siglo XIV y se recoge en el texto «Pedralbes a l´Edat Mitjana» de Anna Castellano-Tressera.(11)

Jaume March era un ciutadà honrat, un miembro de la aristocracia urbana, del patriciado urbano, pero una vez armado caballero ascendía de estamento social tanto él como sus descendientes. El mismo Llibre de de Baronia reproduce una ilustración que representa a Jaume March recibiendo acto de vasallaje por parte de Aymerich de Cunit. Esto ocurría el 12 de noviembre de 1352 en la propiedad que Jaume March poseía en Sant Climent. Lo que se representa en esta ilustración es a Jaume March sentado, que acaba de ceñir la espada a su vasallo. Éste a su vez le rinde homenaje a las manos en un acto análogo al realizado en Pedralbes entre el procurador/ abadesa y los vecinos de Sarrià. Mediante este acto simbólico, el señor se comprometía a proteger a su vasallo en tanto que este último, respondía por medio de la prestación de servicios a su señor.

Eimeric de Cunit (a la derecha) rinde vasallaje a Jaume March, Señor d’ Eramprunyà, el 12 de noviembre de 1352. LLibre de la Baronia d´Eramprunyà. Internet dominio público

Jaume March fue armado caballero de la orden de Sant Jordi d´Alfama, gracias a los servicios prestados por sus hijos al rey Pere el Cerimoniós. El primer acto que tuvo lugar fue que el rey le notificó su intención de investirlo caballero. Jaume March pidió consejo a la reina Elisenda y a fra Pere d´Aragó, hijo del rey Jaume y perteneciente a la orden de los framenores. Ambos le aconsejaron que aceptara el privilegio. La ceremonia se desarrolló en el coro de las monjas en presencia de la reina Elisenda, del rey, del arzobispo de Cayller Sanxo d´Aragó, así como de miembros de la nobleza cercanos al círculo del monarca y relacionados a su vez con el monasterio.(12) El acto se llevó a cabo el 8 de diciembre de 1360. Jaume se describe a si mismo como hombre de unos sesenta años y dice que para la ceremonia, vistió de blanco con una indumentaria regalo de la reina Elisenda para la ocasión. Jaume March expresó su deseo de que la ceremonia fuese secreta pero el rey solo accedió a que fuera discreta ya que este tipo de actos, debían contar con testigos y ser solemnes.(13)

Lo primero que debía realizar Jaume March antes de ser armado caballero era pasar toda la noche en vela el día anterior a la ceremonia, en el interior de la iglesia y acompañado por diez parientes. A la mañana siguiente el rey, la reina más el resto de asistentes, se dirigieron al coro de las monjas. Para acceder debían cruzar el claustro es decir, penetrar en zona de clausura. Para ello se precisaba de un permiso de la curia papal. Pero Santa María de Pedralbes contaba con el privilegio otorgado por la curia mediante el cual, se permitía a los miembros de la casa real y en determinadas ocasiones, acceder a la zona de clausura.

Interior de la iglesia del Real Monasterio de Santa María de Pedralbes. Fue aquí en donde Jaume March pasó la noche de víspera en vela, antes de ser armado caballero de la Orden de Sant Jordi d´Alfama. El interior del templo fue escenario del desarrollo de la ceremonia de investidura
Vista parcial del claustro del Real Monasterio de Santa María de Pedralbes. En la época que tuvo lugar la ceremonia de investidura de Jaume March, se trataba de una zona de clausura a la cual no se podía acceder sin una autorización de la curia papal

Una vez situados los asistentes al acto, el rey dio comienzo a la ceremonia religiosa. En el momento de la Epístola el monarca se acercó al altar mientras que Jaume March, permaneció en el coro. El rey mandó que a Jaume March se le pusieran los esparons (las espuelas) acto que realizaron los caballeros Johan Exemeriç de Muntornés y Berenguer de Manresa respectivamente. Luego descendió hacia el altar. Una vez allí el arzobispo tomó la mitra y el libro y oficialmente empezó el oficio de caballería. En el primer acto la espada se colocaba frente al obispo, para proceder a su bendición. Una vez bendecida y siguiendo el relato del propio protagonista, el rey la sujetó, la desenfundó y la depositó en la mano derecha de Jaume March para que éste la empuñara mientras el monarca le pedía que se arrodillase. El arzobispo recitó otra oración en la cual manifestó que todo caballero, debía defender la tierra y el bien público:

«tot cavaller es tengut de defendre la terra ab lo señor, ítem deu defendre e mantenir dones, vidues e pupils, e deu defendre lo be publich.»(14)

Acto seguido el rey tomó de nuevo la espada de manos del caballero y la volvió a enfundar. Recitó dos oraciones una dirigida a los clérigos y otra a Jaume March que en estos momentos estaba con las manos juntas sobre la cabeza. Después el rey le besó en la boca (osculum). Entonces Jaume March bajó las manos, se arrodilló y besó las manos y los pies del rey. El acto de besar los pies era propio de Castilla y León y en la Corona de Aragón, se realizaba en el momento en que el vasallo, debía mostrar el máximo respeto hacia su señor. Llevados a cabo los correspondientes osculum, Gilabert de Centelles le desciñó la espada y se le retiraron los estribos (los dits cavallers). Una vez concluido, el rey regresó a su asiento en el coro y Jaume March hizo lo propio después del Evangelio.

Para finalizar el rey realizó una ofrenda de un florín. Dicho acto fue repetido después del monarca por el propio Jaume March. Hechas las ofrendas, los asistentes se trasladaron al palacio de la reina para proseguir la ceremonia con la celebración de un banquete.

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Referencias

(1) LE GOFF, J. «Les gestes symboliques dans la vie sociale. Les gestes de la vassalité» en XXIII Settimane di Studio del Centro Italiano di Studi sull´Alto Medievo, 2, Spoleto, 1976, p. 679 – 779. CASTELLANO -TRESSERA, Anna. Pedralbes a l´Edat Mitjana. Història d´un monestir femení, Barcelona, Publicacions de l´Abadia de Montserrat, 1998, p. 188
(2) https://es.scribd.com/doc/267444348/Le-Goff-El-Ritual-Simbolico-Del-Vasallaje-Resumen
(3) CASTELLANO TRESSERA, Anna. Pedralbes a l´Edat Mitjana…, op. cit., p. 189. LE GOFF, J. «Les gestes symboliques…, op.cit., p. 679 – 779
(4) CASTELLANO TRESSERA, Anna. Pedralbes a l´Edat Mitjana…, op.cit., p. 187
(5) Ibidem, p. 187
(6) Ibidem, p. 188
(7)Arxiu del Monestir de Pedralbes, Manual 1º de Tomàs Rostet (1373 – 1380), fols. 195r-196v. Ver CASTELLANO TRESSERA, Anna. Pedralbes a l´Edat Mitjana…, op. cit., p. 188
(8) Ibidem, p. 188
(9) Ibidem, p. 190
(10) Ibidem, p. 191
(11) Extraemos de este texto la info referida a la ceremonia de investidura de Jaume March. CASTELLANO TRESSERA, Anna. Pedralbes a l´Edat Mitjana…, op. cit., p. 192 – 198
(12) Ibidem, p. 195
(13) Ibidem, p. 194
(14) Ibidem, p. 196

BIBLIOGRAFÍA

ESPAÑOL I BELTRÁN, Francesca. «Un cert perfil d´Elisenda de Montcada» en Elisenda de Montcada una reina lleidatana i la fundació del Reial Monestir de Pedralbes, Lleida, Publicacions dels Amics de la Seu Vella, 1997
CASTELLANO -TRESSERA, Anna. Pedralbes a l´Edat Mitjana. Història d´un monestir femení, Barcelona, Publicacions de l´Abadia de Montserrat, 1998, p. 187 – 198
LE GOFF, J. «Les gestes symboliques dans la vie sociale. Les gestes de la vassalité» en XXIII Settimane di Studio del Centro Italiano di Studi sull´Alto Medievo, 2, Spoleto, 1976, p. 679 – 779

Recursos electrónicos

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Orde de Sant Jordi d´Alfama [en línea]. Enciclopèdia. cat [consulta 17 febrero 2020]. Disponible en: https://www.enciclopedia.cat/ec-gec-0060093.xml
Le Goff. El ritual simbólico del vasallaje [en línea]. Scribd [consulta 17 febrero 2020]. Disponible en: https://es.scribd.com/doc/267444348/Le-Goff-El-Ritual-Simbolico-Del-Vasallaje-Resumen

El Monumento funerario de Josefa García Cubera en el cementerio de Poblenou (Barcelona). Un ejemplo del Realismo en la representación del difunto en la escultura funeraria del siglo XIX

El monumento funerario a Josefa García Cubera se alza en el centro de la isla 1ª, en el departamento I del cementerio de Poblenou (Barcelona). Se trata de un encargo realizado en 1868 de parte las hijas de la difunta, Dña. Úrsula y Dña. Josefa. El panteón incluye la figura yacente que reposa sobre un lecho decorado con grecas y cuyo respaldo, incorpora la representación de una gran acrótera, otro elemento procedente de la cultura clásica. La cabeza cubierta de la mujer, está ligeramente ladeada hacia la izquierda. Su mano izquierda reposa sobre estómago mientras que mantiene extendida la derecha. Viste camisón y está parcialmente cubierta por las sábanas. El lecho se apoya sobre un monumental sarcófago decorado con hojas de acanto, y que incluye una placa dedicatoria y otra, con los nombres, apellidos y fechas de los otros difuntos inhumados en el panteón. Una reja de bronce decorada con adormideras, rodea el monumento.

Tumba nº 5. Monumento funerario de Josefa García Cubera. Departamento I isla 1ª, cementerio de Poblenou, Barcelona
Vista lateral

El monumento tal y como lo contemplamos en la actualidad, refleja un conjunto de modificaciones llevadas a cabo veinte años después de su realización. No se conoce al autor del panteón original, tan solo se documentan las diversas intervenciones de las que ha sido objecto. La primera de ellas tuvo lugar en 1888 a cargo del maestro de obras Macari Planella i Roure, quien decidió conservar la figura yacente de la Sra. García Cubera. En 1896 el arquitecto Pelai de Miquelera de Noriega colocó un nuevo sarcófago, obra de A. Estrada. Así mismo R. Gelabert y hermano, se encargaron de la realización de la reja de bronce que rodea el panteón. En 1904 el monumento se reparó por tercera vez.(1)

El autor del sepulcro se inspiró sin duda en la tumba de la condesa Sofía Zamoyska obra de Lorenzo Bartolini (1837 – 44), y que se halla en el interior de la iglesia de la Santa Croce de Florencia.(2) A pesar de no hallarnos frente al sepulcro tal y como lo concibió su autor, podemos identificar los suficientes elementos comunes como para relacionarlo con la tumba florentina: la misma posición yacente, parecida indumentaria, el cojín como respaldo, la presencia de las sábanas cubriendo parcialmente el cuerpo, etc.

Vista posterior del monumento
Tumba de la condesa Sofía Zamoyska obra de Lorenzo Bartolini (1837 – 44). Santa Croce, Florencia. El monumento funerario de Josefa García Cubera parece estar inspirado en este sepulcro florentino. Autor fotografía: Sailko. Imagen publicada bajo licencia Creative Commons Attribution 3.0 Unported https://creativecommons.org/licenses/by/3.0/deed.en

El panteón de Josefa García, una manifestación del Realismo escultórico de mediados del siglo XIX

La autora Elisa Martí al referirse a la imagen de Josefa García, alude a la figura clásica que representa a la mujer dormida, destacando al mismo tiempo su gran realismo.(3) Efectivamente la representación yacente de la difunta, responde a la imagen individualizada de una mujer en su lecho de muerte. Según mi interpretación nos hallamos frente a una mujer que justo acaba de fallecer, y que aún no experimenta las señales del rigor mortis: la cabeza se mantiene ligeramente ladeada a la izquierda, con su mano izquierda reposando sobre estómago, presenta una cierta relajación que me parece incompatible con la rigidez post mortem. Los ojos hundidos, los pómulos salidos, el rostro descarnado, la nariz afilada, características que tal vez sean el resultado de un vaciado facial pero que en cualquier, caso reflejan un rostro sin idealizar.

La figura yacente parece representar a la mujer antes de iniciar el tránsito

El Realismo fue un movimiento iniciado en Francia, en el ámbito literario, pero que se extendió a otros ámbitos. Su objetivo era reflejar la realidad sin idealizaciones, de manera fiel. El ambiente de la época jugó un papel primordial en el nacimiento y desarrollo de este movimiento: el espíritu científico y el empirismo trajeron consigo el interés por explicar el por qué de los fenómenos. Al igual que en pintura, en escultura se pretende dejar de lado la idealización que había supuesto el neoclasicismo, para dar paso a la utilización del modelo real.

La voluntad de representarse fielmente estará también presente en los sepulcros los cuales, incorporarán la imagen del yacente. A veces el retrato se realizaba mediante el uso de vaciados post mortem o en vida del promotor. Las imágenes del difunto quedarán exentas de la idealización que las caracterizaba en el periodo anterior. La escultura funeraria se convertirá en el ámbito ideal en donde los mejores escultores del momento, podrán desarrollar sus capacidades artísticas. En este sentido la imagen yacente de la Sra. Josefa García, es un buen ejemplo del Realismo en la representación del difunto en la escultura funeraria del siglo XIX.

Placa de bronce entre dos grandes hojas de acanto que recoge las otras inhumaciones presentes en el panteón entre ellas, las de las promotoras del sepulcro: Dña. Úrsula y Dña. Josefa

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Referencias

(1) CATALÀ I BOVER, Lídia; MARÍN I SILVESTRE, Maria Isabel; MARTÍ I LÓPEZ, Elisa. Un passeig pel cementiri de Poblenou, Barcelona, Ajuntament de Barcelona/Cementiris de Barcelona, S.A., 2004, p. 107
(2) Ibidem, p. 107. Ver también: https://fotos.arxiuhistoricpoblenou.cat/fotografia/arxiufotografic/10559+Cementiri+Est+2008.html
(3) CATALÀ I BOVER, Lídia; MARÍN I SILVESTRE, Maria Isabel; MARTÍ I LÓPEZ, Elisa. Un passeig pel cementiri…, op. cit., p. 44

BIBLIOGRAFÍA

CATALÀ I BOVER, Lídia; MARÍN I SILVESTRE, Maria Isabel; MARTÍ I LÓPEZ, Elisa. Un passeig pel cementiri de Poblenou, Barcelona, Ajuntament de Barcelona/Cementiris de Barcelona, S.A., 2004
LÓPEZ de MUNAIN, Gorka. Máscaras Mortuorias. Historia del rostro ante la Muerte, Vitoria – Gasteiz, Sans Solei Ediciones, 2018
RIERA, Carme. Els cementiris de Barcelona, Barcelona, Edhasa, 1981

Torroella de Montgrí. La leyenda de la Torre de les Bruixes y la consagración de la iglesia de Sant Genís

La Torre de les Bruixes (La Torre de las Brujas) forma parte de la muralla que rodeaba la antigua villa de Torroella de Montgrí, municipio situado en el Baix Empordà (provincia de Girona). Esta imponente construcción datada del siglo XV – XVI, fue una de las torres de defensa y su presencia ha dado lugar al nacimiento de una singular leyenda que tiene como protagonistas la consagración de la iglesia de Sant Genís, el rey Pere el Cerimonós y las brujas ampurdanesas. He observado que en algunos textos se confunde la Torre de les Bruixes, con la Torre del Portal de Santa Catalina. Para aclarar dicha confusión hay que decir que la Torre de les Bruixes se trata de la construcción de planta circular que se encuentra frente a la Plaza Empordà. Por contra la Torre del portal de Santa Catalina, presenta planta rectangular y corresponde a la construcción que forma parte del portal homónimo situado en la Avenida Lluís Companys.

Torre de les Bruixes, s. XV – XVI, frente a la Plaza Empordà

No voy a extenderme en la valoración de la leyenda como patrimonio cultural inmaterial, pero sí quiero reivindicar la necesidad de proteger, divulgar y transmitir a futuras generaciones, estos relatos como muestra de la riqueza de la cultura popular. Algunas leyendas incluyen en su relato bienes culturales y patrimoniales los cuales, son objeto de estudio por parte de la Historia del Arte. En el caso que nos ocupa parte de la leyenda transcurre en la emblemática Torre de les Bruixes y tiene como eje del relato, la consagración del la iglesia parroquial de Sant Genís de Torroella de Montgrí.

El recinto amurallado

Durante la Edad Media Torroella de Montgrí contó con un recinto amurallado que experimentó al menos dos ampliaciones y una importante modificación a finales del siglo XVI. La primera muralla solo rodeaba un castro o castillo el cual aparece citado en un documento datado el 1085. Este castro se hallaba emplazado en el lugar que hoy ocupa el Palau lo Mirador. Posteriormente la muralla experimentó una ampliación, abarcando además del castro, la iglesia y las viviendas de los siervos. Se trata de la zona conocida como la Cellera. A finales del siglo XIV Torroella de Montgrí se convirtió en Vila Real ampliándose el trazado de la muralla como consecuencia de la expansión urbanística. La nueva muralla trascurre a lo largo de lo que hoy es la Avenida Lluís Companys (norte), Paseo de Catalunya (este), Paseo de Vicenç Bou (sur), Plaza Quintana i Combis, Plaza d´Espanya y Calle del Roser (oeste).

De todas las torres con que llegó a contar la muralla, (cuatro de planta cuadrada y dos de planta circular), solo se han conservado dos: la Torre del Portal de Santa Caterina y la conocida como la Torre de les Bruixes.

Iglesia de Sant Genís junto al Palau lo Mirador. Aunque las primeras noticias documentales corresponden al siglo XIV, el templo no se consagró hasta 1609
El Portal de Santa Caterina, siglos XIV – XV, situado al norte de la muralla medieval en la actual Avenida Lluís Companys. Se trata del único portal que incluía una torre. Según la leyenda la comitiva real accedió a Torroella a través de este portal
Nicho con la imagen de santa Caterina frente al portal homónimo. Estas pequeñas imágenes situadas en los portales, cumplían una función protectora sobre los puntos de acceso y salida de la población

La Torre de les Bruixes, un punto de encuentro de las brujas ampurdanesas

Cuenta la leyenda que el rey Pere el Cerimoniós (1319 – 1387) contribuyó económicamente en la construcción de la iglesia de Sant Genís, mediante la aportación de las rentas comarcales. Una vez finalizada la obra, el monarca fue invitado por las autoridades de la villa a la consagración del templo. Al evento también debían acudir los obispos de Urgell, Osona y Girona quienes se unirían a la comitiva real en Figueres, el día 1 junio.

Para tan destacado acontecimiento, el alcalde de la localidad reunió a cónsules y clérigos para recibir al séquito real. Además decidió apostar a dos guardas en la torre del campanario para que dieran el toque cuando avistasen a la comitiva. Pero por alguna razón que la leyenda no aclara, los guardas no avisaron. Se dice que tal vez andaban distraídos o que el encargado de dirigir la comitiva, erró de ruta al llegar a Ullà y tomó el camino equivocado de los olivares en lugar del de la era de coure. El caso es que cuando el rey llegó a Torroella, nadie le estaba esperando. Al pasar junto a la Torre de les Bruixes se encontró con el «avi Xixó» (el abuelo Xixó), personaje bien conocido por sus tratos con las brujas. El avi, que estaba apostado frente a la puerta, cumplía la misión de impedir la entrada de la comitiva real. La torre era en realidad lugar de encuentro entre las brujas de Ullà, Torroella y Gualta desde donde partían hacia el Canigó, para celebrar sus aquelarres. El avi consiguió su objetivo ya que los caballos de la comitiva se encabritaron negándose a cruzar la puerta y obligando al rey y a su séquito, a entrar en Torroella por el Portal de Santa Caterina. En ese instante los guardas apostados en el campanario, dieron el toque de aviso y las autoridades acudieron rápidamente al encuentro del monarca y sus acompañantes.

Tramo de la muralla medieval que discurre entre el Portal de Santa Caterina y la Torre de les Bruixes

Una vez consagrada la iglesia, Pere el Cerimoniós expresó su deseo de esclarecer el motivo que había provocado tal excitación en los caballos. Para ello reunió al clero y a sus consejeros y tras deliberar, llegaron a la conclusión de que el fenómeno estaba relacionado con la brujería. Sin demora el monarca mandó al batlle real D. Josep Ardèvol, que aquel mismo día tapiara la puerta de la torre para que las brujas no pudiera entrar más en la villa. Pero al sábado siguiente apareció una gran obertura en la puerta tapiada. Rápidamente se procedió a tapiar de nuevo pero al sábado siguiente, la puerta volvió a aparecer en las mismas condiciones y así tantas veces como se tapiaba, se volvía a abrir. Ante tales hechos, las autoridades municipales decidieron apostar a dos guardias frente al lugar pero éstos, desaparecieron misteriosamente sin dejar rastro mientras que la obertura en el tapiado, volvía a aparecer una y otra vez.

La tradición quiso que mientras hubiera brujas en Torroella, la obertura en la puerta siguiera apareciendo. Y así fue hasta que un buen día, les fetilleres decidieron abandonar la villa y desaparecieron misteriosamente. De esta forma el gran orificio en la puerta adjunta a la Torre, no volvió a aparecer nunca más. Como recordatorio de los hechos, todavía puede distinguirse la diferencia en el tapiado de la zona superior de la puerta, bajo las dovelas. Dice la leyenda que esta diferencia se debe a los sucesivos emparedados.(1)

Puerta de las Brujas, junto a la torre que lleva el mismo nombre. En la parte superior, bajo las dovelas, distinguimos un tipo de piedra de menor tamaño que según la leyenda, se debe a los sucesivos tapiados

La consagración de la iglesia de Sant Genís. Más allá de la leyenda

Ya que la leyenda tiene como eje central la consagración de la iglesia de Sant Genís, me parece interesante exponer los hechos documentados referentes a dicha consagración. El templo no se consagró hasta el 3 de mayo de 1609. (2) Por fortuna contamos con la descripción completa de la ceremonia de consagración, recogida en el volumen I del Llibre d´Òbits de Torroella de Montgrí.

El templo fue consagrado por Monseñor Francisco Arévalo de Suazo, obispo de Girona. Mm. partió de dicha ciudad el día 2 de mayo, acompañado por un numeroso séquito formado por los síndicos de Torroella, Antoni Farriol y Guillem Calvet, más otros habitantes de la villa todos ellos desplazados hasta Girona, para acompañar al obispo en su trayecto. La comitiva llegó a Torroella cuando ya había anochecido y accedieron por la zona sur, pasando por el Ter. A su llegada fueron recibidos por los presbíteros beneficiados de la parroquia: Mn. Anton Deulofeu, Mn. Grabiel Pol, Mn. Nicolau Begur y Mn. Dalmau Gerona acompañados por una multitud de habitantes. Así mismo se hallaban presentes los cónsules Magí Coll, Joan Torró y el Clavari Josep Camps, vestidos con sus gramallas y atributos de ediles y acompañados por escuadra de arcabuceros.

Para recibir a la comitiva, se encendieron diversas fogatas en las cuatro torres y luminarias en el castillo de Montgrí. Se lanzaron cohetes en las montañas del Putx Gros y Mont Pla y se encendieron fuegos en la ermita Santa Caterina. De las paredes de la muralla, del exterior de la iglesia y alrededores, colgaba gran cantidad de farolillos de papel. La comitiva cruzó el Portal de Sant Josep o de Ter que da acceso a la calle Mayor la cual, se llenó de luminarias y lámparas de aceite hasta la posada del Señor Bisbe (Portella). El cronista asegura que había tantas luminarias, que parecía de día (era tanta la luminaria per tota la vila que paria era de dia).

Punto de emplazamiento del desaparecido Portal de Sant Josep o del Ter, situado al final de la Calle Mayor al sur de la muralla. A través de este portal, la comitiva accedió a la villa de Torroella el 2 de mayo de 1603

El obispo pernoctó en la casa principal de la la villa, próxima a la iglesia, conocida como de Na Pastella. Al día siguiente 3 de mayo, Día de la Santa Cruz, tuvo lugar la ceremonia de consagración que se prolongó desde las 6 hasta las 10 de la mañana. El documento informa de que el interior del templo se hallaba bellamente adornado con flores, gallardetes y banderas.

Finalizada la consagración se celebró la misa del pontificado asistida por el Rd. Geroni Puigvert, arcediano de l´Empordà, de la Seo de Girona, el Rd. Garau de St. Martí, canónigo de la Seo, por Baldiri Batlla, subdiácono y por el Rd. Miquel Çacoromina, ambos canónigos. Entre ellos se encontraba el Prior Gabriel Olmeda y el Prior de Sant Tomàs de Fluvià, Rd. Francesc de Mayà. Finalizado el oficio tuvo lugar la procesión con la participación de los arcabuceros. El acceso al templo se llevaba a cabo por la puerta de poniente llamada de St. Genís, a pesar de que la fachada aún no estaba construida en 1609.(3) La puerta orientada a mediodía tampoco existía. Ésta no se inició hasta 1735-39. (4) Con el fin de paliar el efecto de la falta de portada, se decoró con guirnaldas y gallardetes toda la zona desde la puerta de Sant Genís, hasta la reja del cementerio. (5) Esta reja quedaba frente de la ventana del castillo. Se trata de la única ventana con capitel románico y podemos verla aún cerca del Portalet. Dicha reja discurría por la esquina de la fachada de poniente del jardín del Mirador, y a lo largo del muro que transcurre hoy frente al Paseo de l´Església.

La antigua ventana románica del castillo es la que se halla situada más próxima al Portalet el cual vemos en la imagen. Frente a la ventana discurría la reja del antiguo cementerio

Como todas las leyendas la que acabamos de exponer, mezcla elementos reales con elementos fantásticos. Este recurso es habitual en el ámbito legendario como también lo es la inclusión de componentes que son familiares para la comunidad. Ambos recursos tienen como objetivo otorgar mayor credibilidad al relato. En este sentido hemos de mencionar que las murallas de Torroella, fueron reparadas en tiempos del rey Pere el Cerimoniós. De esta forma se vincula un hecho histórico (la relación del rey Pere con el recinto amurallado aunque la Torre date de los siglos XV-XVI y no de XIV), con uno fantástico. Por otro lado la presencia de brujas es frecuente dentro del legendario ampurdanés lo cual, no hace más que poner de manifiesto el temor social hacia unas mujeres a las que se les otorgaba la capacidad de controlar los fenómenos atmosféricos y perjudicar al ganado. En una sociedad rural y agrícola el control de la climatología y la supervivencia de los animales era vital, ya que una mala cosecha o la muerte de los animales, podía significar la ruina absoluta para el campesino.

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Referencias

(1) Leyenda, recogida por Marcelí Audivert según tradición oral a través de Narcís Duran, publicó en el Llibre de Festa Major de Torroella, 1949. Audivert, p. 216 – 218
(2) Recorgemos el relato de la obra de Josep Vert i Planas cuya fuente es A.P.T. Libre Obits Vol. I fol. 167. Ver VERT i PLANAS, Josep. El Temple Parroquial de Sant Genís, (monografies montgrinenques nº 4), Torroella de Montgrí, Museu del Mongrí, Centre d´Estudis i Arxiu- Ajuntament de Torroella de Montgrí, 1984, p. 87-88 y 103 – 104
(3) La fachada de poniente no se inició hasta 1759. Llibre d´Obits. VERT i PLANAS, Josep. El Temple Parroquial de Sant Genís, (monografies montgrinenques nº 4), Torroella de Montgrí, Museu del Mongrí, Centre d´Estudis i Arxiu- Ajuntament de Torroella de Montgrí, 1984 p. 98
(4) Ididem, p. 24
(5) El actual cementerio de Torroella de Montgrí no se halla lejos de la antigua necrópolis situada al amparo de la iglesia de Sant Genís. La eliminación de los cementerios parroquiales y su posterior transformación en espacios públicos, es el resultado de la secularización de los recintos funerarios iniciado en el siglo XVIII. El actual cementerio de Torroella de Montgrí se encuentra en la calle Josep Carner, al otro lado de la Avenida Lluís Companys y data de al menos de 1817, año en que se trasladaron a esta nueva ubicación los restos del antiguo cementerio

BIBLIOGRAFÍA

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BITRIÁN i BAREA, Carlos; CAMPOS i PIERA, Carmen. «Estudi de la forma urbana de Torroella de Montgrí» en Col-lecció Recerca i Territori. Beques de Recerca Joan Torró i Cabratosa, VII, nº 3, Girona, Diputació de Girona, 2011, p. 131 – 226
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VERT i PLANAS, Josep. El Temple Parroquial de Sant Genís, (monografies montgrinenques nº 4), Torroella de Montgrí, Museu del Mongrí, Centre d´Estudis i Arxiu- Ajuntament de Torroella de Montgrí, 1984

Recursos electrónicos

Col-lecció Recerca i Territori. Beques de Recerca Joan Torró i Cabratosa, VII, nº 3, Girona, Diputació de Girona, 2011. Disponible en: https://www.museudelamediterrania.cat/pujades/files/RIT3.pdf